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El caníbal del “táper": “No existe cura para mi locura”

Ingresa en prisión el presunto parricida que mató a su madre, la descuartizó y después se la comió. Alberto S. G. componía canciones de rap, que difundía en las redes sociales

Alberto S.G., de 26 años, era activo en las redes sociales de Facebook e Instagram
Alberto S.G., de 26 años, era activo en las redes sociales de Facebook e Instagramlarazon

Ingresa en prisión el presunto parricida que mató a su madre, la descuartizó y después se la comió. Alberto S. G. componía canciones de rap, que difundía en las redes sociales.

«No existe cura para mi locura» o «no se la mierda que digo pero si te quiero hundir te entierro» son algunos de los versos que el conocido como «caníbal del táper» profería en una serie de videos subidos a la redes sociales en los que se grababa a sí mismo rimando letras –sin sentido aparente entre sí–, como si fuera un poeta o un rapero. Alberto S.G., de 26 años, era activo en las redes sociales de Facebook e Instagram hasta que, en septiembre del año pasado, cesó en su inquietante «obra creadora».

El joven está acusado de un presunto delito de homicidio con el agravante de parentesco sobre su madre, Soledad G., a la que descuartizó y metió sus restos en varios táperes para luego ingerir, –junto a su perro–, parte de los trozos, tal y como confesó a los agentes en el lugar de los hechos. Por este motivo, la magistrada del juzgado de Instrucción nº7 de Madrid decretó su ingreso en prisión provisional comunicada y sin fianza. La calificación del delito es inicial según informaron fuentes judiciales.

Además de los versos de su puño y letra que coreaba en sus redes sociales, le gustaba mostrarse con el torso desnudo frente al espejo o simplemente con su cara en actitud chulesca o con gafas de sol. A parte de las imágenes de sí mismo, también incluyó varias fotografías en las que aparece su perro en solitario o con él cogido en brazos, como en la imagen superior. De hecho, en alguna de sus poesías menciona al can al ritmo de «paseando al perro como un cencerro».

Pero, más allá de la pose y el «postureo», sus vecinos y amigos de la zona confirmaron a este diario que «le conocían del barrio» y que ya se veía que «no estaba bien». Alberto había vivido en el barrio desde que era pequeño, acudió durante su etapa escolar al Colegio Natividad de Nuestra Señora. Además, su perfil de Facebook revela que acudió a academia de inglés durante esa etapa. Alberto tenía estudios en hostelería y había sido camarero en alguna ocasión. Por ejemplo, estuvo trabajando hace un par de años, con motivo de la feria de San Isidro, en un bar próximo a su casa llamado «Paseíllo de Acho». Así lo confirmó una mujer del establecimiento, quien apuntó que el «caníbal del táper» trabajó con un antiguo dueño, un hombre de nacionalidad rumana. Actualmente, se desconoce si tenía trabajo.

Lo cierto es que, en los últimos tiempos, la vida de Alberto parecía descontrolada por culpa del alcohol y las drogas. «Siempre olía a porro, a marihuana y a esas cosas», comento un vecino de la zona. «Estaba siempre a su rollo, como ido» dijo otro, que además aseguró verle en numerosas ocasiones paseando con su perro, –de la raza bodeguero–, por el parque Eva Duarte de Perón.

Otro vecino que vive más arriba del número 50 de la calle Francisco de Navacerrada –donde sucedieron los hechos–, indicó que recuerda verle con frecuencia en la puerta de garaje de su casa y en otra de varios números más abajo, y que normalmente estaba bebiendo o fumando «solo», o «con chavales de su edad». Igualmente, indicó que estaba de esa manera «a cualquier hora», incluso «los domingos por la mañana», y añadió que «andaba vestido con chándal y mal arreglado».

Otros dan otra versión. Una de las vecinas del edificio donde vivía Alberto con su madre, destacó que él era un «chico muy normal, muy majo» y «muy educado». Acto seguido, criticó a algunos medios «por contar mentiras», ya que «ni él era tan malo ni la madre era tan buena» explicó, y aseguró que, en su opinión, «el hijo no es tan culpable como lo pintan».

Sin embargo, otros vecinos coinciden en que era un secreto a voces que el joven maltrataba a su madre. De hecho, fuentes policiales confirmaron que Alberto tenía un total de 12 antecedentes por maltrato, incluidas órdenes de alejamiento contra Soledad.

La última vez que se vio a Soledad

Una de las vecinas del bloque del número 50 de la calle Francisco Navacerrada explicó que «la última vez» que vio a la madre de Alberto con vida fue el pasado miércoles a eso de las 14:30 horas, un día antes de la detención del chico. Según contó, venía por la calle hacia su casa cuando vio a Soledad asomada a una de sus ventanas, y en ese momento le preguntó con el típico «qué tal», a lo que ella le respondió sonriente con un «muy bien».