Cargando...

Gastronomía

El manual gastro para celebrar el Día de la Madre en Madrid

Hevia debería figurar con letras mayúsculas en su lista de restaurantes para celebrar ocasiones especiales

Le Bistroman cedida

Sí, ha llegado otra vez. El temido, entrañable y comercial Día de la Madre. Esa fecha en la que uno promete no caer en lo mismo de todos los años... y, sin embargo, ahí están otra vez las prisas, la duda existencial y el dilema del regalo. Sabemos que su madre le ha dicho que no quiere nada, que lo importante es la intención, que “con veros felices le basta”. Mentira piadosa. Porque detrás de cada madre que repite ese mantra está la misma mujer que se emociona con un buen vino, que guarda como oro en paño una comida memorable, y que agradece, aunque no lo diga, que alguien piense en ella con un poco más de cariño y algo menos de improvisación.

Pero no se preocupe: no está solo en este naufragio emocional. Para ayudarle a salir a flote —y de paso quedar como un auténtico hijo ejemplar— aquí van unas cuantas pistas para celebrar este 4 de mayo como es debido.

Si le agota el runrún de la ciudad, el gentío y las prisas, hay un plan que le reconciliará con la calma y con la buena mesa: Las Margaritas. A tan sólo 10 minutos de Madrid, en la zona de El Plantío-Aravaca, ‘Las Margas’ —como ya lo conocen sus clientes habituales—, propone una oferta de vinos por copas única en su espectacular terraza ajardinada; una selección viva de etiquetas de distintos perfiles —desde pequeños productores y casas señeras hasta espumosos y otras propuestas singulares— a precios muy competitivos, ideal para el aperitivo del domingo. Su cocina de comida rica y tradicional es sencilla, sabrosa y variada, y está centrada en la mejor materia prima. La carta —que va cambiando en función de la temporada— cuenta con un apartado de picoteo, un espacio dedicado a las verduras de la huerta de Aranjuez y a los arroces. Sin embargo, la parrilla se erige como la gran protagonista de su oferta gastronómica: pescados frescos traídos desde Mercamadrid cada día —como el pixin, el pargo, el rodaballo o el gallo de San Pedro— que pueden servirse enteros, según mercado, o en elaboraciones fijas en carta como la parpatana de atún con vinagreta de piparras o la lubina sobre ragú de calabaza. Por las brasas de ‘Las Margas’ también pasan piezas de carne de excepcional calidad, como la chuleta de vaca vieja. En su bodega, creada en diálogo con el extenso catálogo de En Copa de Balón, conviven cerca de 200 etiquetas clásicas con otras curiosas y menos conocidas, que recorren lo mejor del territorio nacional y se abren a otras latitudes como Italia, Francia o Chile.

Si usted es como yo y le gusta lo clásico, entonces Hevia debería figurar con letras mayúsculas en su lista de restaurantes para celebrar ocasiones especiales. Hoy, impulsado por la tercera generación de la familia Martín-Hevia —los hermanos Fernando e Ismael—, este icono de la gastronomía madrileña ha sabido mantener los emblemas de la buena restauración a la vez que se ha adaptado a los nuevos tiempos. A nivel culinario, han depurado la carta tanto de comedor como de barra: anguila ahumada, gamba blanca de Huelva, foie micuit o fresco a la sartén, calamarcitos gallegos en tempura, tortillas de patata con callos, el tuétano, la mítica ensaladilla de ahumados y los callos de Hevia (ambos en carta desde sus inicios). Dentro de los principales, especialidades ya señeras de la casa, como el tronco de bonito escabechado en salsa de perdiz o el lenguado. Al igual que evolucionó la carta lo hizo también su bodega, con vinos de alto nivel y acordes a la excelencia gastronómica de su propuesta. El local cuenta con una de las terrazas más acogedoras y señeras de la capital, que recuerda a las de los bistró franceses, y con un reservado, perfecto para pequeñas celebraciones como la del Día de la Madre o para aquellos clientes que buscan privacidad.

Para los que prefieren quedarse en Madrid y disfrutar del centro, este puente, sin ir más lejos, con medio vecindario haciendo cola en la A-6, es perfecto para redescubrir esa parte de la ciudad que suele dar pereza en temporada alta. Y lo mejor es que, si uno sabe mirar con otros ojos, todavía quedan mesas donde se come con fundamento. Desborre es una de ellas. Ubicado muy cerca de la Plaza de Ópera, el proyecto personal de la chef riojana Lucía Grávalos se basa en los preceptos de la agricultura regenerativa para defender una forma de entender la cocina sana, sabrosa y sostenible en la integración del origen, de lo culinario y de la defensa del medio ambiente. A través de su cocina ejerce como interlocutora y altavoz de un mensaje que resuena en el centro de Madrid con ecos de campo y alta mar, los de sus proveedores, en una relación de confianza plena.

Y si lo que busca es una experiencia sofisticada —porque su madre bien se la ha ganado—, tras un paseo frente al Palacio Real puede desviarse unos metros y sentarse en Le Bistroman. Reconocido con dos Sol Repsol y recomendado por la Guía Michelin, su propuesta está basada en recetas clásicas de la cocina gala, aligeradas y actualizadas mediante técnicas contemporáneas y guiños de autor bien traídos. Entre los entrantes, destacan las ostras de la cuenca de Marennes-Oléron, y la versión más exquisita de la casquería gala, es decir, su paté de campaña de ave e ibérico, el foie gras casero de pato y el paté en croûte, uno de los bocados más demandados del momento por los amantes de la buena mesa. Los caracoles rellenos con persillade clásico, la terrina de salmón, ahumada por ellos, y la sopa de cebolla hojaldrada con queso Comté son otros platos fijos de la carta por aclamación popular. Entre los principales, grandes clásicos como el steak tartar con yema curada, preparado a cuchillo como mandan los cánones; el magret de pato Label y el lenguado, que se sirve a la meunière o a la grenoblesa. Le Bistroman también puede preparar, por encargo, algunas especialidades más laboriosas. Entre ellas, una de las recetas más célebres de la cocina francesa, el solomillo Wellington, que aquí se sirve con una duxelle de setas. Si el cliente desea otro plato, siempre puede conversar con el chef, Stéphane del Río, y ver si es posible prepararlo. También dispone de dos menús degustación: Le Grand Menu, de 110 euros, y Le Menu, por 85 euros.

Y si con el homenaje que se van a dar todavía le parece que no es suficiente —porque hay madres que se lo merecen todo y un poco más—, puede acompañar la última copa de champán con un detalle gastro bien elegido. Si la suya es de las que disfrutan con una copa en la mano, acertará de pleno con ‘Only For You’, un pack que incluye una botella de Pinktone, el rosado vibrante y delicado de la bodega toresana Monte La Reina, elaborado con verdejo y tempranillo; dos tarros de palomitas de sabores Popit y un tarjetón que dice: ‘Mamá, eres la mejor’. También le diré que pocas cosas dicen “te quiero” mejor que un plato de jamón bien servido. Y pocos jamones saben hacerlo como los de Dehesa Monteros. En su pack especial para regalo se presenta la mejor manera de rendir homenaje como mandan los cánones: 10 sobres de lonchas recién cortadas a cuchillo y envasados al vacío de jamón o paleta de bellota 100% ibérico. Hay detalles que nunca fallan, y regalar chocolate a una madre es jugar sobre seguro. Presentados en un elegante estuche de 12 unidades, Los Cortados Clásicos de Trapa, los primeros bombones que se fabricaron en España en 1969, ofrecen cuatro sabores irresistibles –avellana, café, naranja y limón– y podrían ser para su madre el broche final perfecto a un día que, si todo ha salido como debía, no olvidará tan fácilmente.