Ya te llamo yo

Pasada de moda

Por lo que sea, la industria de la moda ha decidido que los adultos no llevamos manoplas

Bolsas de tela
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Vaticinan la muerte de las redes sociales justo ahora que empiezo a aclararme con twitter y que abrí una cuenta de Instagram que, aunque lamentable, ahí sigue. No me sorprende: yo a todas las modas, como a las fiestas, siempre llego demasiado tarde o demasiado pronto. Así que era de esperar. Ya me pasó con Facebook, que en cuanto le pillé el tranquillo se había convertido en la red social de los que estaban demodé. Y antes con los blogs: me abrí uno cuando habían dejado de ser lo más y lo suyo era tener un podcast. Tiemblen el día que yo tenga un podcast porque será el principio de la agonía del formato. Con las tote bags me ocurrió al contrario. Yo era la rarita que llevaba bolsas de tela mientras el resto llevaba bolsos de marca. Cuando se pusieron de moda me dio mucha rabia, casi tanta como cuando lo peta el grupo indie del que eras la única fan o sale una reseña laudatoria en una revista cool de ese restaurante fantástico que nadie conoce y en el que siempre encuentras mesa. Con lo que no me ocurre es con las manoplas. Me flipan las manoplas. Nunca llevo guantes porque los deditos juntos están más calentitos y porque es más rápido desenfundar una mano enmanoplada que una enguantada. Pero, por lo que sea, la industria de la moda ha decidido que los adultos no llevamos manoplas. Así que conseguir unas manoplas que no sean infantiles (los críos sí pueden llevar manoplas) es una odisea. Espero con impaciencia el momento en que se pongan de moda las manoplas y haya manoplas por todas partes y yo pueda comprar un montón de pares de todos los colores y texturas y poder subir fotos con manoplas a mi Instagram cuando ya nadie utilice Instagram.