Toros

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Puerta Grande para los damnificados por Carmena

El ruedo de Las Ventas recibe a diario desde hace tres meses a los alumnos de la malograda escuela Marcial Lalanda, 56 aspirantes a figuras del toreo que fueron desahuciados por el Ayuntamiento de. la Venta del Batán.

Los alumnos de la escuela taurina José Cubero «Yiyo» entrenan en los pasillos de Las Ventas y en otras instalaciones hasta que finalice la feria.
Los alumnos de la escuela taurina José Cubero «Yiyo» entrenan en los pasillos de Las Ventas y en otras instalaciones hasta que finalice la feria.larazon

El ruedo de Las Ventas recibe a diario desde hace tres meses a los alumnos de la malograda escuela Marcial Lalanda, 56 aspirantes a figuras del toreo que fueron desahuciados por el Ayuntamiento de

la Venta del Batán.

«Cuando yo era pequeño siempre soñaba con entrenar en las Ventas», explica Rafael de Julia, profesor de la escuela de tauromaquia José Cubero «Yiyo» que ha convertido la arena de La Monumental madrileña en su aula y centro de entrenamientos. Una academia en la que están matriculados cincuenta alumnos que hace algo más de medio año podrían haber visto truncado su futuro en el mundo del toreo cuando el Ejecutivo de Manuela Carmena decidió retirar la subvención a la academia taurina municipal Marcial Lalanda.

Después de que el Gobierno de Ahora Madrid les «cerrara el grifo», alumnado y parte del claustro de la desaparecida escuela tuvieron que mudarse de la Venta del Batán, propiedad del Ayuntamiento de Madrid. Desahuciados, el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid salió a su rescate e incluyó la creación de la nueva escuela de tauromaquia de Madrid en los pliegos del concurso que realizó hace unos meses para adjudicar la explotación y gestión de la plaza de todos de Las Ventas.

Con esta iniciativa querían favorecer «el nacimiento de nuevos valores» para la Fiesta y lo lograron. Ahora, con la escuela de Las Ventas recién estrenada –sólo tiene tres meses de vida–, el medio centenar de alumnos que acude a diario allí para recibir sus clases se muestran esperanzados e ilusionados. Los pupilos, que por culpa del estrangulamiento económico al que sometió el consistorio a la antigua escuela de la Venta del Batán estuvieron seis meses parados, entrenan seis días a la semana durante tres horas y dividen cada sesión de entrenamiento en tres partes: preparación física, toreo de salón y una sesión de banderillas. Una rutina que reconocen como «intensa y agotadora» pero que les ayuda a sentirse preparados para cuando tengan que dar el salto y ponerse delante de un toro.

Además, como reconoce Carlos Ochoa, uno de los discípulos más aventajados de la escuela que debutará en Valencia el próximo 13 de mayo, «la plaza de Las Ventas es un marco inimaginable en el que entrenar». Aunque estos días, debido a la feria de San Isidro los alumnos no pueden bajar al coso, Rafael de Julia explica que el 90% de los días pueden entrenar en la arena de Las Ventas. Algo que, reconoce el maestro, puede ayudarles en un futuro próximo: «Torear en Madrid pesa mucho por el sitio y por el público. Así, entrenar aquí es algo que les puede servir mucho dentro de un tiempo».

Aunque en lo relativo a la preparación práctica no parece que los alumnos vayan a tener ningún problema. En lo que lleva abierta la escuela José Cubero «Yiyo», sus alumnos ya han participado en una veintena de tentaderos –que consisten en picar y torear a un becerro para testar sus cualidades–y en varias salidas al campo. Toda esta formación se complementa con nociones teóricas en las que los profesores, explica De Julia, les aleccionan sobre «las distintas castas, la morfología de cada tipo de toro y el comportamiento que tienen en la plaza», todo ello para que cuando se vistan de luces y se enfrenten a un morlaco «tengan garantías de triunfar», sentencia el profesor.

Como en cualquier deporte, el objetivo de los maestros de esta academia no se reduce a formar futuros toreros, sino sobre todo a personas. Como subraya el maestro, los alumnos que llevan tres meses acudiendo a La Monumental van a formarse en como matadores, pero también «como personas». Para ello, el claustro de la José Cubero «Yiyo» les educa «en valores y en el respeto a la gente, al público a los compañeros, pero sobre todo al toro», remacha.

Además, cada poco tiempo un primer espada del toreo patrio visita la escuela y charla con los alumnos. Así, en los últimos meses toreros de la talla de Manzanares o Ureña han pasado por las salas de entrenamiento para conversar con los aprendices. De Julia reconoce que este tipo de experiencias significan mucho para los alumnos: «los chavales se animan porque ven como los más grandes de hoy en día también han estado en su lugar y son personas de carne y hueso».

El buen ambiente que se respira entre los alumnos de la escuela y la pasión refuerzan el compromiso de todos los alumnos. Así, Juan José Villas, un adolescente que vive en Manzaneque (un pequeño pueblo de Toledo situado a cien kilómetros de Madrid) acude cuatro días en semana a entrenar, aunque emplee cuatro horas en hacer el trayecto de ida y vuelta. A pesar de esta enorme inversión de tiempo, afirma «estar convencido de que merece la pena». Lo mismo opina Fernando que, con siete años, es el benjamín de la escuela y no duda en afirmar que «me gusta mucho el toreo y estar aquí, por eso mis padres me apuntaron». Fernando no duda sobre su vocación: «Cuando en el colegio me preguntan que quiero ser de mayor, siempre les respondo que torero».

Un caso parecido es el de José Luis Vega, un colombiano que se forma en la José Cubero «Yiyo» por la calidad de los profesores, el prestigio y la experiencia que supone entrenar en España, reconoce que su vocación comenzó «casi en la barriga de mi madre». Y es que la progenitora de José Luis tenía un negocio cerca de la Plaza de toros de Santa María, en Bogotá, por lo que creció en la zona y desde muy pequeño se fue aficionando al mundo del toro. A Santiago Vilón, compatriota de José Luis, la afición también le viene de familia, creció en una ganadería de toros y su padre es picador.

Alicia Costa es otro de los ejemplos de los valores que representa la escuela taurina José Cubero «Yiyo», es una de las pocas chicas que hay entre los alumnos y explica que sus compañeros y profesores la tratan como un igual, a pesar de que reconoce que el mundo del toro es un ecosistema «muy machista en el que a las mujeres se las deja de lado». A pesar de esto, Alicia se muestra optimista y cree que dentro de no mucho tiempo podrá empezar a torear y conquistar las grandes plazas, exactamente igual que el resto de sus compañeros.