Ambiente en el Hospital Severo Ochoa y el colegio público Francisco de Quevedo de Leganés, durante jornada electoral del 4 de Mayo de 2021

Así ha votado Leganés después de 692 muertos por coronavirus

Los vecinos de esta localidad con récord de fallecimientos por Covid penalizan la «gestión nefasta» del Gobierno y dan la victoria al PP tras una década socialista

El pasado 15 de octubre, el diario «The New York Times» llevaba en su portada una fotografía del Hospital Severo Ochoa. La planta Covid de este centro sanitario de Leganés, al sur de Madrid, aparecía como el paradigma de la lucha contra la pandemia en Europa. El diario neoyorquino ilustraba así el pico de la segunda ola, que arreciaba fuerte en todo el continente con una media de 100.000 contagios diarios. No fue casualidad que eligieran esta localidad madrileña. Leganés ostenta el macabro récord de muertos a causa del coronavirus en toda España: entre febrero de 2020 y enero de 2021 han fallecido 692 personas.

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Bajo esta cruz votaron ayer los leganenses en alguna de las 238 mesas repartidas en 33 colegios. Cerca de 140.000 habitantes, sobre un censo de más de 190.000, debían decidir si repetían la mayoría socialista de 2019, cuando el PSOE obtuvo el 34,7% de las papeletas, o si el sabor amargo de la pandemia también ha removido sus cimientos ideológicos. El hecho de que uno de cada 330 enfermos con PCR positivo haya terminado falleciendo aquí aún no ha encontrado una explicación definitiva. Puede deberse a una población envejecida (un 16% ha cumplido los 70 años), a sus ocho residencias de ancianos o a que el urbanismo de los años 60 tampoco favorece que corra el aire. Sea como fuere, los números cantan y muchos ya han dejado de buscarles el motivo.

En los alrededores del Severo Ochoa el día transcurrió como de costumbre. Los enfermos que entraban se cruzaban con los sanitarios que salían a fumar o a tomarse un respiro. Entre las primeras se encontraba Victoria, auxiliar con más de tres décadas de servicio en el hospital. Ella tenía pensado votar «lo de siempre», aunque cree que «la gestión de la pandemia en general ha sido nefasta»: «Ninguno de nuestros políticos mira por el pueblo, solo hacen lo que les interesa a ellos. Prometen mucho y, a la hora de la verdad, hacen lo que les da la gana». No le parece que las muertes por Covid vayan a producir vuelco alguno en el resultado de uno de los pueblos del «cinturón rojo», al sur de la comunidad. Un error de cálculo: al cierre de esta edición se confirmaba que los vecinos han devuelto la victoria al PP tras una década socialista.

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La campaña que ha precedido a las elecciones de ayer, llena de ruido y polarización, también ha servido para «echarse los muertos unos a otros», según Victoria. Pero de análisis real y propósito de enmienda, nada de nada. A nadie le ha interesado hablar de Covid, ni de Sanidad, si no servía de pretexto para el insulto. Hasta el alcalde de Leganés, el socialista Santiago Llorente, se metió en un charco incomprensible cuando en un mitin sentenció que en el Severo Ochoa se hizo dejación de funciones con resultado trágico.

Ambiente ayer en el colegio "Francisco de Quevedo", a pocos metros del Hospital Severo Ochoa
Ambiente ayer en el colegio "Francisco de Quevedo", a pocos metros del Hospital Severo OchoaLuis DíazLa Razón

Las palabras exactas, que lograron el cabreo unánime de los sanitarios fueron: «Más de 100 vecinos de Leganés fallecieron de Covid-19 sin recibir asistencia en el Hospital Severo Ochoa. Si tenían más de 80 años, la respuesta era ’'vaya a morirse a casa’'». Tuvo que rectificar y pedir disculpas, aunque lo hizo con esa fórmula tibia que no significa nada, dirigida «a quien haya podido sentirse ofendido».

Paqui, de 52 años, sabe bien cómo han muerto los ancianos en la residencias porque trabaja en una de la sierra norte. Perdieron a 28 personas, ocho de ellas en un solo día. Ella vota aquí, en Leganés, al Partido Popular. «Se hizo todo mal desde el principio, quitándole importancia, como si no fuera nada grave. Y es verdad que no había sitio en los hospitales para los mayores, llamabas y decían que no te los cogían». Paqui responsabiliza al Gobierno de Sánchez porque «cuando otros países nos alertaban, aquí tocábamos las palmas».

Mientras los votantes de mediana edad hacen caso omiso a las cifras de muerte, el argumento gana más peso cuanto mayor es el ciudadano. Segundo tiene 82 años y el último lo ha pasado entero atrincherado en su pueblo de Cáceres siguiendo órdenes de sus cuatro hijos, «que me decían que aquí la cosa estaba fatal». Él respira tranquilo a estas alturas porque está vacunado de ambas dosis, aunque se queja de que «no se han hecho las cosas nada bien, debería estar vacunada toda España». Aunque él no se contagió, sí sabe de «cinco o seis que murieron por la enfermedad». Conoce a todo el mundo porque regentaba un bar en el centro. Ha votado, reconoce, «como todos los hosteleros». No hace falta que diga más, aquí también se cumple la regla del resto de la comunidad. Los bares, con Ayuso.

En el colegio más cercano al hospital, el Francisco de Quevedo, la gente habla por parejas en la cola que apenas sale del recinto en torno al mediodía. Un joven desganado, que ni estudia ni trabaja, apunta cuando se le pregunta si Leganés seguirá rojo que «hombre, eso espero». Él confiesa que sí ha cambiado de partido, aunque no de color. Esperanza, de 52 años, ha votado diferente. Es profesora de un colegio de la zona y asegura que su giro «no se debe a la pandemia, sino a la situación política nacional, que no me gusta nada». Ayer creía que iba a seguir saliendo el PSOE porque «aquí hay un voto muy tradicional, pero es posible que la suma de derechas aumente». Cree que «se ha atacado a Madrid en el último año por razones políticas; se nos ha culpado de todo y nos ha cogido a los ciudadanos en medio».

A las puertas del centro educativo, Javier, de 46 años, opina que Vox, partido del que es apoderado por tercera vez, «se ha quitado el estigma en esta zona del cinturón rojo y ahora somos un valor en alza. Verá, entre a mirar cuántas papeletas quedan». Dice que él ha cogido la Covid dos veces porque el Gobierno «nos ha obligado a confinarnos juntos a enfermos y sanos». Hoy los sanitarios del Severo Ochoa seguirán con lo suyo. Solo el pasado sábado vacunaron a 1.800 personas.