Comercios centenarios
Hazen, más de doscientos años de experiencia en pianos
El negocio bicentenario, que se fundó en 1814 tras la llegada de un holandés a la capital, sueña con un museo de la música
Entre las paredes de la tienda y museo Hazen de Las Rozas, pegada a la carretera A-6, hay dos siglos de historia: en la planta de arriba, se expone un piano «muy deteriorado» de 1791 del constructor de pianos Erard, pero en la planta de abajo se encuentran pianos como un Yamaha digital con una tableta incorporada que está diseñada para dar indicaciones a la hora de aprender a tocarlo. Se trata de un comercio centenario –bicentenario en su caso, desde 1814– de la Comunidad que se dedica a la venta de pianos, aunque al principio también fue una marca constructora y hoy se han adaptado y venden toda clase de instrumentos y partituras. Felix Hazen, director de la Fundación Hazen-Hosseschrueders, lamenta que «no haya un museo dedicado a la música en la capital», que es una rareza en las capitales europeas, y que allí estuvieran sus pianos sería «la gran ilusión de la familia», añade Marisa Hazen, directora de Hazen.
La historia de los pianos Hazen empieza con un holandés que viene a Madrid. Esa persona de los Países Bajos era Jan (Juan) Hazen Hosseschrueders –«impronunciable, según Félix», que llega a la capital en 1810 y cuatro años más tarde es cuando se tiene constancia de que empezaran el negocio. «Juan no tiene descendencia y hace venir a sus sobrinos de Holanda, que se llama Hazen», cuenta Félix. En Madrid había bastantes constructores de pianos, continúa Félix, y se conservan algunos de los realizados por antepasados familiares en el museo, pero pararon de construirlos en 1872. Las circunstancias fueron cambiando el negocio.
Por ejemplo, durante la Gran Guerra (1914-1918), había «muchos problemas de materias primas y entonces empiezan a pensar en hacer otro tipo de negocios y compran pianos de otras marcas y se van reconstruyendo», narra Félix.
Y, más tarde, fue un viaje del padre de Félix a Japón el que cambió la empresa. Para Félix, es su padre, del mismo nombre, quien hace «crecer el negocio». «Mi padre empezó a trabajar con Yamaha sobre el año 1965 y en aquella época, en una ocasión, le vinieron a ver los japoneses. Y le dijeron: usted tiene que venir a Japón y conocer nuestras fábricas». cuenta Félix. En ese año, continúa, «irte a Japón es como si ahora te dicen que te tienes que ir a la luna. Y allí se dio cuenta, de que Yamaha fabricaba todo tipo de instrumentos, e incluso, raquetas, skies, motos…». Y a raíz de ahí, empiezan a importar otro tipo de instrumentos. Es el padre quien trae por primera vez la marca Yamaha a España.
Desde entonces, el negocio se ha transformado. El establecimiento más representativo y donde más floreció estaba en la calle Fuencarral, pero ya no se conserva. Ahora tienen dos tiendas: desde 1997 la de la calle Arrieta, muy cerca del Teatro Real, y la de Las Rozas, que está desde 1975. Esta última «se hizo cuando empezamos a trabajar de forma más constante con Yamaha y necesitábamos un edificio donde cubrieran muchos pianos de cola para que la gente pudiera probar entre varios», explica Félix, que añade que «normalmente cuando la gente se va a comprar un piano de cola, quiere probar del mismo modelo varios, ya que al ser una construcción tan artesanal, puede haber diferencias. Y esa fue la idea de venirnos aquí: por tener más espacio». Con la situada en Ópera el objetivo era «volver a Madrid para tener como comercio madrileño centenario y esa cercanía con la ciudad».
Felix cree que cuentan con «un handicap aún en España: y es que el estudio de música no está tan popularizado como en otros países en el centro de Europa». Entonces, el tipo de cliente suele ser estudiantes de piano, gente que está empezando y por ello eligen un piano digital, pianistas profesionales y también salas de conciertos, instituciones. Pueden vender en un año unos
La planta de arriba de la tienda de Las Rozas funciona de museo y se puede visitar gratuitamente siempre que se busque un hueco con la familia. Son nueve hermanos, Félix es el único varón, que también es director general de Yamaha Music Europe, y en la empresa también están Cristina, Bibiana, Marisa y Ana.
Lo «ideal», para la familia, sería que todas las piezas estuvieran en un museo en condiciones y más grande –ahora, cuando les piden a veces estudiantes visitar el museo, tienen que hacerlo en tandas–. Explica Félix: «En Madrid no hay un museo dedicado a la música, como en otras capitales europeas. No solamente por nuestra colección. Hay bastantes colecciones de instrumentos en España., de mucho interés, privadas. de piano o de guitarra muy importantes, de otros instrumentos. En Barcelona sí que hay, pero en Madrid….». «En Madrid no lo conseguimos», termina Marisa, aunque admiten que han tenido acercamiento con instituciones «algún día encontraremos el sitio», desea Félix. Y Zanja Cristina: «A nosotros nos han visitado del museo de la música de París, el patrimonio musical de museo que hay en España es impresionante».
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