Empleo

Los centros de mayores de Móstoles en peligro: «Nos quedamos en la calle por un error que no es nuestro»

Hasta 37 trabajadores municipales podrían quedarse sin empleo el 1 de enero por un olvido del Ejecutivo, que no renovó su contrato a tiempo

Las trabajadoras y trabajadores de los centros de mayores de Móstoles llevan varios días concentrándose en protesta por su situación.
Las trabajadoras y trabajadores de los centros de mayores de Móstoles llevan varios días concentrándose en protesta por su situación.©Gonzalo Pérez MataLa Razón

Los viernes son día de paseo, aunque tenga que ser con la ayuda de un andador. A ritmo muy lento y sin alejarse demasiado de casa, las conocidas como «las chicas de oro de Móstoles» no perdonan su salida semanal por nada del mundo y, a sus 90 años, esperan con entusiasmo el momento de encontrarse con Isaac, trabajador del Centro Municipal de Mayores Juan XXIII que las acompaña en sus excursiones al parque para amenizarles el camino...hasta ahora. Y es que, por un error administrativo reconocido por la alcaldesa Noelia Posse y su equipo, el próximo podría ser el primer viernes sin paseo, tanto para este grupo de mujeres como para otros muchos usuarios de los centros de mayores de Móstoles que ven tambalearse estos espacios al peligrar su recurso más importante: el capital humano.

«Fue el propio personal del Ayuntamiento, los compañeros cuyos despachos son contiguos a los nuestros, los que nos advirtieron de que algo estaba pasando, de que nos íbamos todos a la calle», desvela Isaac sobre cómo supieron él y los otros 36 trabajadores municipales de los centros de mayores de Móstoles que el Ejecutivo no había renovado su contrato. Desde entonces, todos ellos se movilizan en busca de una solución para no perder lo que consideran esencial para el bienestar de la ciudad: el cuidado de sus mayores.

«A raíz de que empezáramos a preguntar, los técnicos decidieron reunirnos a principios de mes, pero no se han vuelto a poner en contacto con nosotros», lamenta Mónica, compañera de Isaac en el mismo centro de mayores que se muestra especialmente decepcionada con un gesto de la concejala socialista, más después de que la alcaldesa les trasladara sus disculpas durante el último Pleno: «Durante nuestra concentración del viernes, María Dolores Triviño se acercó a escuchar a los mayores que asistieron en nuestro apoyo y repitió en varias ocasiones que les estamos manipulando», asegura la trabajadora. Por contra, ellos, que acuden por voluntad propia a estas protestas pacíficas, tienen una opinión bien distinta: «La mitad de nosotros nos hemos muerto en las residencias y ahora que parece que las cosas van mejor nos cierran los centros de mayores, pero, ¿qué quieren de nosotros?», le lanzaba retórico un usuario a Isaac.

Mónica tiene 35 años y un bebé de nueve meses. Lleva trabajando algo menos de seis años en el Centro Municipal de Mayores Juan XXIII de Móstoles, pero para ella y su familia es esencial mantener su puesto: «Mi pareja se dedica a la hostelería y no está trabajando actualmente por culpa de la pandemia, con lo cual, mi sueldo es ahora mismo el único que entra en casa y nos quedamos en la calle», afirma tan serena como puede la monitora de terapia ocupacional. Isaac, a sus 49 años y también con un hijo, se encuentra en la misma situación tras 25 años cubriendo el mismo puesto con pasión: «Este trabajo es vocacional y lleva una enorme implicación emocional, tanto para ellos como para nosotros porque en estos tiempos el mayor problema al que se enfrentan los mayores es a la soledad», explica mientras repasa las actividades que realiza con las personas con las que trabaja y que tienen una media de edad de 86 años. Estimulación cognitiva con talleres de memoria, ejercicios de recuperación funcional para mejorar su vida diaria y hasta intervenciones a domicilio en los casos más complicados. Por su parte, Mónica dirige clases de gimnasia, les enseña a utilizar un móvil o a encontrar su vena artística con clases de óleo y manualidades. Pero, sobre todo, el trabajo de Isaac, de Mónica y del resto de trabajadores que no saben qué será de su futuro en 2021, consiste en cuidar y en acompañar a estas personas que, dicen, «son las grandes olvidadas por la sociedad y por los políticos».

Tras superar los meses más difíciles de la pandemia junto al sector más vulnerable frente a esta amenaza sanitaria, los trabajadores de los centros de mayores de Móstoles piden una solución a un problema del que no son responsables o, por lo menos, un compromiso por parte del Gobierno y de la alcaldesa: «Necesitamos que alguien nos diga que vamos a tener trabajo el 1 de enero para dejar de vivir con esta ansiedad porque con que nos digan que están trabajando en ello constantemente yo no le doy de comer a mi hija», denuncia Mónica después de demasiados días de incertidumbre. «A los políticos se les valora por su capacidad de cumplir sus promesas; es su momento de demostrar que son personas», concluye Isaac consciente de que el tiempo se les acaba.

Centros de mayores semicerrados por la pandemia

Antes de marzo de 2020, los centros de mayores de Móstoles daban servicio a 3.400 personas, pero, con la llegada de la Covid-19 y sus restricciones, muchas de las actividades presenciales han tenido que cancelarse o adaptarse a las nuevas circunstancias, lo que, no obstante, no quiere decir que los trabajadores hayan dejado de desarrollar su labor. «Aun con los centros semicerrados estamos tratando a 1.200 usuarios que, como nosotros, no saben si podrán continuar realizando actividades a partir del 1 de enero», explica Mónica, una de las monitoras. Los afectados por este error del Gobierno de Noelia Posse miran con preocupación la insistencia con la que los políticos apelan a la situación de pandemia en sus argumentaciones, temiendo que su trabajo se invisibilice pese a que, haciéndolo, incluso, acudiendo a los domicilios, como hace Isaac, terapeuta ocupacional.