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Opinión
Bacterias intestinales y depresión
En el tracto intestinal viven alrededor de 100 billones de microorganismos. En uno saludable existe un entorno en el que la mayoría de las cepas bacterianas patógenas no se siente a sus anchas. Ahora bien, el contenido intestinal también puede contener patógenos y sustancias tóxicas.
Los organismos probióticos luchan contra los patógenos por lograr un lugar de adhesión a la pared intestinal. Para ello, forman bacteriocinas y ácidos grasos de cadena corta. Estos últimos nutren el epitelio intestinal, con lo que crean una fuerte barrera contra los patógenos. Por otro lado, estos ácidos grasos reducen el pH, lo que hace expulsarlos.
Mediante el eje intestino-cerebro, el microbioma cumple una función importante en la interacción entre el intestino y el cerebro. Los patógenos del intestino también pueden entrar en el torrente sanguíneo y provocar una inflamación. A través del eje intestino-cerebro y la inflamación, un estado patobiómico puede dar lugar a diversas psicopatologías, entre las que se algunos estudios incluyen la depresión.
Alrededor del 80% del sistema inmunitario tiene su origen en el intestino. Los microorganismos probióticos mejoran la respuesta inmunitaria tanto celular como humoral. La artritis, las úlceras de estómago, las reacciones alérgicas y la inflamación crónica del intestino pueden reducirse gracias a la reparación del intestino hiperpermeable y a la optimización del microbioma intestinal. El efecto antiinflamatorio de los probióticos no se limita al tracto intestinal, sino que también actúa frente a afecciones de la piel como el acné, la psoriasis y el eczema.
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