Historia
Tras los pasos de Fortunata y Jacinta: así es el Madrid de Galdós
Dirigió El Debate, abrió su propia editorial y tiene estatua en El Retiro. En la RAE ingresó para ocupar la silla «N» y fue un habitual de las tertulias.
La Universidad Central, el Teatro Español, la Plaza Mayor, Lhardy y la redacción de El Debate, el diario que dirigió entre 1871 y 1873. Son algunos de los puntos del Madrid de Galdós, la ruta para descubrir la vida y la obra del genial escritor a pie de calle. Carlos Mayoral, autor del mapa ilustrado del Ayuntamiento de la capital, tiene claro por qué Madrid ha querido dedicarle un homenaje tan ilustre como el que representa su estatua en El Retiro: «Se había acercado al pueblo llano, a las calles, a los tranvías, a las conversaciones ordinarias. A las tabernas, a los cafés, a las iglesias, a los ateneos. A los oficios, a las creencias, a las familias, a los dogmas. Porque se había acercado a gobernantes, a tenderos, a aristócratas, a rateros. Porque se había acercado a usted y a mí. Galdós vivía abrazado a la cotidianidad de las gentes, sin importar su condición, sin importar su clase. De ahí, de esa realidad ordinaria, extrajo varios de los párrafos más extraordinarios que han ofrecido nuestras letras a lo largo de la historia. Y de esa cercanía, nació el cariño que tanta gente le tuvo».
La ruta arranca en la pensión de la calle de las Fuentes, en la que Galdós vivió sus primeros meses en Madrid. Desde aquí descubrió muchos de los escenarios que más tarde aparecerían en sus novelas. Vino a estudiar Derecho, en la facultad ubicada en el Caserón de San Bernardo, que hoy es el paraninfo de la Universidad Complutense y sede la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla (calle de Noviciado, 3). Son partes esenciales de este recorrido el Teatro Real y los cafés de la Puerta del Sol. Y es que Galdós frecuentó la «tertulia canaria», formada por escritores originarios de las islas en el café Universal, que también se conocía como el «de los espejos» y había abierto sus puertas en el año 1880 en la Puerta del Sol. Y seguimos por el Ateneo Científico y Literario, donde conoció a Leopoldo Alas Clarín, otro de los grandes narradores del naturalismo español, cuando la institución tenía su sede en la calle de la Montera número 32. Y del Palacio de las Cortes a los teatros. El de la Comedia y el Español. Hay que parar en el Palacio Real. Porque en «La de Bringas» narra las complicaciones financieras que envuelven a una adicta a la moda quien, casada con un funcionario de la Corte, vive en los cuartos altos del Palacio Real. En la novela el escritor describe la vida del edificio construido en el siglo XVIII por los arquitectos italianos Juvarra y Sacchetti. En la Cava de San Miguel 11, justo a la espalda de la Plaza Mayor, vivía Fortunata, la mujer de clase más baja que seduce a Juanito Santa Cruz en Fortunata y Jacinta. Y en el número uno de la calle del Marqués Viudo de Pontejos vivía la otra protagonista de la novela, Jacinta, puesto que era donde tenía su residencia la familia Santa Cruz.
De Lhardy a a la calle Fomento número 15, donde se encontraba la redacción de El Debate, diario que dirigió entre 1871 y 1873. En Misericordia describe la Iglesia de San Sebastián y sus inmediaciones: la floristería que está a su espalda, el palacio de Teba y la plaza del Ángel. En plena plaza del Dos de Mayo, Galdós y Emilia Pardo Bazán se daban cita furtivamente junto a una de las iglesias del popular barrio de Malasaña, la de Nuestra Señora de las Maravillas.
La ruta llega hasta otro punto clave para entender la relación del escritor con la ciudad. En el número 104 de la calle de Hortaleza estuvo entre 1897 y 1904 la editorial Obras de Pérez Galdós, fundada por el propio autor para publicar sus novelas. Años después, en 1942, los herederos del escritor abrieron en el número 5 una librería de viejo que lleva su nombre. También paramos en la Real Academia Española; y es que en 1897 Galdós pasó a ocupar la silla «N». Desembocamos en El Retiro. Allí, inválido y ciego, el escritor asistió en 1919 a la inauguración del monumento levantado en su honor y por suscripción popular en este parque. La obra del escultor Victorio Macho representa en una roca blanca al novelista sentado en una butaca. Es tan intensa la presencia de Galdós en la ciudad, que son muchos los puntos con referencia a su vida y a su obra. De su casa en Alberto Aguilera, en la que escribió Misericordia, a su última morada, en la que falleció, ubicada en la calle Hilarión Eslava número 7, en un edificio que ya no se conserva. Precisamente tras su muerte, se instaló la capilla ardiente del escritor el 5 de enero de 1920 en la Plaza de la Villa. Se comprobó fácil el cariño que los madrileños le tenían. Más de 20.000 personas le despidieron en una ciudad en la que la mitad de la población era analfabeta. En Nazarín, novela que décadas más tarde Luis Buñuel adaptaría a la gran pantalla, se menciona el Cementerio de San Isidro, lugar de enterramiento de las clases pudientes de Madrid. Sin embargo, la tumba de Galdós se encuentra en el Cementerio de La Almudena que, inaugurado en 1884, es uno de los más grandes de Europa.
Para acabar el «tour», los autores del plano galdosiano propone la visita a tres museos. El de Historia, por ofrecer un completo recorrido por Madrid desde el Siglo de Oro hasta principios del XX; el del Romanticismo, por recrear la atmósfera del siglo XIX en las que se ambientan muchas de las novelas de Galdós; además del Lázaro Galdiano y, obviamente, el Museo de la Biblioteca Nacional.
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