Cargando...

Arte

Origami en Madrid: cuando el papel cobra vida al doblarse

No todos nacimos con la habilidad de esculpir o pintar, pero probablemente, siendo niños, muchos doblamos una hoja para crear un avión, un barco o quizás un animal. Ahí, sin saberlo, comenzamos a practicar origami: ese momento mágico en que el papel deja de ser solo papel.

En pleno centro de Madrid, hay un lugar que protege y difunde un arte milenario. Se llama Minimum, y es más que una tienda: es el pequeño universo donde Manuel Carrasco —arquitecto de formación, pero artista del papel por instinto— ha convertido el origami en su lenguaje cotidiano. Lleva cerca de veinte años doblando papel como quien escribe poesía, sin tijeras, sin pegamento, solo con las manos y una hoja cuadrada como punto de partida.

Lo que sale de sus dedos no son simples figuras, sino composiciones que asombran por su detalle y precisión. Mariposas, grullas, dragones… todas nacen del mismo gesto: plegar. Y lo fascinante es que, aunque parezca cosa de niños, no lo es en absoluto.

El origami requiere más que habilidad: pide paciencia, atención y cierta disposición a equivocarse sin frustrarse. No es raro ver a adultos, con años de experiencia en sus profesiones, sentados frente a un papel, peleando con los pliegues como si resolvieran un enigma. Y, en contraste, ver a un niño doblando sin miedo, sin pensar demasiado, simplemente dejándose llevar.

En un mundo donde todo parece acelerado, Minimum ofrece una pausa. No solo transforma hojas de papel en arte: transforma la forma en que uno se relaciona con el tiempo, con el error, y con la belleza de lo hecho a mano.