Prevención

Lo que ha cambiado en Madrid seis meses después de Filomena

Carlos Novillo, Viceconsejero de Interior y Director del 112, señala las medidas ya implantadas y futuras para afrontar fenómenos similares

Carlos Novillo, director de la Agencia de Seguridad y Emergencias Madrid 112
Carlos Novillo, director de la Agencia de Seguridad y Emergencias Madrid 112Alberto R. RoldánLa Razón

-¿Qué lección han aprendido desde los poderes públicos tras el paso de la borrasca Filomena?

Todos los episodios que estos dos años hemos vivido en la Comunidad (incendios, inundaciones, nevadas, incluso la pandemia) han sido analizados por nuestro Gobierno. En concreto, con Filomena hemos aprendido que pese a que emitimos alertas a la población desde AEMET y ASEM112, con más de 48 horas de antelación, no logramos poner en primera línea de prioridad de los medios de comunicación, las redes sociales y por tanto, de los ciudadanos esta advertencia sobre un nivel rojo que nunca se había dado en Madrid en nuestra historia reciente. Esto nos obliga a buscar vías de comunicación más directas y contundentes para prevenir a los ciudadanos y que se preparen de una manera proactiva para autoprotegerse de catástrofes naturales.

Otra de las líneas de mejora observadas es la preparación de los Ayuntamientos, como primeros respondientes y garantes de la vialidad de calles y accesos en sus ciudades y pueblos. Pese a que cada año desde la Dirección General de Seguridad, Protección Civil y Formación se eleva a los alcaldes, al inicio del invierno, una comunicación para que se doten de suministro de sal suficiente, medios de vialidad invernal y trasladen recomendaciones a sus vecinos, en muchos casos, nos encontramos con carencias que complicaron la vuelta a la normalidad. Desde ASEM112 hemos instado a los municipios a que, como establece el Plan Regional de Protección Civil, elaboren sus propios planes de actuación municipal por nevadas o temperaturas extremas para estar mejor preparados ante estos episodios.

También hemos observado, dentro del análisis, que necesitamos mejorar en los sistemas de información compartida con el resto de servicios implicados (estatales, regionales y municipales) a través de una plataforma única que nos permita una más eficaz distribución de misiones, seguimiento de los objetivos trasladados desde la dirección del Plan y reporte a los demandantes.

Además, hemos actualizado el catálogo de elementos críticos que tenemos que priorizar en este tipo de emergencias. A los ya conocidos centros hospitalarios, residenciales y nudos de transporte que se priorizan en cuanto a su limpieza y accesibilidad, debemos sumar toda la red de transporte de suministros básicos alimenticios (Mercamadrid), suministros de hospitales y residencias (medicamentos, oxígeno medicinal, alimentos, etc) y la red de transporte de suministros energéticos (luz, gas y GLP), asi como la red de agua. Todos ellos, junto con los rescates de personas atrapadas, son la prioridad número 1.

-¿Cómo valora la actuación conjunta de las administraciones durante aquellos días de crisis? (Comunidad, Gobierno central, Ayuntamientos...)

Teniendo en cuenta que fue la mayor catástrofe climatológica vivida por nuestra comunidad en más de 100 años, que afectó a todo el territorio durante más de 12 días y no tuvimos que lamentar ninguna muerte vinculada al fenómeno, creemos que fue una actuación satisfactoria, pero siempre hay margen de mejora.

Hay que tener en cuenta que el rescate de más de 1.500 conductores se saldó en tiempo récord y sin incidentes, ni para los rescatados ni entre los rescatistas. Se liberaron en un tiempo razonable los accesos a los servicios básicos y se mitigaron los riesgos adicionales que suponía tener Madrid plagado de cornisas de hielo, árboles y ramas con riesgo de caer en cualquier momento.

Fue un trabajo ingente, sin descanso de bomberos, militares, efectivos de protección civil, sanitarios, maquinistas, personal de servicios, policías, guardias civiles y una comunicación y coordinación constante entre la Comunidad de Madrid, la Delegación del Gobierno y los Ayuntamientos. Todo ello permitió que Filomena no se cobrara vidas y que no hubiera daños irreparables.

-¿Madrid estaría ahora mejor preparada para soportar una nueva borrasca de esas características? De ser así, ¿qué cambios se han producido? (desde el punto de vista de la prevención, medios, etc)

Estamos en pleno proceso de implantación de las necesidades detectadas. Entre ellas, una más eficaz comunicación a la ciudadanía y a los ayuntamientos; el impulso a los planes municipales de inclemencias invernales; el desarrollo de grupos de trabajo que nos aportarán la mejor solución en la gestión de la información; vamos a incorporar maquinaria de vialidad invernal en los vehículos de las brigadas forestales que puedan apoyar la labor de limpieza de ayuntamientos con mayores dificultades (25 unidades quitanieves en vehículos pesados, 25 unidades ligeras con esparcidor de sal y lo mismo para el ERIVE -Equipo de Respuesta Logística Inmediata de Voluntarios de Protección Civil ante Emergencias ERIVE-, que operaran el año que viene. Estas mejoras se sumarán a aquellas que desarrollen los gestores de las carreteras dentro de sus planes de vialidad invernal y los Ayuntamientos.

-Por contra, ¿hay factores que no pueden preverse o atajarse ante una nevada de esta magnitud?

La meteorología no es una ciencia exacta y pese a ello las predicciones cada vez se acercan más a lo real. Teníamos una alerta roja en Madrid, inédita en nuestra historia reciente y se trabajó conforme a ello. Lo que resultó más difícil de prever y que fue lo que realmente complicó la gestión de la crisis, no fue tanto la precipitación caída, sino la gran cantidad de días consecutivos con temperaturas increíblemente bajas que mantuvieron el volumen de nieve en el suelo más de 10 días.

El fenómeno puede predecirse, pero lo realmente complejo es predecir su impacto, que depende de múltiples factores, entre ellos la preparación de una sociedad que no ha vivido nevadas de esta magnitud.

En la Comunidad de Madrid cayeron en torno a 200.545.000 toneladas. Para tener un orden de magnitud, para eliminar esa nieve que ocupaba aceras, calzadas, edificios, hubiéramos necesitado 10.027.250 de camiones para transportar toda la nieve, lo que equivale si los situamos en línea a 140.000 km, o lo que es lo mismo, 3,5 veces la vuelta al planeta. Si sólo nos centramos en lo que cayó en zonas urbanas de la Comunidad de Madrid tendríamos en torno a 2.806.300 Tn de nieve, para lo que hubiéramos necesitado 145.000 camiones que ocuparían 1.964 km de carretera, 250 km más de la distancia de Madrid a Londres. Sin duda, este fenómeno tuvo un impacto y permanencia difícilmente predecibles.

-La colaboración ciudadana fue importante en aquellos días. De repetirse un episodio similar, ¿se pediría de nuevo su colaboración?

Por supuesto, es esencial. En Protección Civil la cadena de respuesta ante emergencias y catástrofes empieza en los propios ciudadanos. Sin ciudadanos concienciados y preparados para responder, dentro de sus capacidades, las consecuencias de los fenómenos naturales pueden ser trágicas. Ciudadanos formados en emergencias y autoprotección desde la escuela, que conozcan el entorno y los riesgos que les afectan, forjará una cultura de seguridad que permitirá construir una sociedad más resistente ante sucesos que entendemos pueden incrementar su recurrencia en este siglo. Los poderes públicos tenemos la obligación de velar por la seguridad de los ciudadanos pero la protección de la vida empieza en uno mismo.