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Literatura

Luisa Carlota, la gran defensora de Isabel II

La vida de esta Borbón era bastante desconocida hasta ahora, cuando Elena Ayuso ha satisfecho con creces esa carencia con una biografía

Luisa Carlota de Borbón-Dos Sicilias nació en Portici (Nápoles), en 1804, y falleció en Madrid, en 1844 La Razón

Le cruzó la cara. Primero, de derecha a izquierda. Luego, la mano volvió por donde había venido. Entre medias, la cara de Calomarde adquirió un primaveral color rojo amapola. El estruendo asustó a las palomasdel jardín de La Granja de San Ildefonso, que emprendieron el vuelo hasta una fuente. «Señora, manos blancas no ofenden», dijo el abofeteado recordando la inmortal obra de Calderón de la Barca. Los presentes fijaron sus ojos en la agresora. Era Luisa Carlota de Borbón, tía de la princesa Isabel y cuñada de Fernando VII, que seguía respirando de forma agitada, indignada por la maniobra del ministro.

Este es el episodio por el que aquella mujer pasó a la Historia como defensora de los derechos dinásticos de Isabel II. Su vida era bastante desconocida hasta ahora. Elena Ayuso ha satisfecho con creces esa carencia con una biografía titulada «Luisa Carlota de Borbón. Crónica de una ambición» (Nowtilus). Ayuso es periodista, doctora por la Universidad de Alcalá, y ha manejado bien las fuentes para describir la personalidad de la biografiada y el ambiente social y político donde se desenvolvió.

Luisa Carlota, cuenta Ayuso, nació el 24 de octubre de 1804 en el Palacio Real de Portici, en el Reino de las Dos Sicilias, un país creado en 1815, con una monarquía absoluta y que vivía dependiente de Reino Unido, Francia y Austria. La princesa era la mayor de doce hermanos. Su educación fue la corriente para personas de su alcurnia en espera de matrimonio. El 15 de abril de 1819 se concertó su boda con su tío, el infante español Francisco de Paula.

Luisa Carlota y su esposo usaron el liberalismo para tener un bando político en su lucha por el poder. Su plan era influir en la corte para un giro liberal que les diera influencia en detrimento del hermano del rey, Carlos María Isidro, tradicionalista. Para eso Luisa Carlota, cuenta Elena Ayuso, sirvió de casamentera para que su hermana María Cristina contrajera matrimonio con Fernando VII, que era su tío. Si tenían descendencia, como así fue, se evitaría que reinara Carlos María Isidro. Un heredero suponía encauzar el país por el liberalismo. El problema es que Fernando y María Cristina tuvieron dos hijas: Isabel y Luisa Fernanda. Si hubieran sido varones, apunto yo, Luisa Carlota no habría defendido el derecho de las mujeres a reinar. Ayuso cuenta que Luisa Carlota sabía que su influencia dependía de la derogación de la Ley Sálica, de origen francés y contraria a la tradición española, que dejaba a las mujeres fuera del trono.

Ley Sálica: suprimida

En esto, Fernando VII publicó la «Pragmática Sanción» en 1830, que había sido aprobada por las Cortes de Castilla en 1789. Quedó así suprimida la Ley Sálica, y señalada Isabel como futura reina. Aquello provocó la guerra entre dos bandos de la corte. El ministro Calomarde, los embajadores de Austria y del Reino de las Dos Sicilias, y la princesa de Beira, portuguesa y esposa de Carlos María Isidro, formaron un grupo de presión favorable a este último. Al otro lado del cuadrilátero estaban la jovencísima María Cristina, reina consorte, y su hermana Luisa Carlota y Francisco de Paula.

Los «carlistas» asustaron a María Cristina diciendo que los militares bañarían en sangre el país para evitar el reinado de Isabel. Así, aprovechando la enfermedad de Fernando VII, el 22 de septiembre de 1832 Calomarde consiguió que el monarca firmase el restablecimiento de la Ley Sálica. Aquí cuenta Elena Ayuso que se provocó la irrupción de Luisa Carlota en La Granja como si fuera una película de Scorsese, en un travelling desde Cádiz, pasando por Palacio en un reparto de insultos al personal hasta la cámara real. Hizo llamar a Calomarde, que le entregó el manuscrito con la rúbrica fernandina. La napolitana lo rasgó con furia y lo arrojó al fuego. Otra versión que recoge Ayuso indica que fue Luisa Carlota quien obligó a Fernando en su lecho de muerte a restablecer la Pragmática Sanción. El caso, dice Ayuso con optimismo, es que desde entonces «Luisa Carlota comenzó a gobernar en España».

Pero el país era ingobernable, como se demostró durante décadas, mediando una guerra civil trufada de revoluciones y golpes de Estado, con cuatro constituciones hasta 1845. Luisa Carlota quería mandar influyendo en María Cristina, y sus continuas intrigas desestabilizadoras hicieron que el gobierno la echara del país en 1838. Luego quiso que su esposo fuera regente durante la minoría de Isabel y los echó Espartero, lo que hizo que el matrimonio ambicioso promoviera un pronunciamiento. Inasequible al desaliento, quiso casar a uno de sus hijos con Isabel, ya fuera Enrique, con cierto desequilibrio mental, o con Francisco de Asís, de sexualidad fluida. Murió en 1844, antes de ver cumplido su deseo.

1.576 gramos y millones de reales

La obra de Elena Ayuso también describe la vida en la corte con mucha destreza. Resulta curioso el episodio del collar de perlas de Luisa Carlota.

Francisco de Asís, su hijo, regaló a Isabel II una joya de su madre, el collar, que pesaba 1.576 gramos, valorado en cinco millones de reales. Alfonso XIII lo compró en una subasta concertada para saldar las deudas de su abuela Isabel. En 1906 se lo entregó a Victoria Eugenia de Battenberg como regalo de boda. Así pasó a Juan Carlos de Borbón. Hoy es la joya más valiosa que tiene Felipe VI, y la ha llevado la reina Letizia en dos ocasiones.