Madrid
Teresa pasó media hora sin atención médica tras la avalancha
Teresa pasó media hora sin atención médica tras la avalancha
Faltaban sólo dos días para que se cumpliera un mes de su ingreso en la Fundación Jiménez Díaz pero María Teresa ya no aguantó más. Después de 29 días luchando por su vida, las fuerzas de la quinta víctima del Madrid Arena se agotaron a mediodía de ayer. Los médicos no pudieron hacer nada por una joven de 20 años que, según se desprende del sumario del caso, al que ha tenido acceso este periódico, no atendieron de la forma más adecuada desde el momento en que perdió el conocimiento, sobre las 3:30 horas de la madrugada de aquel fatídico 1 de noviembre.
A María Teresa Alonso le practicó las primeras maniobras de reanimación un un vigilante de seguridad, según declararon dos agentes de la Policía Municipal de Moncloa-Aravaca que llegaron al lugar una vez conocidos los hechos, sobre las 4:00 horas. El acta policial recoge que se encontraban prestando servicio en la zona de acceso al recinto y, cuando fueron comisionados por la emisora para transladarse al interior, observaron «a una joven en el suelo y cómo un vigilante de seguridad le estaba realizando maniobras de reanimación (...) hasta la llegada del Samur». Es decir, que la joven fallecida ayer no recibió atención sanitaria avanzada hasta, probablemente, casi media hora después de que fuera aplastada y, en ningún momento por el equipo médico privado contratado por el organizador. Los agentes manifiestan que, desde las 4:05 hasta las 4:25 horas, los servicios sanitarios realizaron las maniobras necesarias para reanimar a la joven, que se encontraba lejos del botiquín privado, hasta que consiguieron reanimarla. Fue trasladada en estado crítico a la Clínica de Concepción (Fundación Jiménes Díaz). Teresa permaneció acompañada en todo momento por su amiga Elvira, según consta el el acta policial recogida en el sumario, que es quien facilitó los datos de la víctima a los agentes.
Pero no sólo estos agentes constatan la falta de atención a esta víctima. El supervisor de guardia del suceso, Antonio Sanjuán Linares, del servicio de Emergencias del Ayuntamiento de Madrid, remitió a su superior un informe en el que relata sus «impresiones sobre la situación en el botiquín del Madrid Arena», recogido también en el sumario de la causa, compuesto por cinco tomos y más de 3.000 folios.
Tras relatar su llegada al lugar, en la que un vigilante de seguridad le pide «con gran nerviosismo» que vaya al botiquín, Sanjuán se encuentra en la entrada del mismo al responsable del equipo médico del evento. «El Dr. Simón Viñals me comenta con gran tranquilidad que lleva toda la noche atendiendo a borrachos y ahora le traen "esto", no se encontraba atendiendo a ningún paciente en ese momento ni dando ningún tipo de intrucción al personal que se encontraba dentro del botiquín». El profesional comprueba que dentro hay «tres personas jóvenes en posible PCR (parada cardio respiratoria) y en ninguna de ellas se están realizando soporte vital avanzado y no en todas maniobras de soporte básicas regladas». El informe recoge cómo atienden a cada paciente para concluir con una clara impresión: «el equipo médico del evento no estaba preparado para esta situación, los responsables no reaccionaron de forma adecuada y según vamos llegando personal del Samur se van apartando de la atención». «En las tres pacientes -las que se encontraban dentro del botiquín, al parecer Rocío Oña, Cristina Arce y Katia Esteban- no se estaban realizando maniobras de reanimación avanzada, ninguna estaba monitorizada a nuestra llegada y ninguna tenía una vía periférica», advierte el profesional.
A la vista de estos hechos, resulta cuanto menos llamativo que doce días antes de la fiesta, Miguel Ángel Flores manifestara a Madrid Espacios y Congresos (Madridec) su «especial preocupación» por la atención sanitaria. En un correo electrónico enviado por la presidencia de FSM Group a Francisco del Amo López, coordinador general de Madridec el 19 de octubre a las 13:50 horas el organizador destaca su «especial preocupación por la atención sanitaria durante el desarrollo del evento». Una preocupación de tal magnitud que contrata, nada menos, que a dos médicos.
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