Teatro
Qué sucede en tu vida mientras esperas al futuro
Fango presenta en los Teatros del Canal «La espera», que cierra una trilogía sobre la búsqueda de la identidad a través del tiempo
Es posible que, a poco que nos paremos, podamos comprobar que muchas personas nos pasamos gran parte de nuestra vida esperando, que quizá se nos va inédito el presente mientras planeamos un futuro mejor. Pero «lo único real es el presente y las expectativas que ponemos en el futuro a veces juegan en contra y nos perdemos muchas cosas porque la realidad nos cambia los planes», explica Camilo Vásquez, director de «La espera», un proyecto del Colectivo Fango que nace como cierre de una trilogía sobre la búsqueda de la identidad a través del tiempo y que se estrena hoy en los Teatros del Canal. Una pieza que parte de su forma de encarar el futuro, escenario predilecto de la imaginación y el deseo, sobre lo que está por venir y quienes esperamos ser. «Más que planificar, decidimos instalarnos en qué ocurre mientras uno espera que pase lo que quiere que pase, en ese periodo de estar esperando algo, un cambio, una respuesta, el éxito…¿Qué pasa mientras esperamos que llegue lo que cada uno desea? –se preguntaban–. Nuestra curiosidad era querer saber esto, qué nos ocurría durante la acción de esperar. Empezamos a investigar y nos pasaron muchas cosas, sobre todo un confinamiento en mitad del trabajo y, más espera que esa es imposible, con lo cual confirmamos que el futuro siempre es incertidumbre. A partir de ese parón –apostilla el director–, la obra se resignificó completamente».
Su creación llegó a través de un texto de las «Las confesiones» de San Agustín que habla del tiempo. «Él afirma, contrariamente a lo que se cree, que no hay tres tiempos, sino uno solo, que es el presente –explica Vásquez–, el presente del pasado, al que vincula con la memoria; el presente del presente, con la contemplación y el presente del futuro, que es la espera». Con esta idea crearon la trilogía «F.O.M.O» (Fear of Missing Out), que investiga la compulsión por saciar el presente, contemplaba la hiperconectividad de las nuevas tecnologías, las redes sociales y el cambio de paradigma que implica la sociedad digital del nuevo siglo. «Tribu» investigaba el «presente de las cosas pasadas», y hace un viaje al origen, habla de la memoria, de recuerdos. Después de esto, «el siguiente paso en nuestro recorrido artístico era hablar del presente del futuro, que San Agustín vincula con la espera –afirma–. Una obra en la que apostamos por crear personajes, una especie de avatares o alter egos, con los que armamos un gran juego apostando de forma contundente por el humor».
Son cinco personas que se transforman, una chamana, una miss–samurái totalmente punky, una diva del «show-business», un político y el mesías, un guía espiritual-musical. Todos esperan que suceda algo, cada uno algo diferente: un avance, un reinicio, una catástrofe, un ajuste de cuentas, una respuesta... Participan de un juego en el que sólo puede quedar uno en una competición que acaba con un final totalmente abierto. «Que cada uno decida y dé su propia respuesta, la idea es que el espectador termine de crear la obra», anota Vásquez. Cada uno encarnará el tiempo de su propia espera desde una isla, una especie de limbo o espacio cerrado sin relación entre ellos sin saber muy bien hacia dónde ir, a dónde llegar o qué alcanzar, cada uno con su objetivo, su deseo, su anhelo. «Y todo esto decidimos hacerlo con mucho humor, mucho gamberrismo, ilusionados y dentro de un contexto cultural muy inestable, cambios de horario, toques de queda, posibles positivos al virus, nevadas…Estamos en tensión permanente. Nunca mejor que ahora para ver el futuro como incertidumbre», concluye.
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