Solidaridad

Las «mamás en Acción» que ponen fin a la soledad infantil en los hospitales

María López y Nuria Ferrer son las coordinadoras de un proyecto que asiste a niños abandonados, que han renunciado a ellos tras el parto o que han sido víctimas de violencia en su hogar

María López y Nuria Ferrer en el Hospital La Paz de Madrid, uno de los ocho con los que colaboran en la capital
María López y Nuria Ferrer en el Hospital La Paz de Madrid, uno de los ocho con los que colaboran en la capitalDavid JarLa Razon

La pandemia puso de cara la realidad de la soledad que existe en los hospitales. Todo el mundo se echó las manos a la cabeza cuando cientos de familiares no podían ser acompañados durante su ingreso o se iban sin poder ser despedido. Pero esto no es más que el día a día de Mamás en Acción. Un proyecto en el que voluntarios acompañan a menores que se encuentran ingresados y solos en los hospitales. Actualmente, cerca de dos mil voluntarios ejercen esta labor en cinco ciudades de España, de los cuales, 400 dedican su tiempo y cariño a menores enfermos en ocho hospitales de la capital. Hace ya nueve años, desde que Majo Gimeno, presidenta y fundadora de esta organización, descubrió durante el ingreso de uno de sus hijos a un menor que se encontraba solo en la habitación de al lado y al que de forma voluntaria pidió poder acompañar. Fue ante la negativa del hospital, de no poder hacerlo de forma personal, cuando decidió juntar a un grupo de amigas y crear Mamás en Acción. Aunque nunca creyeron que su buena intención fuese a romper tantas barreras.

Aún no había comenzado su expansión cuando aquí en la capital, María López, una de las actuales coordinadoras del proyecto en Madrid, descubrió este proyecto y sintió que era el tipo de voluntariado que tanto había estado buscando. Tuvo que esperar un año y medio hasta que recibió el email que le cambiaría la vida. Uno de los motivos que más le llamó la atención fue su flexibilidad para poder compaginarlo en su día a día, pero que era realmente activo: hay que ponerse la camiseta negra con corazones y estar al pie del cañón con los más pequeños. «Solo pensé en que si para cualquier persona ir al hospital, aunque sea a hacerse unas pruebas, es ya un trago no podía imaginarme el terror y la inseguridad que ellos tenían que estar viviendo», confiesa a LA RAZÓN. Y es que sus acompañamientos pueden ir desde estancias puntuales, de horas o pocos días en el hospital, hasta estancias de larga duración.

Al igual que las patologías, Mamás en Acción actúan cuando las áreas de trabajo social de los hospitales con los que tienen convenio se ponen en contacto con ellas, especificándoles los niños que necesitan su compañía y las necesidades que estos tienen. Pero principalmente, atienden tres tipos de perfiles: menores en desamparo, es decir, niños y niñas judicializados, que han sido abandonados, que han renunciado a ellos tras el parto o que han sufrido cualquier tipo de maltrato o situación violenta en su hogar de origen. También aquellos que provienen de hogares infantiles y que por el ratio de educador y niños, no pueden desatender al resto de menores que se encuentran en el centro. Por último, aquellos que pertenecen a familias en situación de vulnerabilidad, con trabajos precarios, con otros menores al cargo o en peligro de perder su custodia.

Lo más impactante para Nuria Ferrer, otra de las coordinadoras, es lo que su compañía influye en la mejoría de los menores. «Hemos tenido acompañamientos en los que los médicos han reconocido que nuestro cariño ha conseguido llegar donde la medicina no puede», asegura. Aunque son e intentan ser conscientes de que no poseen una «barita mágica» ni pueden sanar. «Hemos visto niños bajos de tono, que no comían, con la mirada perdida o que rechazaban el cariño. Haber contribuido en cambiar sus vidas, para mí es lo más grande», confiesa emocionada.

María López y Nuria Ferrer, son dos de las coordinadoras y voluntarias del proyecto en Madrid
María López y Nuria Ferrer, son dos de las coordinadoras y voluntarias del proyecto en MadridDavid JarLa Razon

Han pasado por habitaciones de bebés con los que han compartido piel con piel, niños con parálisis cerebral que «solo» pueden regalar miradas y sonrisas cuando les acaricias o adolescentes conflictivos que no creen merecer su cariño sin esperar nada a cambio de ellos. Una experiencia difícil de explicar con palabras pero de la que aseguran recibir más de lo que dan, aunque suene a tópico. Desde sus comienzos, ya han acompañado a más de 200 niños y en la última semana, superaron las 10.000 horas de acompañamiento. Y es que mientras haya niños sin familia, seguirán haciendo falta voluntarios que se unan a este proyecto, donde no es necesario ser mujer, ni mamá, porque todo el mundo cabe. Solo hace falta estar dispuesto a compartir el tiempo y el cariño con quién más lo necesita.