Madrid
Operación Janka-Flot: El polvo de cobre que “apagaba” el olor a coca
La Policía española ha evitado que lleguen al mercado paquetes de un kilo o kilo doscientos de cocaína de altísima pureza escondidos en piedras fabricadas para la ocasión.
La Policía española ha evitado que lleguen al mercado paquetes de un kilo o kilo doscientos de cocaína de altísima pureza escondidos en piedras fabricadas para la ocasión.
No es una de las aprehensiones más elevadas en kilos de cocaína, pero sí de las más llamativas por su forma de ocultación, ya que ha suscitado el interés a nivel mundial y varias agencias internacionales de lucha contra el crimen organizado ya se han interesado en conocer los detalles de esta operación realizada por la Policía española. Se trata de la operación Janka-Flot, y han evitado que lleguen al mercado paquetes de un kilo o kilo doscientos de cocaína de altísima pureza escondidos en piedras fabricadas para la ocasión.
La fase explotación de esta operación fue hace unas semanas en una nave de Humanes, donde fue a parar el cargamento, y con la detención de once personas de distintas nacionalidades (México, España, Grecia, EE UU, Albania...) capitaneadas por el mejicano, líder de la organización.
Sólo tres ellos contaban con antecedentes policiales y no todos vivían en España, sino que iban yendo y viniendo para trabajar en esta fuerte entrada de coca que, finalmente, no pudieron coronar. Pero la operación arrancó mucho antes, en noviembre de 2017, con un matrimonio de venezolanos residentes en Arroyomolinos, que llevaban un alto tren de vida y sin ningún trabajo que justificara esos gastos. La mujer ya había sido detenida con heroína en el extranjero y pasó un tiempo en una cárcel americana pero al salir volvió a “trabajar” y los agentes del Grupo 14 de la Udyco de Madrid le siguieron la pista hasta hace unos días. Un año y medio para armar una investigación que, junto con la Brigada Central y Vigilancia Aduanera, les ha llevado hasta casi 800 toneladas de cocaína.
Llegaron a España por vía marítima en 12 contenedores con la ruta Guayaquil (Ecuador) – Cartagena de Indias (Colombia) – Barcelona. Del puerto de la ciudad condal, el cargamento fue trasladado al puerto seco de Zaragoza y, desde ahí, en camión hasta la nave de Humanes.
“Hasta que no entramos en la nave, no sabíamos cómo vendría oculta y cuando vimos las piedras pensamos que estaría la cocaína impregnada, que es uno de los métodos más utilizados”, explica el inspector jefe Gabriel Sánchez, responsable de la sección de estupefacientes de la Udyco de Madrid. Sin embargo, los “malos” ya habían procedido a romper alguna roca y vieron que, efectivamente, los paquetes de kilo, venían dentro de piedras “falsas”; es decir, fabricadas para la ocasión.
Tres días picando roca a mano
Le tocó a una decena de agentes picar con mazas las rocas, una a una y con un mínimo de tres golpes cada una para poder romperla. Echaron tres días. Algún agente mostraba aún marcas en las manos de la empuñadura de la maza y bromeaban entre ellos del que se habían podido librar de la tarea.
La piedra estaba construida con trozos de mineral de cobre que compactaban con una argamasa. Metían el “relleno”, terminaban de formar la piedra de forma artesanal, la dejaban secar bien para que se solidificara y luego la impregnaban con polvo para darle una apariencia real.
La técnica estaba bien pensada: el cobre inhibe de alguna manera el olor del clorhidrato de cocaína y se lo pone muy complicado a los perros especializados. Además, la roca disimula en los posibles controles láser en puertos fronterizos. Y es que los contenedores que entran por puertos sigue siendo el sistema más habitual de introducción de cocaína no sólo en España sino en Europa.
Máxima pureza
La cocaína que venía, en esta ocasión, dentro de las piedras es de una pureza tan elevada que, cada paquete, pueden multiplicarlo por diez una vez procedan a cortarla, según los agentes especializados. El cargamento, sospechan los investigadores, tenía varios dueños; es decir, varios individuos que querían importar y se pusieron de acuerdo para hacerlo en un mismo cargamento. Así comparten y minimizan riesgos.
Por su parte, los agentes de la Brigada de Policía Científica de Madrid trabajaban ayer en la Jefatura Superior de Policía de para llevar las muestras correspondientes al juzgado encargado de la instrucción de la operación. “Hay un protocolo establecido para mandarlo a Laboratorio: hasta diez paquetes homogéneos se envían todos”, explica Julián Torres, el responsable de Científica.
Y es que cada “empresario” lleva su propio sello (lo diferencian con banderas colombianas u otras pegatinas) para que cada cliente diferencie los paquetes de su distribuidor y cada uno se lleve los que le corresponden. Así, la tonalidad, el estupefaciente en sí, puede variar y por eso se analiza cada muestra por separado. Además, así se puede investigar la trazabilidad del producto y se puede relacionar con otros alijos incautados u otros hechos delictivos.
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