Incendio en Seseña
«Mamá, estoy asustado»
Tres niños de Seseña tuvieron que ser atendidos ayer por mareos y molestias en ojos y garganta. Los padres impiden que hoy abran los colegios e institutos
Tres niños de Seseña tuvieron que ser atendidos ayer por mareos y molestias en ojos y garganta. Los padres impiden que hoy abran los colegios e institutos
Fue una mañana de nervios y muchos mensajes de WhatsApp en Seseña (Toledo). Los móviles de los padres que tenían ayer a sus hijos en alguno de los seis colegios o institutos de la localidad vibraban sin cesar. La voz de alarma la dio la foto de una ambulancia y un coche de la Policía en el Colegio Sisius: una niña se había desmayado. No fue el único caso. Otros dos niños fueron atendidos. «Me encontraba trabajando en Madrid», relataba ayer a LA RAZÓN Lucía Becerra, madre de Iván, de 7 años, que estudia en el Colegio Juan Carlos I. «En el grupo de padres del móvil me han dicho que se sentía mal. Tenía la boca muy seca, le dolía la cabeza y se había mareado. Es alérgico y tiene asma. Se ha puesto nervioso y no encontraba el ventolín. La ambulancia ha ido enseguida y le han puesto una inyección. Ahora está estupendamente. Me fui del trabajo inmediatamente a buscarlo», relata. Algo parecido le pasó a su compañero Lucas. «Le han atendido en el centro de salud», cuenta su madre, Ana. «Le hemos llevado a casa de sus abuelos. Todo ha quedado en poca cosa», añade. Pero el susto ha sido importante, sobre todo para los niños. «Iván estaba un poquito asustado. Se pone muy nervioso... Pero no sabemos qué hacer. La incertidumbre es total», dice Lucía. «Eso sí, mañana (por hoy) no le llevo», subraya.
No será necesario. Desde que se iniciara el incendio en el vertedero de El Quiñón, que obligó a cerrar el colegio de esta zona residencial, la preocupación de los padres de Seseña ha ido en aumento. Valle Quero, madre de una alumna, se mostraba feliz tras la reunión que mantuvieron ayer un grupo de padres con la Consejería de Educación. ¿El resultado? El cierre de todos los centros educativos de la localidad. «¡Lo hemos conseguido!», decía. Y es que el olor a caucho quemado era especialmente notable en Seseña debido a los cambios de dirección del viento. Y la falta de mediciones sobre qué están respirando exactamente los vecinos, y sobre todo sus hijos, es lo que les ha hecho dar un golpe sobre la mesa.
«El viento va cambiando. Va por horas. A las 10:00 olía muchísimo, después se iba, luego volvía...», cuenta Leandro, que se acercó al Juan Carlos I para recoger a los hijos de su pareja. Clases en las que hay habitualmente más de 20 alumnos quedaron reducidas ayer a dos o tres niños. «A los que quedaban les han reunido en una clase y les han puesto una película», añade. «Algunos profesores iban con mascarilla. Hay un profesora embarazada que la ha llevado estos días, aunque hoy no ha venido», cuenta una alumna. «Los niños ven eso, y el círculo mediático tan exagerado que se ha formado, y es normal que no quieran ir a clase», asegura Mari Carmen, madre de dos alumnos.
Pero, ¿a qué se exponen los pequeños? «Al tener un sistema respiratorio menos desarrollado, son más vulnerables», afirma Carmen Diego, coordinadora del Área de Enfermedades Respiratorias y Medioambientales de la Sociedad Española de Patologías del Aparato Respiratorio. «Los efectos iniciales son irritatorios: lagrimeo, estornudos, picor de nariz e inflamación de las mucosas», añade. Más preocupantes serían las consecuencias a largo plazo si se respira con asiduidad: cáncer de pulmón, cáncer de mama... «En los niños puede favorecer la aparición de asma», explica. La clave ahora, dice Diego, está en que los expertos analicen cuáles son las partículas y sustancias gaseosas que se están respirando en Seseña.
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