Patrimonio
«El sastre» abusaba de la confianza de sus víctimas para lograr sus mejores obras de arte
Los técnicos del servicio de Patrimonio Histórico de la Comunidad han colaborado con la Guardia Civil en la investigación
Su afán por acaparar obras de arte y piezas antiguas estaba absolutamente desbocado. Su casa en Bullas repleta de cuadros, ánforas, monedas de todas las épocas, tejidos y ornamentos religiosos de gran valor, manuscritos, piezas de sillería ornamental, así como muebles y vajillas de todas las épocas que había conseguido, unas veces por «donaciones» y otras expoliadas de yacimientos o compradas a pequeños ladrones que entraban en las casas cercanas.
Benito, el coleccionista de Bullas, detenido por la Guardia Civil el pasado mes de marzo, está hoy en libertad provisional, pero de su domicilio la Benemérita, en colaboración con el Servicio de Patrimonio Histórico de la Consejería de Cultura, sacó más de diez mil obras de arte, entre las que se encuentran piezas de incalculable valor como una vasija ibérica que, al parecer desapareció, cuando se realizaron las obras de restauración del museo de Caravaca de la Cruz. A ella hay que añadir un Lignum Crucis, que da nombre a la operación de investigación que realizan las Fuerzas de Seguridad, que, según parece, guarda en su interior un trozo de madera de la Cruz en la que murió Cristo, auntentificada por el propio Vaticano.
Este relicario pudo haber llegado a «el sastre» o «el modisto» como se le conoce a Benito, a través del que fuera obispo de Valladolid, Antonio García y García, natural también de Bullas que, según algunas fuentes consultadas pudo habérselo regalado, al igual que un retrato suyo, o un báculo, una capa y una mitra. Se dice que el Lignum Crucis, podría haber pertenecido al Generalísimo Franco quien se lo donó al obispo para construir el convento de las Carmelitas Descalzas de Tordesillas.
Pero la investigación apunta hacía otro lado. Dada la buena relación que Benito tenía con muchos conventos y congregaciones religiosas, a través de su profesión, las monjas confiaron en él para entregarle el cuadro que querían depositar en la parroquia del pueblo natal de su protagonista. A Bullas llegó desde Tordesillas pero se quedó a pocos metros de la iglesia, en el domicilio del portador.
El ahora imputado fue Camarero de Nuestra Señora del Rosario, patrona de la ciudad, y por ello le confiaron todas sus joyas, muchas de las cuales guardaba de los ojos de los fieles en un zulo-caja fuerte que se había construido. Como el doble fondo del armario donde los agentes con los inspectores de Patrimonio encontraron las más de 5.000 monedas de diversas épocas y culturas que guardaba.
Nadie conoce todavía la procedencia de un Libro de Salmos manuscrito, del siglo XIV, que se pudo recuperar junto a otros documentos bibliográficos de todas las épocas, como libros bautismales, de nacimientos o matrimonios de la localidad de Bullas.
Hay quien se pregunta cómo ha podido acaparar tantas piezas de arte sin que nadie haya interpuesto denuncia alguna. Otros aseguran que su delito es no poder demostrar la procedencia, pero los expertos hablan de expolio, robo y compra de objetos ajenos.
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