Arte
Paco de la Torre o la búsqueda del Paraíso
Regresa a la galería madrileña My Name is Lolita
En la calle Almadén, muy cerca del Museo del Prado, del Museo Thyssen y del Reina Sofía, Ramón García Alcaraz acoge en su espacio a artistas que dejan su impronta bien marcada. El artista Paco de la Torre fue el encargado de la inauguración en 2004 y hoy vuelve a ese rincón madrileño a inaugurar su exposición.
Ignacio Gómez de Liaño ha escrito sobre el artista:
Lo que el adolescente Paco de la Torre tenía, cada instante, delante de los ojos -de unos ojos cautivados por la luz, el color y ya, sobre todo, por las penumbras y la noche- era una puerta. Era la puerta del misterio y, también, la de la fiesta. Era la puerta que, una vez traspasada, le llevaría, por qué no, al Paraíso. HOANGO, esa era la palabra enigmática que coronaba el exótico dintel. Cómo no pensar que si lo cruzaba ingresaría en esa nueva y floreciente vida que buscaba ardorosamente el adolescente que era entonces nuestro artista.Lo que en realidad tenía enfrente Paco de la Torre en su deslizante cotidianidad era a sí mismo en el reino de la fantasía y de los colores con que se reviste el misterio. De ahí que en sus cuadros nos muestre un mundo de poderosos granates y azules marinos, de verdes aterciopelados y marrones profundos. Ese mundo de colores envueltos en penumbras nos lo revela también mediante personajes que, en las noches de Hoango, van en pos de sí mismos mientras se afanan en descubrir a los demás y provocar así el gran encuentro. El estallido que ciega los ojos. La de Paco de la Torre es una pintura que destila un mundo de fiesta y ensueño, de visiones metafísicas y de formas que ondulan con un ritmo trepidante e incesante, que se mueven, danzan y se inter-penetran. Es un mundo noctámbulo que nos observa con ojos invisibles y mira fijamente al osado que se pone a contemplarlo. Es también una pintura que me hace pensar en artistas de la Nueva Figuración Madrileña –luego conocidos como Esquizos- que se hubieran vuelto metafísicos y se hubiesen dejado hechizar por aquellas discotecas que empezaron a abrir sus puertas en la Costa del Sol de Málaga y de Almería, en Torremolinos y en Mojácar, al poco de entrar la década de los felices años sesenta.Esos lugares de reunión y abandono, de búsqueda de la sorpresa y el amor, de descubrimiento de uno mismo a través de los demás, protagonizan las pinturas de Paco de la Torre. O, al menos, eso es lo que parece. Pero, cuando se va más al fondo, lo que se ve es una meditación sobre la vida y sobre la muerte... Y se tiene la sensación de que el artista nos descubre un rito en el que, como ocurre en las procesiones de Semana Santa, la estética y la religión se abrazan hasta llegar a estado de fusión.
La exposición:
Ponerse al día
Estar al corriente sobre este sector y sobre el mercado del arte no es cosa fácil, por eso he pensado que habría que preguntarle a Ramón García Alcaraz, cómo va todo esto con la que ha caído y con la que está cayendo. No estaría de más preguntarle también ¿Quién compra arte actualmente?
Su galería lleva un nombre que ayuda a descubrir a su fundador. Se necesita una gran carga de humor y desparpajo para haberla titulado “My Name is Lolita” por original y más que curioso, simpático. El día que lo conocí y me lo dijo, casi no le creí.
Conocerlo es un privilegio, no se encuentra fácilmente a alguien que siempre tiene algo positivo que contar, pero Ramón no va solo, lo acompaña su fiel compañero Gosho, un Jack Russell Terrier que compite en simpatía con su amo.
Hacía tiempo que no me nutría sobre la actualidad del arte en Madrid, pero con Ramón en una conversación, puede uno más o menos ponerse al día, y si digo más o menos, no es porque no él no esté al tanto, sino porque para captar todo lo que sabe en un solo encuentro, hace falta tener un máster, no obstante, su manera de contar las historias invita a no terminar nunca cada encuentro.
Esta galería situada en pleno Barrio de las Letras suele desprende luz, y no por las bombillas que Ramón cada día enciende para iluminar las obras de sus artistas, sino porque desde su fundación, su apoyo a los jóvenes artistas ha sido constante. Muchos han crecido a su lado.
En el año 2015, el mismo Bansky lo invitó a participar en la Dismaland, algo que no extraña nada, Ramón era la persona perfecta para haber estado en ese sitio tan particular como lo fue este parque temático apocalíptico que se convirtió después en un refugio de inmigrantes.
Ramón me ha hablado de Urvanity , de la Colección Solo y de la galería de Fer Francés de 1200 metros cuadrado en Carabanchel VETA, un sitio que anteriormente fue una imprenta en este barrio obrero de Madrid que se ha convertido en el top de la nueva movida cultural madrileña.
En las antiguas naves industriales los nuevos artistas y diseñadores se han ido instalando, pero no son, a pesar de ser contemporáneos unos desconocidos, muchos de ellos han tenido presencia y éxitos internacionales.
Hoy una persona me recordaba una frase de Lord Byron: “Cuando el hombre cesa de crear, deja de existir”.
Y además de crear, sería también de investigar, de buscar y de aprender.
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