Ayuntamiento de Madrid
Soterrar la A-5: la mitad del proyecto de Almeida lo pagaría Defensa
Acuerdo de la Operación Campamento. El Ayuntamiento y el Ministerio se comprometieron a costear las obras a medias
El Ayuntamiento y el Ministerio se comprometieron a costear las obras a medias.
«La única herencia que deja Manuela Carmena es una ampliación de aceras», llegó a decir durante la campaña electoral la vicealcaldesa, Begoña Villacís, sobre la anterior regidora. Y es que, al margen de los socavones por la fallida «Operación Asfalto», el Gobierno de Ahora Madrid se caracterizó más por la paralización que por el impulso de los grandes proyectos de reforma urbanística salvo uno: la ampliación de aceras de la Gran Vía. Esto es así porque otros grandes hitos de su mandato como Madrid Central y la remodelación de la Plaza de España provenían de proyectos impulsados por la anterior alcaldesa, Ana Botella. En en el primer caso, era una ampliación de las Áreas de Prioridad Residencial (APR) que ideó el PP para el distrito Centro y en el segundo, fue la regidora popular quien impulsó la primera consulta ciudadana en 2014 para remodelar la Plaza de España con un proceso participativo denominado «cambialaplaza».
En el nuevo Gobierno de PP y Ciudadanos ya ha planeado cuáles serán las nuevas infraestructuras que se construirán en la ciudad y cambiarán su aspecto de forma radical. La primera y más importante es el soterramiento de la A-5 en el Paseo de Extremadura, cuyos trámites el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, insistió en que agilizará para que se comiencen las obras lo antes posible para, al igual que ocurrió con Madrid Río, transformar en parque lo que antes era una autopista bajo las casas de los vecinos de Latina.
Lo curioso es que dicha infraestructura estaba ya prevista por el Ayuntamiento de Madrid desde hace tiempo. En concreto, se incluye en el convenio firmado por el Ministerio de Defensa y el entonces alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón en 2009, que dio lugar a la aprobación en el pleno municipal de marzo del mismo año del Plan Parcial de Reforma Interior de Instalaciones Militares de Campamento. En dicho convenio, en la cláusula primera, ambas instituciones se comprometen a la «ejecución de un túnel en la carretera de Extremadura de 2,6 km. de longitud, desde el túnel de la avenida de Portugal hasta la carretera M-511 a Boadilla, y del tramo de transición en superficie de 640 metros hasta la avenida de los Poblados para entroncar posteriormente con la avenida urbana del Plan Parcial».
Además, también se comprometían a hacer un intercambiador de autobuses y un aparcamiento disuasorio en el entorno de la estación de Metro de Aviación Española «para alcanzar los objetivos de integración urbana de la A-5, impulso del transporte colectivo, como política adecuada para resolver la movilidad de los ciudadanos en la gran ciudad y mejora de la situación ambiental de los barrios adyacentes».
Sendas infraestructuras, cuyo coste estimado en 2009 era de 617 millones de euros –585 millones para el túnel de la carretera de Extremadura y 32 millones para el intercambiador y el aparcamiento disuasorio–, cuya financiación «será asumida por las dos partes firmantes del convenio al 50% del coste de ejecución». Sin embargo, Defensa limitaba su aportación a un máximo de 308,5 millones de euros, independientemente de que el coste de las infraestructuras superase el estimado en el convenio.
En el proyecto que presentó Martínez-Almeida antes de las elecciones municipales, no sólo el túnel difería ligeramente del planteado en el convenio de la «Operación Campamento» –cuatro kilómetros frente a menos de tres–, sino que el coste aproximado era menor del calculado en 2009. Así, el entonces candidato a alcalde de Madrid había previsto un presupuesto de no más de 180 millones de euros (40 millones por kilómetro), que comprende no sólo el soterramiento de la A-5, sino el bulevar peatonal con zonas verdes que unirá los barrios de Cuatro Vientos y Batán.
Parte de la reducción de costes se puede entender por el sistema elegido para efectuar la obra, levantando una losa de hormigón sobre la que mantener el tráfico en superficie provisionalmente y realizar un llamado «falso túnel» excavando la infraestructura sin necesidad de utilizar una tuneladora. Igualmente, no se vincula esta infraestructura ni a la «Operación Campamento», ni a la construcción de un intercambiador, ni aparcamiento disuasorio, pese a que estos proyectos también se quieren impulsar y realizar por separado.
Al respecto, desde el Área de Desarrollo Urbano explican que «uno de los objetivos prioritarios del Ayuntamiento es reactivar la ‘‘Operación Campamento’’», si bien aclaran que la falta de Gobierno nacional impide trazar una hoja de ruta para su desarrollo. «El convenio firmado en 2009 es una buena declaración de intenciones y podría ser un punto de partida», apuntan.
El Consistorio madrileño también va a rehacer un proyecto que inicialmente iba a costear la iniciativa privada, pero que Carmena cambió para realizar una obra más sencilla y menos cara. Se trata del soterramiento de la M-30 a la altura del Vicente Calderón. Debido a que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid tumbó el proyecto inicial para el ámbito Mahou-Calderón, la anterior regidora aprovechó para, en el nuevo proyecto que fue aprobado en 2016, sustituir enterrar el tramo de autopista que circulaba bajo el estadio por cubrirlo usando el «esqueleto» del viejo coliseo como base para la «tapa». Ahora Almeida regresa al plan inicial de soterrar los carriles.
Bajo tierra la Gran Vía y la M-30 Este
En los acuerdos para la investidura de José Luis Martínez-Almeida como alcalde de Madrid, tanto Vox como Ciudadanos reclamaron que se estudien otros dos soterramientos que cambiarían la ciudad. El primero es el de la Gran Vía, donde los de Abascal creen que es factible un túnel para desviar el tráfico bajo tierra. El otro quiere enterrar la M-30 en la Avenida de la Paz desde el Nudo Sur hasta el Puente de Ventas.
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