Opinión
Cuando el dinero no exista
Cuando el dinero desaparezca, nadie será rico. Todo lo contrario. Lo único que significará es que todos seremos más pobres
Escucho la conversación de una niña con su madre. «Cuando ya no exista el dinero, no serás pobre». Me gustan esas miradas utópicas de juventud. Esa convicción de que se puede cambiar el mundo. Entonces se arrastra una mirada sin desencantos, limpia, sin ensuciar por la realidad. Todos hemos pasado por esa etapa de sublevaciones, inconformismos y rebeldías. Esa época de reducciones filosóficas a eslóganes. Creemos que es política, pero solo es romanticismo.
Considerábamos que aquello era discurrir, pero a lo mejor lo que estábamos haciendo era descubrir la publicidad. Recuerdo esas discusiones donde podía faltar un amigo, pero nunca una alusión a Camus ni una Mahou. Se discutía con un botellín en la mano igual que se toca un tema de Nirvana con una guitarra. Entonces se ponía en cuestión todo, salvo que se puede enmendar lo que está mal, corregir las injusticias. No era un propósito ingenuo. Quizá los ingenuos éramos nosotros.
El razonamiento de la chica es lógico. Ha visto desaparecer el dinero, igual que se han dejado de vender caramelos violetas. Los billetes ya son economía vintage. Hoy se paga con el móvil y la calderilla es un pleistoceno bursátil, lo que usan los viejos para pagar la zona SER. Cuando ya no exista el dinero, reflexiona la chavala, es que ya no se necesitará y todos seremos felices. Muy Huxley.
WhatsApp, el email, Zoom y las redes también iban a liberarnos, pero solo han servido para encadenarnos al trabajo. Existe un teletrabajo que solo es una jornada laboral de 24 horas. No tiene nada que ver con la conciliación familiar. Eso de que la tecnología nos iba a absolver del curro es tan naif como pensar que con el coche eléctrico ya no habrá contaminación.
Cuando el dinero desaparezca, nadie será rico. Todo lo contrario. Lo único que significará es que todos seremos más pobres. Salvo un uno por ciento de la población, claro. A lo mejor la muchacha lo comenta porque está convencida de lo que dice. Es la edad. Pero, a lo mejor, solo lo comenta para aliviar a su madre el peso que supone volver del supermercado con las bolsas vacías porque el sueldo no ha dado para llenarlas.
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