Mujer

Mutilación Genital Femenina: no en Madrid

Con la llegada del verano y la visita a los países de origen, más de 1.700 niñas de Madrid podrían sufrir esta práctica

Entrevista Asha Ismail, fue una niña que sufrió la mutilación genial femenina. Desde entonces, lleva toda su vida concienciando a otras mujeres para que no pasen por lo mismo.
Entrevista Asha Ismail, fue una niña que sufrió la mutilación genial femenina. Desde entonces, lleva toda su vida concienciando a otras mujeres para que no pasen por lo mismo.Alberto R. RoldánLa Razón

Hace tres décadas que Asha Ismail llegó a Madrid. Nació en Kenia, pero, trabajando con Médicos Sin Fronteras conoció al español que hoy es su marido. Madrid fue su primera ciudad, y aquí sigue. Y fue la ciudad donde inició su lucha con Save a Girl Save a Generation, la organización contra la Mutilación Genital Femenina (MGF) que ella misma fundó y que ahora mismo crea redes de sensibilización y apoyo para acabar con esta práctica que ella misma vivió cuando tenía cinco años. De aquello recuerda el dolor. «Mi lucha es algo personal porque que me afectó a mí, pero sobre todo nació de no querer que mi hija, Hayat, pasara por lo mismo», explica a LA RAZÓN, y reconoce que, cuando le pasó, «no sabía las consecuencias que tendría». Sin embargo, años después, cuando empezó con su activismo, su madre le recordó algo: cuando se lo hicieron, aquella niña de cinco años supo que, si tenía una hija, no quería que pasara por lo mismo. «Yo no lo recordaba, pero resulta que es algo que tuve claro desde que lo viví», dice. «En ese momento lo único que pensaba era en el dolor, aunque no sabía es que era algo que me iba a afectar física y psicológicamente durante toda la vida», añade. «Se puede sobrellevar, pero no superarlo. Yo, al menos, no he encontrado la manera».

El tipo de Mutilación Genital Femenina que le practicaron a Asha es la tipo tres o infibulación, en la cual, además del corte del clítoris y de los labios mayores y menores, se cose la zona para impedir la penetración vaginal. Sin embargo, ella misma se niega a establecer diferencias en las consecuencias psicológicas que producen cada uno de los tipos de mutilación. «Hay gente que defiende que el tipo uno, por ejemplo, no tiene las mismas secuelas que los otros, porque normalmente se hace cuando la niña es muy pequeña», afirma, «pero a mí no me gusta establecer esta escala». «Hasta que esas personas hablen y digan qué consecuencias ha tenido en sus vidas, no podemos decidir por ellas», insiste.

Asha, que vive en Madrid desde hace 30 años, está convencida de que «mientras pensemos que es un problema de África, creeremos que es algo que nos queda lejos». Sin embargo, es una práctica mucho más cercana de lo que a priori se puede pensar. «Esta es la casa de miles de migrantes que forman parte de la sociedad madrileña: nacen, viven, crecen y socializan aquí. Por eso, la concienciación de toda la sociedad es importantísima: que todos sepamos de dónde viene y por qué se mantiene, que no tiene otro motivo que el control de la sexualidad de la mujer», explica. «Si no nos hacemos conscientes de dónde nace esto, no podremos pararlo», asevera. «Y, sobre todo, no nos daremos cuenta de otros tipos de mutilación genital que surgen, porque ahora mismo hay mujeres preocupadas por el aspecto de sus genitales que van voluntariamente a modificarlos a una clínica. No podemos pensar que prácticas como esta y como la reconstrucción del hímen tienen orígenes distintos: todo surge del mismo valor que tradicionalmente se le ha dado a la virginidad de la mujer».

Es, tal como apunta Asha, una realidad que en Madrid se vive muy de cerca. De hecho, la Comunidad de Madrid es la tercera de España donde más individuos procedentes de comunidades que practican la Mutilación Genital Femenina residen, alcanzando las 26.000 personas aproximadamente. De ellas, 9.000 son mujeres y 2.000 son niñas menores de 15 años. Y, entre estas niñas que residen en Madrid, 1.763 se encuentran en riesgo de sufrir esta práctica según datos del Ministerio de Igualdad. Además, Madrid es una de las únicas tres Comunidades Autónomas en cuyas leyes contra la violencia de género se prevé la prevención, detección e información por parte de las administraciones públicas, así como la creación de protocolos muncipales.

Por otro lado, desde 2017 Madrid cuenta con una guía sanitaria para la actuación y prevención de esta práctica, en la que han participado organizaciones como Médicos del Mundo. Hodan Sulaman, mediadora en la Comunidad de Madrid de esta organización, señala que la población que practica la Mutilación Genital Femenina en Madrid «sigue siendo la misma» que antes de la pandemia. «Fundamentalmente Nigeria, Mali, Guinea y Senegal», dice. «Lo que sí ha variado en este tiempo es que, como llevamos muchos años haciendo un trabajo de fondo con la comunidad, sus integrantes son mucho más conscientes de las consecuencias que tiene», explica. De hecho, este verano era casi que más importante que nunca, ya que, después de la pandemia, muchas familias vuelven a sus países para pasar las vacaciones, y es un momento que las hace especialmente vulnerables «Es importantísimo ese trabajo con las personas, porque es lo que produce un cambio real, y en las comunidades que hay en Madrid ha sido algo increíble», subraya.

«No hay un cuaderno de Bitácora para actuar», dice Sulaman. Más bien, se trata de «saber dónde están las comunidades y saber llegar a ellas, y los hombres también». Por ejemplo, hay varias iglesias en Madrid que tienen una gran población africana, por lo que Sulaman acude como invitada a algún acto religioso. Del mismo modo va a las mezquitas o a las reunines de las asociaciones. «Desde ahí se va generando la confianza», apunta. «Eso sí, sin ir desde el principio para hablar de mutilación, sino para que te conozcan y abrir esa frontera». A partir de ahí, comienzan a hablar. «El 90% de las mujeres sobrevivientes no saben que muchas de las consecuencias que tienen son a raíz de la mutilación, que van desde el dolor hasta problemas de infertilidad, infecciones, dolores crónicos de la espalda o de las articulaciones», explica. «Algunas tienen las rodillas dañadas porque es de donde las agarran cuando hacen la mutilación, y cuando se lo dices es muy duro para ellas», dice.

Esta práctica, según los datos que maneja Médicos del Mundo, no se practica. «Lo que sí ocurre es que se les practica a las niñas cuando vuelven al país de origen», asegura Sulaman. Y tiene una explicación: «se trata de un ritual que se hace con un porqué, con una preparación en la que el pueblo se entera. No es simplemente coger y hacerlo en un piso de Fuenlabrada o Leganés. Por eso, a la vuelta al país de origen es cuando se prepara todo, se paga a la mujer que lo lleva a cabo, etc.». De lo que sí está segura es de que, a las niñas que viven en Madrid y se les practica cuando vuelven al país de origen de su familia, es porque esta no está sensibilizada, «porque no se ha trabajado con la madre y el padre». «La población migrante que hay en Madrid está muy sensibilizada en este sentido, ya que ahora mismo estamos al nivel de cualquier otra capital europea en la lucha contra la Mutilación Genital Femenina gracias a la lucha conjunta de las administraciones como del tejido de las asocaciones que los están haciendo. Pero, sobre todo, gracias a las ganas de las propias comunidades de acabar con esto», asegura, orgullosa de ver «los pasos tan grandes que ha dado mi comunidad de origen, somalí, como de acogida, donde me he criado: Madrid».

«Ojalá se supiera dónde empezó esta práctica», dice. «No tiene nada que ver con la religión, ya que en el Antiguo Egipto se han encontrado momias mutiladas con la infibulación. Lo que sí está claro es que es algo que se realiza para el control de la sexualidad femenina». En África se practica, pero en Indonesia, por ejemplo, tal como señala UNICEF, hay un 89% de mujeres mutiladas. «No se puede saber dónde empezó, pero lo que nos tiene que interesar es cuándo va a acabar».

►La Mutilación Genital Femenina no es exclusiva del continente africano, ni se practica en todos sus países, aunque en estados como Somalia el 98% de las mujeres lo han sufrido
►Esta práctica se llevaba a cabo también en lo que hoy son las islas británicas, e, incluso, se llevó a Estados Unidos, donde la última clínica que la practicaba se cerró en 1989
►Existen tres tipos de MGF: el primero, es el corte del clítoris; en el segundo se mutilan el clítoris y los labios menores y mayores; el tercero une a todo ello el cierre del conducto vaginal
►El cuarto tipo de MGF hace referencia a todo procedimiento lesivo de los genitales externos femeninos con fines no médicos, tales como la perforación o cauterización de la zona