«Lola versus»: Novio a la fuga

Cuando la poética del «mumblecore» se exporta a los dominios del cine «indie» más puramente convencional puede ocurrir lo que «Lola Versus» demuestra con sobredosis de descaro: que la frescura inicial de los conflictos dramáticos del movimiento que hizo del «do it yourself» su arma de resistencia se transforme en un paseo estéril por el amor y sus etcéteras. Que la protagonista, Greta Gerwig, con todo su carisma de pato corpulento buscando su merecido lugar en las Navidades futuras de la «screwball comedy», no consiga levantar el ánimo de la película es, desde luego, la prueba irrefutable del poco interés que despierta su personaje, de lo mal trabajada que está la evolución de su caprichosa psicología.

Sin embargo, la musa del «mumblecore» hace lo que puede para inyectarle algo de su gracia natural a esta estudiante de doctorado que, poco tiempo después de cumplir los 29, es abandonada por su novio a las puertas del altar. Obligada a enfrentarse a bocajarro con la incertidumbre de la soltería, la vemos marear la perdiz durante un año que se nos vende como supuestamente crucial en su vida, habiendo de soportar sus vaivenes emocionales, las dudosas bromas autoflagelantes de su mejor amiga y el complaciente retrato de un Manhattan bohemio que huele a rancio (¿y por qué esa obsesión por el matrimonio?).

A veces, «Lola Versus» parece el hipotético episodio piloto de una mala imitación de la serie «Girls»; pero otras, en cambio, ni siquiera llega a parecerse a eso.