Madrileñ@s

Fernando Ojeda: de Madrid al Pacífico reforestando el planeta

El creador de Reforest Project dejó de lado su carrera como modelo y empresario por “meterse en el barro hasta las orejas” por el bien del planeta... y de sus hijas

Fernandon Ojeda de Reforest Project @ Gonzalo Pérez Mata
Fernandon Ojeda de Reforest Project @ Gonzalo Pérez Mata Gonzalo Pérez Mata Fotógrafos

“Todo comenzó de una manera familiar y doméstica, muy íntima. Empezamos con fondos propios, dando de alta el proyecto como organización sin ánimo de lucro, cumpliendo con todos los requisitos tan complejos en muchos sentidos que esto significa. Quería forzarme a mí mismo porque, cuando te metes a institucionalizar algo de esta manera, ya no es un ‘bueno, voy a hacer algo con mis hijas y por el planeta de vez en cuando’, sino que ya está formalizado y ya te obliga a tirar para adelante”. Así narra a LA RAZÓN Fernando Ojeda cómo dejó atrás su vida como modelo y empresario para “meterse en el barro hasta las orejas” y que Reforest Project no acabase siendo “una idea fugaz de una mañana cualquiera”. De esta manera, y en apenas cuatro años, han plantado más de 200.000 árboles en un proyecto que les ha llevado desde Madrid –con plantaciones en la Casa de Campo o Alalpardo– hasta el Pacífico Mexicano.

Pero Ojeda no pierde el foco: como él mismo asegura, todo esto lo hace por sus hijas. “Mis niñas eran muy pequeñas en el momento que empezamos, pero han estado muy presentes en todo el proceso”, dice. De hecho, desde el inicio tiene un cuaderno de campo en el que ellas están presentes en cada paso de un camino que van recorriendo con él, de tal manera que va plasmando “todo lo que está siendo el proceso, hablándolas a ellas directamente, para que, en un futuro, puedan leer todo lo que hicieron conmigo desde el principio”. “Realmente quiero que sientan que han sido ellas las que han impulsado todo esto, porque, de hecho, si no hubiera sido por ellas yo no me habría lanzado”, insiste.

La filosofía medioambiental de Ojeda –y, con ello, lo que les quiere transmitir a sus hijas– va mucho más allá del ecologismo. “Vamos sacando múltiples enseñanzas que no van solo en términos medioambientales, que está claro que es una parte muy importante”, dice. “Empezamos plantando cien o doscientos arbolitos, haciendo plantaciones con familiares… y ahora estamos plantando cientos de miles de árboles al año por todo el mundo, desde proyectos en el pacífico mexicano hasta reforestaciones submarinas. Pero todo comenzó en ese primer paso de confianza. Por eso, este proyecto tiene también mucho de formación y forja del carácter”, explica. De esta manera, “vamos sintiéndonos cada vez más capaces de mostrarnos que somos capaces de arrancar desde cero un proyecto en el que nadie nos daba ningún tipo de apoyo o credibilidad, sino todo lo contrario: todo eran miedos, complejos e inseguridades adquiridas de esos adultos que nos rodean, pero que, cuando creemos en nosotros mismos, somos capaces y empezamos a crecer de una forma exponencial”.

Por todo ello, para Ojeda “es una certificación muy bonita de que podemos con todo lo que nos propongamos”, además de ser “una de las principales bases como padre y la figura que conlleva, que es criarlas en la seguridad y confianza en sus personalidades, lo cual las hará fuerte física, mental y espiritualmente para todo tipo de circunstancias que puedan sobrevenir en la vida”. Y es que Ojeda está convencido de que “si tienes una buena base de crecimiento, eso te sirve para poder afrontar este mundo con mejores garantías y mejor calidad de vida”. “Además, confío en que este crecimiento y calidad de vida interno tiene una repercusión en la calidad de vida medioambiental y social del planeta”, algo que, poco a poco “se va convirtiendo en una espiral que va dejando una estela de bondades que se va extendiendo cada vez más y que tiene como epicentro la familia”.

Más allá de los más de 200.000 árboles que, empezando por Madrid, han plantado en muchos sitios del mundo, Reforest Project ha tocado también lo directamente social. “Cuando empezamos con las reforestaciones marinas nos dimos cuenta de que hay mucho plástico, así que recogimos mucho y nos preguntamos qué hacer con él”, señala. “Queríamos ir más allá del merchandising, por lo que creamos mantas para gente sin hogar”. Sacaron tal volumen de plástico que han logrado hacer 2000 mantas que han regalado a través de Asuntos Sociales de Madrid. “Esto quiere decir que hay 2000 personas que han cogido ese abrazo que les hemos dado en forma de manta y lo han usado para protegerse de lo difícil de su vida. Y eso sale de un elemento que estaba donde no debía estar, que es el mar, haciendo daño día a día”, asegura. “Lo hemos retirado para defender el mar y, de paso, ayudar a las personas”.

Implicarse de verdad

"La compensación con algo como el cambio climático no es más que una batalla que estamos creando nosotros en la que el adversario es alguien de una envergadura tan grande como la propia naturaleza, que es muy generosa y muy sabia, pero también muy dura y muy difícil de doblegar", advierte Ojeda. Por eso, considera que en esta batalla hace falta que muchas personas –todas– se empiecen a implicar, "porque la única manera de devolver el equilibrio es aliándonos con ella".