Educación

Las educadoras infantiles madrileñas toman rumbo Alemania

Señalan un sistema que funciona con ratios desbordadas y la falta de recursos como los motivos de su marcha

Alguna de las educadoras infantiles que se están formando con Helmeca
Alguna de las educadoras infantiles que se están formando con HelmecaHelmeca

En los últimos años, Alemania se ha convertido en el nuevo destino profesional de decenas de educadores infantiles madrileños que, tras años de precariedad laboral y falta de oportunidades en España, han decidido buscar estabilidad y reconocimiento al otro lado de Europa. Las cifras hablan por sí solas: en España, solo el 21% de los titulados en Educación Infantil encuentra trabajo relacionado con su formación en los tres años posteriores a finalizar los estudios, según datos del Ministerio de Universidades. Y, si lo logran, suele ser con contratos temporales, jornadas parciales y sueldos que apenas superan los 1.100 euros mensuales.

A pesar de que desde la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid aseguran haber convocado más de 500 plazas públicas de Educador Infantil en los últimos años y destacan que la plantilla de profesionales se ha duplicado, los educadores denuncian un sistema que sigue funcionando con ratios desbordadas, falta de recursos y escaso reconocimiento profesional. Es el caldo de cultivo perfecto para que muchos decidan hacer las maletas y comenzar una nueva vida en Alemania, donde las condiciones laborales y el enfoque pedagógico son radicalmente distintos.

Una de las principales plataformas que está facilitando este éxodo es Helmeca, una iniciativa que no solo acompaña a los educadores en el aprendizaje del idioma y el proceso de homologación de títulos, sino que también les ofrece un itinerario completo de integración en el sistema educativo alemán. Eduardo Villanueva, portavoz de Helmeca, tiene claro que el fenómeno va más allá del deseo de vivir una experiencia internacional. «Muchos de estos jóvenes han estudiado metodologías modernas y participativas que no pueden aplicar en las aulas españolas por la falta de medios y la rigidez del sistema. Alemania representa para ellos la posibilidad de ejercer de verdad como educadores, no como simples cuidadores», explica a este periódico. La diferencia de metodologías es una de las claves. En Alemania, el ratio ideal es de 6 niños por educador, frente a los más de 20 que se dan habitualmente en las aulas de Infantil en España. «Aquí los niños aprenden desde pequeños a ser autónomos, a colaborar, a tomar decisiones. Es otro concepto de infancia y de respeto por el proceso educativo», añade Villanueva.

Mónica Suárez lleva instalada en Alemania más de dos años
Mónica Suárez lleva instalada en Alemania más de dos añosHelmeca

Para muchos, como Mónica Suárez, de 27 años, fue precisamente ese enfoque el que terminó de convencerla. Se fue en junio de 2022 tras años encadenando contratos precarios en Madrid, entre campamentos y actividades extraescolares. «Estaba agotada, sin estabilidad ni futuro. En cuanto conocí Helmeca y vi que me podían acompañar en todo el proceso, no lo dudé. Ahora llevo casi dos años trabajando en una escuela y no entra en mis planes volverme», cuenta. Mónica trabaja actualmente en un aula mixta de niños de 3 a 6 años. «Aquí los peques recogen, se sirven, limpian solos… En España, con tres años aún los vistes y les das de comer. Aquí les tratan con mucha más autonomía», asegura.

Alba Pastor, en cambio, está todavía preparando su salto. Tras cinco años trabajando como educadora en una escuela pública madrileña y dos intentos frustrados de aprobar las oposiciones, ha decidido empezar de cero en Alemania. «Tenía un puesto fijo, sí, pero las condiciones no eran buenas. Muchos alumnos, pocos recursos y la sensación constante de que no se valora nuestro trabajo», lamenta. Hace unos meses comenzó el curso intensivo de alemán que ofrece Helmeca y en septiembre se irá definitivamente. «Lo que más me motivó fueron las condiciones de las aulas allí. ¡Doce niños y tres educadores! Pensé que eso jamás lo vería en mi vida», dice entre risas. También le atrajo la posibilidad de aplicar las metodologías que estudió en la carrera y que nunca pudo implementar en su trabajo anterior. «Y, por supuesto, las condiciones salariales, las vacaciones más flexibles y el respeto con el que se trata a los docentes», añade. El proceso de adaptación, según Villanueva, suele ser muy positivo. «Muchos de los que se van tienen una vocación muy fuerte, quieren cambiar el mundo desde la infancia. En Alemania encuentran el contexto para hacerlo. Nosotros les damos apoyo durante todo el primer año, tanto en la parte laboral como personal», afirma Villanueva.

Los retos del cambio

No todo es sencillo, claro. El idioma sigue siendo el principal temor de quienes deciden emigrar. «Es normal tener miedo, pero si tienes una base de inglés, el alemán se hace más accesible. Además, las clases que ofrecemos son muy prácticas y adaptadas a cada nivel», explica Villanueva. La cultura y el clima también suponen un cambio importante, especialmente al principio. «Lo más duro es dejar atrás tu zona de confort: la familia, los amigos, lo conocido. Pero también es un salto que te hace crecer a todos los niveles», reconoce Alba.

Desde Helmeca insisten en que el proceso no es para todo el mundo. Las entrevistas de selección son exigentes y se aseguran de que cada candidato comprenda bien lo que implica trabajar en otro país. «No es solo aprender un idioma, es construir una nueva vida desde cero», recalca el portavoz.

El idioma es una de las principales preocupaciones de las educadoras infantiles que emigran
El idioma es una de las principales preocupaciones de las educadoras infantiles que emigranHelmeca

El caso de estas jóvenes no es aislado. Según datos del Ministerio de Inclusión, más de 3.500 profesionales españoles del ámbito educativo residen actualmente en Alemania, una cifra que no ha dejado de crecer desde 2019. La mayoría son mujeres menores de 35 años. «Es muy significativo que personas con un alto nivel de formación y vocación tengan que irse para poder ejercer dignamente», señala Villanueva. «Eso debería hacernos reflexionar sobre cómo valoramos la educación en España».

Mientras tanto, las autoridades madrileñas aseguran estar trabajando para revertir la situación. Desde la Consejería de Educación señalan que en los últimos cinco años han creado nuevas plazas públicas en el primer ciclo de Educación Infantil, reducido las ratios en algunas aulas y aumentado las plantillas. Aun así, para muchas profesionales, como Mónica o Alba, estos esfuerzos llegan tarde o se quedan cortos. «No queremos irnos porque sí. Queremos quedarnos, pero con condiciones dignas. Si eso no se da, tenemos que buscar nuestro sitio fuera», resume Alba. Y así, con una mochila llena de ilusiones y otra de frustraciones, cada vez más educadores infantiles madrileños se marchan al norte. Donde las aulas tienen menos ruido, más recursos, y donde, al parecer, enseñar a los más pequeños es algo más que una guardería.