El silencio que antecede a la alegría de la Resurrección

La Región celebra con gran solemnidad las últimas procesiones de la Semana Santa

El silencio y la solemnidad de la tristeza invadieron ayer las calles de todas las poblaciones de la Región para conmemorar el segundo día de la muerte de Cristo. Nazarenos cubiertos de blanco, negro y morado acompañaron a los tronos que portaban las imágenes históricas.

Al inicio del Sábado Santo la procesión de las Ánimas en La Palma rememora lo que hacía esta cofradía, vigente desde el año 1703 hasta 1854, cuando acompañaban con estandarte y hachotes los entierros de los integrantes de la hermandad. Los penitentes, que visten túnica y capucha negra, recuerdan el descenso de Cristo a los infiernos para rescatar las almas del purgatorio.

También en Cartagena, los hachotes dejaron paso a la luz de las velas en la procesión de la Vera Cruz que salía, a las siete de la tarde, de la Iglesia de Santa María de Gracia. La insignia del desfile, el Trono del Santo Cáliz, antiguo «Carro Bocina», fue realizado por el artesano Manuel Orrico Gay en 1969.

Coincidiendo con las 19:10 horas hacía su salida desde el Rectorado de la Universidad Politécnica de Cartagena, la Procesión de las Mujeres que al llegar a la calle Duque se incorporó a la de la Vera Cruz.

En este desfile el trono, formado por las imágenes de la Virgen de la Soledad, Santa María Magdalena y Santa María de Cleofé va portado a hombros de mujeres.

En Murcia, las procesiones se abrieron a las cinco de la tarde con la conocida como de María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos». La talla, de Ramón Cuenca Santo, que es portada por 26 estantes, es una imagen realizada en madera de cedro tallada y policromada al óleo.

A las 19 horas partía de la Plaza de San Juan de Dios el desfile de la cofradía del Santísimo Cristo Yacente y Nuestra Señora de la Luz en su Soledad, en la que solo se oía el sonido de la campanilla del nazareno que abría la procesión.