Comunidad de Madrid

Una estación móvil vigilará la contaminación en toda la región

Medio Ambiente cuenta desde ayer con un medidor portátil que rotará por todos los municipios de la Comunidad que no cuentan con un dispositivo fijo. Su misión es comprobar que también cumplen con el plan de calidad del aire

Imagen de la boina de contaminación en la capital
Imagen de la boina de contaminación en la capitallarazon

El pasado 13 de mayo de 2016 la frontera entre Seseña en Toledo y Valdemoro en Madrid amaneció dibujada por una enorme nube de humo negro que, durante días, mantuvo en vilo a unos vecinos que se sabían respirando un aire sucio y potencialmente perjudicial para su salud.

El pasado 13 de mayo de 2016 la frontera entre Seseña en Toledo y Valdemoro en Madrid amaneció dibujada por una enorme nube de humo negro que, durante días, mantuvo en vilo a unos vecinos que se sabían respirando un aire sucio y potencialmente perjudicial para su salud. Al día siguiente, la Comunidad de Madrid envió una estación móvil para analizar la calidad atmosférica de la zona y garantizar la seguridad de aquellos ciudadanos preocupados: «Hubo que trasladar una estación móvil hasta allí, conectarla a la electricidad y poner de inmediato los equipos en prueba para que empezaran los trabajos de medición cuanto antes», explica Ricardo Vargas López, responsable del Área de Calidad Atmosférica de la Comunidad al hilo de una nueva inversión de más de tres millones de euros en el sector. Desde ayer la región ya tiene en marcha un nuevo plan de ampliación y mejora de su red de calidad del aire en el que una de las piezas claves es la incorporación de una nueva estación móvil como la que se ocupó hace cerca de tres años de la atmósfera dañada por el catastrófico incendio del vertedero de neumáticos de Seseña: «Contando con dos estaciones móviles tendremos más flexibilidad, porque podremos seguir haciendo campañas de medición en los municipios que carecen de estación fija y responder a las posibles situaciones excepcionales como lo es un incendio sin necesidad de interrumpir el circuito establecido para la primera estación transportable», aclara Vargas López.

La red de calidad del aire de la Comunidad de Madrid llegó tarde, o al menos, separada y después de la de la capital, cuya urgencia se hizo evidente antes que en el resto de municipios. No obstante, desde que en 1984 el resto de la región decidiera crear su propia red, ésta no ha dejado de crecer hasta equipararse en número a la de la ciudad de Madrid. Y es que, con la entrada en vigor de este nuevo contrato que por 3,1 millones de euros renueva por tres años el acuerdo de mantenimiento de la red regional de calidad del aire, además de la mentada estación móvil extra, se instalará también una nueva en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Esto quiere decir que en 2018 la Comunidad tendrá, igual de la capital, un total de 24 estaciones fijas, lo que, además, representa «aproximadamente el doble de lo que requiere la normativa europea», presume el responsable del área.

¿Y por qué en la Sierra? Aunque el foco de contaminación de la Comunidad está lejos de este enclave natural, tal y como detalla el informe elaborado por Ecologistas en Acción el pasado 17 de octubre bajo el título de «La contaminación por ozono en el Estado español durante 2017», «el viento desplaza la pluma de contaminación de Madrid hacia el norte, realizando un barrido de la sierra de Guadarrama en sentido horario, alcanzándose los valores más altos en las cumbres y en el corredor del Henares». Así, es allí, en lo alto de la sierra, donde este contaminante va a concentrarse –de hecho, la estación que actualmente registra valores más altas ozono troposférico es la de El Atazar, la más alejada de la Puerta del Sol de toda la red– para, a continuación, «desparramarse por la provincia de Segovia, llegando hasta la de Soria, a más de 100 kilómetros de distancia», que continúa el mismo texto. Por todo, «será muy positivo contar con un medidor a casi 2.000 metros sobre el nivel del mar para poder estudiar así la contaminación en altura», apunta Ricardo Vargas López.

Pero, puesto que el ozono troposférico no es el único contaminante que preocupa a los expertos, en el resto de estaciones de control de la red se llevará a cabo una serie de mejoras para hacerlas más precisas, cambiando sus equipos analizadores por otros «más modernos, avanzados y fiables», según palabras del responsable del Área de Calidad Atmosférica de la Comunidad. En este sentido, la mayor innovación recogida en este nuevo contrato es la introducción en la estación de Torrejón de Ardoz de un monitor continuo de partículas de carbón –conocido comúnmente como «equipo de black carbon»–, que permitirá determinar, además de la concentración de partículas en suspensión en el aire, su procedencia: «Con este innovador sistema podremos discriminar el origen de las partículas y saber si derivan de hidrocarburos del tráfico o si, por el contrario, son de origen natural, generadas en el Sahara y llegadas a Europa empujadas por las corrientes de aire», explica Vargas López.

Además de todo esto, dentro del presupuesto exacto de 3.183.098,60 euros hay sitio para algunos otros pequeños cambios, como la renovación del software de los equipos, la inclusión de alarmas contra intrusos y contra incendios o el lavado de cara de las estaciones para su mejor adaptación paisajística.