Opinión

Platos fríos

Muchas familias se saltan comidas para poder ahorrar

Colas de personas a la búsqueda de ayuda en Madrid
Colas del hambreCristina BejaranoLa Razón

Leo en las páginas de este diario que uno de cada cuatro hogares se saltan comidas para ahorrar. Gracias a los precios que lucen los lineales de los supermercados, ahora las familias españolas entienden mucho mejor la posguerra, ese momento de la historia que combatió el hambre masticando mondadientes. Como el ciudadano no llega a final de mes, ha resuelto pactar con la gazuza y aliarse con el ayuno convirtiéndolo en un hábito de vida, algo que vaya acompasado con la rutina dominical de pasear en bici. Como hoy somos muy cool, a esta costumbre de saltarse el almuerzo lo llamamos dieta y justificamos con elocuentes argumentos médicos la abstinencia, una ocurrencia que principió como rito budista y que amenaza con convertirnos a todos en discípulos de Buda.

"En estos tiempos modernos hemos logrado que el atraco se perpetre en las cajas de pago"

En el lejano Oeste, los que asaltaban los dispensarios eran los forajidos, pero en estos tiempos modernos hemos logrado que el atraco se perpetre en las cajas de pago. Los intermediarios aparecen en el imaginario popular de bastantes caracterizados con pistolas de cachas plateadas y el rostro cubierto por un pañuelo vaquero. Estamos desenvolviéndonos en una economía que, en la sórdida jerga de la escasez, a los platos vacíos se les denomina sopas frías y donde la «Quimera del oro» se emite con cortes para evitar que la escena de Charles Chaplin merendándose un zapato hiera sensibilidades o contribuya a difundir ideas que pueden resultar perjudiciales para la digestión. En los sesenta, los españoles se marchaban al extranjero para disfrutar del lujo que supone un café caliente en el desayuno, pero en el siglo XXI hemos alcanzado el encomiable logro de que el hambre lo pasemos sin necesidad de sacarnos previamente el pasaporte. Todo un éxito.