Madrid castiza

El Bar Melo’s se queda en Lavapiés

Cinco meses después de la jubilación de su antiguo propietario, un equipo de jóvenes ha reabierto este mítico local sin reformas de por medio y manteniendo la carta original

Rafael Riqueni (31 años) acaba de reabrir el Bar Melo’s junto con un socio y regenta un bar de copas en Malasaña.
Rafael Riqueni (31 años) acaba de reabrir el Bar Melo’s junto con un socio y regenta un bar de copas en Malasaña.Cipriano Pastrano DelgadoLa Raz—n

El padre de Ignacio nació en Valladolid, pero se curtió en Madrid: en 1966 fundó Casa Revuelta a unos pasos de la Plaza Mayor y trabajó sin descanso hasta conseguir convertir su establecimiento en un símbolo de la identidad castiza de la capital. El padre de Rafael nació en Sevilla, pero vino a Madrid en busca del éxito y lo encontró: es considerado uno de los maestros de la historia de la guitarra flamenca. Entre los dos, Ignacio y Rafael suman 60 años, que son menos de que los que tiene su predecesor José Ramón, hostelero de raíces leonesas que, durante cuatro décadas, capitaneó junto a su mujer Encarni el Bar Melo’s en Lavapiés. «Yo le conozco desde que era niño, incluso me llevó al cine en alguna ocasión», recuerda Ignacio sobre el antiguo dueño del que ya es su local; «fui un cliente fanático del Melo’s y no quería que mi bar favorito muriera», continúa. No ha pasado ni medio año desde que José Ramón echara el cierre por jubilación tras una última temporada estival extraña y la persiana del Melo’s vuelve a levantarse diariamente en Lavapiés.

«¿Cómo está tu madre? Aún me acuerdo de cuando ibas en el cochecito, ¡qué alegría seguir viéndote por aquí! ¡Que tengáis mucha suerte!», lanza desde el otro lado de la calle una vecina mientras se dirige a paso ligero hacia su casa a la hora de comer. «¿Cómo fue la inauguración? Nosotros vamos a echar una caña, acércate luego si quieres», propone entreabriendo la puerta del bar que todavía no está en horario de servicio otra camarera de la zona. Heredero del nombre de su padre, Rafael Riqueni es un joven querido en el barrio que le vio crecer: «Sí, sí, soy de aquí de toda la vida, mi antigua casa está en el primero del número 40, aquí al lado», argumenta a su favor tras la pregunta de otros curiosos de si será capaz él y su equipo de conseguir que las croquetas del Melo’s sigan sabiendo a eso. Y es que, efectivamente, ser del barrio y haber recogido la comida de muchos fines de semana en la ventanilla de este bar en el número 44 de la calle del Ave María es medio camino andado para demostrarse como dignos sucesores de José Ramón Álvarez y su legado.

Junto al menú de diapositivas luminosas en la pared tras la barra, hay un cartel que reza: «Si quieres disfrutar comiendo un montón, pide pementos del padrón». Así, sin hashtags ni arrobas, solo una rima consonante como prueba y testigo de que los dos jóvenes socios cumplirán con su palabra de mantener la esencia del Melo’s intacta. «Sabemos que para que esto funcione la clave está en que el bar sea el mismo, si no, la gente se nos echaría encima», bromea Rafael que, a sus 31 años, ya tiene diez de experiencia en el sector. Así pues, antes de aventurarse a reabrir el pasado 24 de febrero, Ignacio y Rafael se preocuparon de buscar dos buenas manos que poner al mando de los fogones: «Nuestro cocinero viene de la gastronomía de vanguardia, pero se está tomando la réplica del menú original del Melo’s como un reto, ¡y puedo garantizar que está más que aprobado», asegura Rafael.

Y debe de ser verdad, porque durante la reinauguración, al vecindario no le importó guardar colas de hasta una hora para comprobar con sus propios ojos y con sus propios paladares que, con las mismas mesas, los mismos expositores y hasta los mismos desconchones en las paredes porque las ganas de abrir eran mayores que las de tapar viejas heridas, como dice Rafael con orgullo, «el Melo’s se queda» y, con él, el barrio de Lavapiés resiste.

El «take away» más castizo

Hubo un tiempo en el que el Bar Melo’s hacía entregas por ventanilla, pero nunca ninguna de sus raciones estuvo disponible a domicilio. Hasta ahora, porque los nuevos dueños del local reconocen que está entre sus planes abrir horizontes en este sentido: «Recuperaremos la ventanilla y más adelante nos gustaría sumarnos a alguna de las muchas plataformas de pedido de comida tan popularizadas ahora», dice Rafael Riqueni. Esto quiere decir que tal vez en unos meses los platos más míticos del Melo’s viajen por la ciudad en los paquetes de repartidores sobre ruedas, y no solo, sino también algunos de los sabores más reconocibles de Casa Revuelta en un guiño al que fue el hogar durante mucho tiempo del otro socio, Ignacio Revuelta.