Gastronomía

Little Knight, un nuevo capítulo para la leyenda hamburguesera en Madrid

Este nuevo restaurante llega dispuesto a conquistar. Es también templo cervecero con más de 60 variedades de cerveza

Una de las hamburguesas que se sirven en The Little Knight
Una de las hamburguesas que se sirven en The Little KnightLa Razón

Hoy estoy reflexivo y parece como si el mismísimo Platón me hubiera poseído. Un humilde servidor no llega a los niveles estratosféricos de inteligencia y pensamiento de este filósofo, pero de vez en cuando también le da uno una pensada a lo que ocurre a su alrededor. Recuerden, nunca está de más mirarse más allá del ombligo. Volviendo a mi esfera gastro, no sé por qué será, pero si es cierto que hay comidas que por más que las tomemos no nos dan en cara, siempre llegan en el momento perfecto y complacen, y mucho, a nuestra traicionera mente— que en ese caso no cuenta las calorías—. Sí, es lo que piensan: las hamburguesas. Ese pecado carnal al que rendimos culto todos por igual. Y es que si algo nos une como sociedad, además de discutir sobre fútbol y quejarnos del tráfico, es el amor por una buena hamburguesa. Porque, aceptémoslo, una burger bien hecha es mucho más que comida rápida —ya es hora de soltar lastre y quitarnos prejuicios de encima—: es un consuelo para el alma, un abrazo entre pan y carne que nos reconcilia con la vida, aunque sea solo por unos mordiscos. Y cuando hablamos de hamburguesas en Madrid, hay un nombre que siempre está en boca de todos: Knight ‘n’ Squire. Este clásico básico al que todos los madrileños por h o por b, y sobre todo porque se come muy bien, hemos ido alguna vez en la vida.

Nacido en los años 60, cuando la Costa Fleming era un hervidero de militares, minifaldas y rock & roll, este local puso la primera burger en la mesa de los madrileños, algo que entonces se consideraba toda una rareza americana. «El Nait», como lo llaman sus parroquianos de toda la vida, se llenó pronto de actores, músicos y noctámbulos que venían tanto por su atmósfera canalla como por esos perritos gigantes y hamburguesas que no entienden de postureos ni de artificios.

Hoy, más de medio siglo después, esta leyenda culinaria suma un nuevo capítulo con The Little Knight, su hermano pequeño, que aterriza en la calle Serrano, 197 para demostrar que los clásicos también pueden reinventarse.

A pocos metros del estado Santiago Bernabéu está The Little Knight by Knight ‘n’ Squire. Con su inconfundible sello en la mesa y su acogedora atmósfera, este nuevo restaurante llega dispuesto a conquistar a los amantes de las hamburguesas y de la cerveza, pero también a aquellos que disfrutan del placer de sentarse a la mesa desde primera hora. A diferencia de la casa madre, en The Little Knight pueden deleitarse con un inolvidable desayuno, tapear a mediodía en su impresionante barra circular, disfrutar en su terraza acristalada de sus míticas hamburguesas, ver cómo se pone el sol mientras se toma una merienda o cenar en la sala cómodamente mientras suenan los grandes hits de los 80 y 90. La bienvenida nos la da su enorme terraza acristalada, que da muestras del rock & roll que nos espera dentro del local. Ya en la sala, el inconfundible sello ‘Nait’, un universo único para esos mitómanos del cine, de la música y de la gastronómica. Fotos, discos de vinilo y carteles cinematográficos e incluso una colección de matrículas de coches estadounidenses. The Little Knight es un local con mucho rollo como van a leer.

Arrancamos con el momento más sagrado del día, el desayuno. En The Little Knight tienen una suculenta carta; junto a cafés e infusiones, ofrece combinaciones clásicas de pan con tomate, aceite y jamón ibérico, cruasán mixto y sándwiches —mixto o vegetal con y sin huevo— o la versión americana de huevos fritos o revueltos. Los más saludables pueden optar por smoothies o tostadas healthy y los más golosos por bollería. No se queda atrás el surtido de bagels, los montaditos o el infalible pincho de tortilla. Como se imaginarán el aperitivo se vive en la barra, donde, junto con una caña bien tirada, podemos tomar grandes clásicos patrios como patatas alioli, mejillones con picadillo, banderillas, boquerones en vinagre, aceitunas, queso en aceite, gambas, tortilla o aceitunas.

Si ya nos metemos en faena, la carta no defrauda. No se pierdan entrantes como la cazuela de berenjenas con queso gratinado, las clásicas «Nait Fries» —patatas especiales con queso, beicon crujiente y cebolla deshidratada— o las croquetas. También cuentan con ensaladas y platos de carne, pero las hamburguesas y los perritos calientes se llevan la palma, que se acompañan de patatas fritas y ensalada de col. Para las burgers se puede personalizar el pan —de remolacha, cebolla, queso, calabaza o centeno—, cuyo proveedor es el obrador familiar madrileño Pan & Pan; el tipo de carne —wagyu o black angus— y si se quiere simple o con doble de carne por un extra en el precio final. Me quedo con su Classic —carne, lechuga, tomate y cebolla— y la Thai, con cebolla morada encurtida en lima, mix de hierbas frescas y mayonesa de chiles tailandeses, una de sus versiones viajeras. Delicious. ¡No se olviden! Ya sean de rubias, morenas, nacionales o internacionales —sigan leyendo y no sean malpensados— «El Little Nait» es también sinónimo de templo cervecero, con cerca de 60 variedades.