
Innovación
La app sostenible que evita los asientos del coche vacíos
La startup madrileña Hoop Carpool busca contribuir a la descarbonización a través de una cultura compartida

El pasado 31 de mayo, el metro de Madrid cerró por obras una de sus arterias principales: la Línea 6, la única que traza una circunferencia completa alrededor de la ciudad. Desde entonces, más de 600.000 madrileños que la utilizaban a diario han tenido que reinventar sus desplazamientos. Las escenas de andenes colapsados, colas interminables para tomar lanzaderas y autobuses desbordados se han vuelto parte del paisaje urbano. Pero mientras esto ocurre, miles de coches particulares circulan cada día con un único ocupante: su conductor. Una imagen cotidiana, sí, pero también un síntoma claro de ineficiencia estructural.
LA RAZÓN escucha a Paula Ibor, que trabaja en el sector industrial de Zaragoza: «No tengo coche y el transporte público hasta donde está mi empresa es muy complicado. Aceptar el trabajo sin saber cómo me desplazaría me generaba mucho estrés. Saber que podría compartir coche con otros compañeros fue un alivio».
A esta cuestión responde la startup madrileña Hoop Carpool, que se plantearon la siguiente pregunta: ¿Y si la solución no estuviera bajo tierra, sino en los propios asientos libres que ya ruedan por la ciudad? Es decir, que el coche compartido se convierta en una herramienta eficaz, ecológica y de impacto inmediato frente al caos de movilidad. «Hoop Carpool nace porque nosotros mismos sufríamos el problema», cuenta Paloma Martín, CEO y cofundadora de la empresa, junto a tres socios que también vivieron los atascos diarios para llegar a clase o al trabajo. «Queríamos una forma de moverse más eficiente, sostenible y humana. El resultado fue, según explican, una aplicación móvil que permite compartir trayectos de manera segura entre personas con rutas similares. Con tres clics, el usuario encuentra compañero de viaje, con perfiles verificados, valoraciones públicas y chat seguro. Un sistema que ya ha permitido más de 300.000 viajes compartidos y evitado más de 1,1 millones de kilos de CO₂. Todo eso desde una interfaz diseñada en Madrid, pero pensada para crecer a escala global.
Nuria Torrijos, otra usuaria habitual de la aplicación cuenta que «voy al trabajo con una abogada y un ingeniero aeroespacial. Charlamos, nos ayudamos... Compartir coche no solo me ha ahorrado dinero, sino que también me ha conectado con personas».
Asimismo, los usuardestacan que Hoop no es un Blablacar urbano, pues no busca viajes ocasionales o de larga distancia. Su foco está en los trayectos diarios: ir al trabajo, a clase o al polígono industrial. En ese flujo masivo donde millones de vehículos circulan cada día con un único pasajero, hay un potencial de optimización inmenso. Y sobre todo en momentos en los que el transporte público se encuentra colapsado.
Cierre de la L6
El cierre de la Línea 6 se ha dividido en dos fases, y se prolongará durante meses. En teoría, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid han desplegado lanzaderas gratuitas, refuerzos de autobuses y otras medidas paliativas. En la práctica, muchos ciudadanos denuncian tiempos impredecibles, colas agotadoras y desplazamientos que se han duplicado en duración. En ocasiones, los autobuses no son una solución muy eficaz porque terminan atrapados en el mismo atasco que generan los coches.
Según datos municipales, en Madrid se realizan alrededor de 5,7 millones de desplazamientos diarios en coche privado. La ciudad está pensada (y atascada) para ese flujo. Pero ese número incluye un porcentaje enorme de vehículos ocupados por una sola persona. Ahí es donde Hoop ve la oportunidad de cambiar el paradigma: usar mejor lo que ya existe. En las semanas posteriores al cierre de la L6, Hoop ha registrado un aumento del 27% en las búsquedas de rutas en las zonas afectadas. «Eso indica que la ciudadanía está buscando alternativas reales. Hay disposición. Solo hace falta facilitar el encuentro», dice Paloma Martín.
El impacto de compartir coche no es solo medioambiental, aunque el ahorro de emisiones es notable, sino que también puede resultar económico. Según informan desde la plataforma, un pasajero puede ahorrar hasta 60 euros al mes, y un conductor más de 1.000 euros al año al compartir costes. Pero hay más: el carpooling permite acceder a lugares mal conectados por transporte público, mejora la conciliación familiar y reduce el estrés de conducir solo todos los días. Incluso fomenta el networking. «Muchos usuarios nos cuentan que han hecho amistades o contactos laborales compartiendo trayectos», explica Paloma.
Para consolidar la confianza, la app cuenta con sistemas de verificación de identidad y valoraciones, como en las principales plataformas de movilidad. «Pero hay un extra: Hoop es la única app en España certificada para emitir Certificados de Ahorro Energético (CAEs). Esta herramienta permite a las empresas que promueven el carpooling entre sus empleados acreditar su impacto ecológico, e incluso monetizarlo. Así, se convierte también en una solución para la movilidad corporativa sostenible», añaden.
De Las Rozas a CIU
Aunque el fenómeno del carpooling sigue enfrentando resistencias culturales, como el miedo a compartir espacio con un desconocido o simplemente la costumbre de ir solo, Hoop ha conseguido crecer gracias a alianzas clave: ya colaboran con ayuntamientos como el de Las Rozas, con empresas como PharmaMar, Takeda o Humana, y con universidades como la UPM, UCM, UFV o la URJC. En zonas periféricas, donde el transporte público es escaso o insuficiente, su impacto es mayor: permite reducir la dependencia del coche sin renunciar a su utilidad. «La gente está más dispuesta de lo que parece. Lo que faltaba era una herramienta sencilla, fiable y que funcionara de verdad», dice Martín. De momento, Hoop gestiona 1.000 trayectos diarios en Madrid, que evitan aproximadamente 3.000 kg de CO₂ cada día.
Asumiendo que la sostenibilidad parte por una apuesta firme por el transporte público y vehículos modernos y capacitados que contribuyan a la descarbonización, hay situaciones que requieren medidas complementarias. La clave está en que, aunque el coche siga existiendo, se optimice su uso. En esta línea, el coche compartido no compite con el metro ni con el autobús. De hecho, puede complementarlos: en trayectos mixtos donde el transporte público no llega, o como solución temporal ante crisis como el cierre de la L6. Es también una herramienta contra el colapso del centro urbano: si menos coches entran en la ciudad, mejora la fluidez para todos. «Queremos que cada plaza vacía en un coche se vea como una oportunidad. No es solo una cuestión ecológica, sino de lógica urbana», añade Martín.
Madrid como laboratorio de movilidad
El Ayuntamiento de Madrid ha lanzado en los últimos años diversas iniciativas de movilidad sostenible: zonas de bajas emisiones, limitaciones de aparcamiento, y planes para electrificar su flota de autobuses. Pero el éxito real de cualquier política pública pasa por implicar a la ciudadanía. Y eso solo se consigue con opciones que sean accesibles, eficaces y atractivas. Con esta premisa nació Hoop Carpool, y se posicionan como agentes de cambio: permiten a los ciudadanos participar en la transformación de la ciudad sin necesidad de grandes inversiones ni esperar décadas de obras. «Nuestro mensaje es simple: si ya vas en coche, no vayas solo. Y si estás buscando cómo llegar al trabajo tras el cierre del metro, mira quién va por tu ruta. Lo más probable es que haya alguien más», dice Martín.
Carpooling y el futuro de las ciudades
Desde Madrid, Hoop Carpool ya se ha expandido a otras ciudades como Barcelona, Valencia, y Sevilla, y está activa en siete países de Europa y América Latina, incluyendo México, Colombia y Portugal. Sus planes de futuro incluyen desembarcar en EE.UU. y consolidar su presencia en polígonos industriales, hoteles y zonas con escasa conectividad. Porque el problema, y la solución, es global. «El 80% del tiempo, los coches están aparcados. Y cuando circulan, van casi vacíos. Eso es insostenible», advierte Martín. Y en un mundo que busca la descarbonización, reducir emisiones no es una opción: es una urgencia. Y cualquier medida que permita hacerlo sin sacrificar comodidad, ni esperar décadas, debe ser parte de la conversación, incluidas las transitorias.
Pese a los avances, aún queda camino por recorrer. Los integrantes de esta aplicación consideran que cambiar la mentalidad de los conductores, integrar el carpooling en políticas públicas de movilidad, y normalizar la idea de que compartir coche es tan natural como tomar el metro o el bus. «Nos enfrentamos a una barrera cultural más que tecnológica», menciona Martín. «El reto ahora es construir una nueva cultura del desplazamiento: más colaborativa, más consciente, y más eficiente». Por tanto, mientras los cambios llegan con soluciones eléctricas o subterráneas, compartir la movilidad también puede formar parte de la transición hacia la descarbonización.
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