Comunidad de Madrid

Los doce momentos históricos del reloj de la Puerta del Sol

Desde las uvas de incógnito de Alfonso XIII, la pesa que llegó al despacho del gobernador o el obús que atrevesó una esfera hasta el gazapo de Marisa Naranjo: las campanadas de reloj han despedido ya 150 años

El mítico reloj de la Puerta del Sol lleva ya 153 despedidas de año viejo y bienvenidas al nuevo. Desde su altura, ha visto pasar importantes acontecimientos de la historia de España: los fusilamientos del 2 de mayo de 1808, ante la fachada de la iglesia del Buen Suceso; el asesinato de José Canalejas, frente al escaparate de la Librería San Martín (1912), hasta la sentada del Movimiento 15-M, en la Puerta del Sol (2011), pasando por la proclamación de la II República, desde el balcón principal de la Real Casa de Correos (1931), o el paso del cortejo fúnebre con los restos del alcalde Tierno Galván (1986).

Al ritmo de las doce campanadas, hemos querido señalar doce momentos históricos o curiosos en la historia del reloj. Pero, antes de la primera campanada, empecemos por los «cuartos», que son el preámbulo, el origen de una historia y de una tradición.

El reloj fue un regalo al pueblo de Madrid, en la persona de Isabel II, del relojero leonés, José Rodríguez Conejero, más conocido por Losada, que era el nombre del pueblo en que nació. Trabajaba en Londres, donde había adquirido fama como uno de los mejores del sector en todo el mundo. Tardó tres años en construirlo, y fue inaugurado el 19 de noviembre de 1866, con la presencia de la reina, y para celebrar su 36 cumpleaños.

La prensa de la época seguía muy de cerca todos los pormenores en torno al nuevo reloj que se iba a instalar en lo alto del edificio que fue Casa del Correo. He aquí un ejemplo: «Es probable que, a fines de esta semana, estén concluidas y montadas en su lugar las columnas y armaduras que se construyen en la fábrica del Sr. Sanford para el nuevo reloj de la Puerta del Sol. La armadura se está haciendo bajo la dirección del ingeniero D. Víctor Hugo, y consiste en ocho columnas sobrepuestas y fuertemente enlazadas entre sí. Las cuatro superiores están destinadas a llevar tres campanas. La armadura irá coronada de una elegante cúpula, y tendrá unos treinta pies de elevación».

1. El primer reloj

funcionaba mal. La iglesia del Buen Suceso estaba ubicada en el lugar donde se levantó después el Hotel París, y en cuya parte superior fue colocado el anuncio luminoso del Tío Pepe, trasladado hace pocos años a otro inmueble, también de la Puerta del Sol. El templo fue derribado en 1854, y con él, el reloj. Se decidió entonces que tendría que seguir habiendo un reloj de referencia, grande para que se divisara desde todas las latitudes de la plaza. Y se instaló en lo alto de la Real Casa de Correos. Contaba con tres esferas y dos manecillas, pero la expectación levantada por el que se consideraba el más preciso mecanismo del momento, se quebró cuando empezaron a apreciarse errores de bulto en su funcionamiento. Pronto fue presa de chascarrillos, dimes, diretes y burlas, hasta hacerse popular una coplilla muy extendida:

  • «Este reló tan fatal que hay en la Puerta del Sol, dijo a un turco un español, ¿Por qué funciona tan mal? El turco, con desparpajo, contestó cual perro viejo: este reló es el espejo del Gobierno que hay debajo».

Debajo estaba el ministerio de la Gobernación. El reloj estuvo por poco tiempo en su atalaya, y en 1866 fue sustituido por el actual, el de Losada.

2. La bola no estaba

En 1890 se le colocó al artefacto una bola de grandes dimensiones, con el ánimo de que, cuando empezara a caer, el público advirtiese que iban a comenzar los cuartos, como paso previo a las doce campanadas.

3. Salida de las diligencias

Una de las utilidades más apreciadas del reloj es que marcaba la hora de salida de las diligencias y coches de alquiler con parada de salida en la Puerta del Sol.

4. Un lugar para «quedar»

Desde el principio, la importancia de este artilugio hizo que los madrileños, forasteros e «isidros» llegados de fuera por motivo de las fiestas del Santo Patrón, lo escogieran como lugar de referencia para citarse: «Quedamos debajo del reloj de Gobernación». Con el paso del tiempo fue sustituido por otros emblemas de la Puerta del Sol como el «kilómetro cero», la estatua del oso y el madroño o la de la Mariblanca.

5. La pesa que llegó al despacho del gobernador

En el año 1928 se produjo un suceso insólito: se desprendió una de las pesas del reloj, que traspasó el suelo y cayó en el despacho principal del Gobernador. Milagrosamente, en esos momentos no había nadie en la estancia.

6. La última Nochevieja en la que acudió Alfonso XIII

Dicen que a Alfonso XIII le gustaba asistir en directo, de incógnito, a la transición del año viejo al nuevo en este punto. La Nochevieja de 1930, fue la última en la que el monarca se hizo presente en la Puerta del Sol.

7. Un obús atravesó una esfera

Al comienzo de la guerra civil, en otoño de 1936, estalló una bomba en el comienzo de la calle Mayor. Como consecuencia de la detonación, las cuatro esferas del reloj saltaron por los aires. Sólo se repuso la que da a la Puerta del Sol. Dos años más tarde, un obús atravesó una de las esferas de un lado a otro, aunque no causó desperfectos en la maquinaria.

8. Venezuela quiso comprarlo

Madrid estuvo a punto de perder su histórico y popular reloj, cuando en 1952, el gobierno de Venezuela quiso comprarlo para llevárselo. A través de su embajador en España, hubo negociaciones con el Ayuntamiento, pero el alcalde en aquellos momentos, Conde de Mayalde, no lo consintió.

9. Primeras campanadas en TVE

En la Nochevieja de 1962, se produjo un acontecimiento histórico: por primera vez, Televisión Española emitió en directo para todo el país las doce campanadas desde la Puerta del Sol, acto presentado por Matías Prats (padre). Y a partir de entonces, lo ha hecho de forma ininterrumpida, aunque con la creación de las televisiones autonómicas y las privadas, TVE ya no las da en exclusiva para toda España.

10. «Gazapazo» de Marisa Naranjo

La llegada de 1990 trajo uno de los gazapazos más sonados de TVE. Retransmitía la presentadora Marisa Naranjo, quien se hizo un lío con el tema del carrillón, los cuartos y las campanadas. Anunció cómo cuartos, lo que ya eran las campanadas. Cuando el carillón volvía a su lugar, dijo: «Aquí comienzan las doce campanadas», pero lo que comenzaba era el nuevo año. Marisa Naranjo, turbada, confundida, se despidió de los telespectadores con un deseo: «Espero que todos ustedes hayan tomado las uvas sin precipitación y de acuerdo como hayan sonado».

11. En 1990 se paró pocas horas antes de despedir el año

Un año después de aquel error de Marisa Naranjo, el reloj estuvo a punto de dar un nuevo susto, pues su maquinaria se paró pocas horas antes de despedir el año. El motivo fue el cable de una cámara de televisión, que se había enganchado en las piezas y dejó al reloj sin pulso, y casi también, a las personas encargadas de su mantenimiento. Afortunadamente, el incidente se pudo subsanar a tiempo.

12. En 1996, se le aceleró el pulso y produjo atragantamientos

La última anécdota de gran calado popular y mediático, se produjo en la Nochevieja de 1996. A la maquinaria se le aceleró el pulso, y las campanadas corrieron desbocadas, lo que produjo que miles de personas en toda España se atragantaran con las uvas, en el intento se seguir el ritmo alocado del reloj. Los 36 segundos que duraba el sonido de las doce campanadas, se redujo en aquella ocasión a menos de la mitad, 17 segundos. A raíz de esta incidencia, el relojero Vicente Rodríguez, encargado de este reloj, dijo que pondría unos prolongadores para que se tarde más tiempo en levantar los martillos que golpean la campana, y dejar así unos tres segundos entre uva y uva, para evitar atragantamientos.

Este mítico reloj aparece en el cine, en la película «El misterio de la Puerta del Sol», dirigida por Francisco Elías, y que fue la primera sonora del cine español. También en el mundo de la música, en la canción de Nacho Cano, «Un año más», del álbum «Descanso dominical». En la literatura, en la novela de Camilo José Cela, «San Camilo 1936», y en la obra «El arquitecto y el relojero», del dramaturgo Jerónimo López Mozo.

El histórico reloj conserva en la actualidad, en un 98 por ciento, su maquinaria original. No es el único reloj de torre obra de Losada. También hay otros localizados en varias ciudades españolas: el del Ministerio de Fomento –que ahora está en un depósito municipal–, el de la Catedral de Málaga, el del Colegio Naval de San Fernando, en Cádiz, el del Ayuntamiento de Sevilla y el del Colegio de los Escolapios de Getafe.