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Trinitario Casanova, un empresario hecho a sí mismo siempre en controversia
El empresario que podría poner fin al culebrón del madrileño edificio España es un hombre hecho a sí mismo en el mundo de los negocios y conocido por sus controvertidas operaciones inmobiliarias en plena crisis del ladrillo.
Trinitario Casanova, el empresario que podría poner fin, con su compra, al culebrón del madrileño edificio España, es un hombre hecho a sí mismo en el mundo de los negocios y conocido por sus controvertidas operaciones inmobiliarias en plena crisis del ladrillo.
Trinitario Casanova, el empresario que podría poner fin, con su compra, al culebrón del madrileño edificio España, es un hombre hecho a sí mismo en el mundo de los negocios y conocido por sus controvertidas operaciones inmobiliarias en plena crisis del ladrillo.
Poca información biográfica existe de este empresario sin formación académica nacido en la provincia de Alicante en 1964, que desarrolló su carrera empresarial en la región de Murcia hasta dar el salto al mercado nacional e internacional a través del grupo inversor Baraka.
Trinitario Casanova y su holding empresarial tienen su sede principal en el edificio "Hispania", uno de los mejores del centro de Murcia, la ciudad desde la que dirige también la actividad de la fundación bautizada con su nombre y que creó hace dos años para dar cobertura económica a actividades medioambientales, culturales y, sobre todo, de apoyo a la infancia maltratada.
En su entorno guardan hermetismo sobre la figura de este empresario, siempre rodeado de polémica y condenado hace un mes escaso por un delito contra el mercado y los consumidores, tras difundir falsos rumores de una opa en el Banco Popular para aumentar el precio de las acciones en 2008.
No es ni mucho menos la única experiencia de Casanova en los juzgados. Durante toda la década pasada se instruyó en Murcia el llamado "Caso Zerrichera"de presunta corrupción en la urbanización de unos terrenos protegidos en el municipio de Águilas para construir miles de viviendas, hoteles de lujo y un campo de golf, que no llegaron a levantarse por la intervención de un juez.
Esa finca protegida, que compró en 2004 Trinitario Casanova a través del Grupo Hispania, entonces de su propiedad, ocupaba unas 250 hectáreas y pagó por ellas diez millones de euros, un dinero que en doce meses multiplicó por quince al vender el terreno en 2005 en 150 millones.
Con incursiones en otros sectores económicos -fue dueño del desaparecido diario El Faro o la empresa de aeronáutica, también extinta, Jetnova de Aviación-, Trinitario Casanova ha obtenido sus mayores beneficios empresariales en el sector inmobiliario, donde este año ha protagonizado, entre otras, la venta de unos activos inmobiliarios en la Gran Vía de Madrid.
Se sabe de él que agasaja a sus clientes, o al menos lo hacía hace una década, con caros regalos como joyas y relojes de oro -gastó 305.000 euros entre 2005 y 2006; y también que guarda confidencialidad acerca de las personas con las que mantiene relaciones porque quienes viajaban con él en los aviones de su propiedad no aparecieron nunca en las listas de pasajeros.
La página web del Grupo Baraka recoge como líneas de negocio actuales la construcción de naves para supermercados, viviendas para población joven; promoción de centros comerciales; inversiones bursátiles; gestión cultural a través de la promoción de conciertos, y explotaciones agrícolas, entre otras.
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