Sociedad

Medio ambiente

La huella de la tecnología: uno de los mayores responsables de las emisiones de CO2

Nos centramos en muchas industrias, pero en nuestros bolsillos llevamos uno de los mayores responsables de las emisiones de CO2

Cargar móvil en sitio público
Cargar móvil en sitio públicoLa RazónArchivo

Cuando pensamos en emisiones de CO2, hablamos de combustibles fósiles, plástico, industrias… pero ni se nos cruza por la cabeza vincularlo a ver un episodio de «Friends» en Netflix. Los centros de datos contribuyen a un 0,3% a las emisiones globales de carbono, según un estudio publicado en «Nature» y todo el sector de las tecnologías de la información y la comunicación ascienden al 2,5%, una cifra muy similar a la de la aviación comercial, tan denostada por sus emisiones.Tampoco pensamos en bitcoins al imaginar las emisiones, pero de acuerdo con un informe de digiconomist.net, el consumo anual de electricidad usado en la extracción de monedas digitales es de alrededor de 66 TWh por año, una cuarta parte del consumo anual de España. Claro que no todos usamos bitcoins, pero ordenadores y smartphones…

Un estudio realizado por Eric Williams, del MIT, investigó el impacto de los dispositivos que usamos a diario. Y las cifras dan mucho que pensar, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de los teléfonos y ordenadores que usamos se quedan con nosotros entre 3 y 6 años.

Williams afirma que para producir un ordenador se necesita 3 veces su peso en combustibles fósiles. Por cada gramo de un microchip se utilizan 630 gramos de combustibles fósiles y 750 gramos de productos químicos. Sin mencionar los 30 kilos necesarios de agua limpia necesarios para el procesamiento de minerales, supresión de polvo y transporte de minerales en áreas remotas. Pero hay más…

Para fabricar cada microchip se necesitan aproximadamente 400 pasos y todos ellos se llevan a cabo en salas blancas o limpias. Allí se utiliza agua ultrapura, el aire, el argón y el nitrógeno se transportan alrededor de kilómetros de tuberías. Estos procedimientos de filtración y purificación de aire requieren cantidades de electricidad, lo que lleva su propio coste de carbono. Y el carbono no es el único gas de efecto invernadero generado en este proceso: el trifluoruro de nitrógeno es un gas de efecto invernadero 16.000 veces más contaminante que el dióxido de carbono. Y todo ello requiere un solo microchip. En el año 2000 había unos 415 millones de dispositivos conectados a internet; en 2016 ya sumaban 3.500 millones y en 2018 se habían multiplicado casi por 7. Esto se traduce en 22.000 millones de dispositivos que usan un microchip. Uno como el que llevan portátiles, teléfonos y consolas. Claire Barlow es especialista en sostenibilidad y materiales de la Universidad de Cambridge , junto a John Durrell, ingeniero especialista en superconductores, realizaron un análisis del impacto ambiental sobre la Play Station 4. Lo primero que detectaron fue la cantidad de plástico y poliestireno usado en el envoltorio, todo material de un solo uso y que difícilmente se recicla.

En cuanto a la consola en sí, la tapa superior está hecha de acrilonitrilo butadieno estireno (ABS), el mismo material económico y resistente del que están hechos los Lego y en total suman unos 500 gramos. El ABS está hecho de productos petroquímicos derivados del petróleo. Según los cálculos de Durrell y Barlow, el ABS de cada PS4 emite aproximadamente 1,6 kilogramos de dióxido de carbono, lo que significa que, si se han vendido 100 millones de PS4, se han emitido solo por el plástico más de 160 millones de kilos de CO2. Y luego está el interior. Allí hay unos 750 gramos de metal y, teniendo en cuenta que se fabrica en China y en ese país se recicla un 20 por ciento, las emisiones suman y siguen. A ello hay que añadirle la producción y el transporte de cada PlayStation 4: el equivalente a 89 kilogramos de dióxido de carbono por cada una. En total, un 3% de las emisiones de CO2 de España solo en este apartado.

50 kilos de CO2 al año

Y hay que agregarle, además, el consumo de los dispositivos, ya sea de aquellos que precisan alimentación constante, como los que utilizan batería. Por dispositivo, el consumo anual promedio es de unos 15 kilogramos de carbono por año. Si sumamos portátil, tablet, consola, móvil, batería externa, cascos… es fácil sobrepasar los 50 kilos de CO2 por año solo con gadgets personales.

Por último, está la vida útil de los mismos. Según cifras del informe Global E-waste Monitor 2017 realizado por la Universidad de las Naciones Unidas, la Unión Internacional de las Telecomunicaciones y la Asociación Internacional de Residuos Sólidos, cada año se producen en España unas 930.000 toneladas de basura electrónica. Esto convierte a España en el quinto país que produce más residuos electrónicos (RAEE) de la Unión Europea, después de Alemania, Reino Unido, Francia e Italia. Y de todos, apenas se recicla el 20%. Así, más de 700 millones de kilos de basura (plástico, metales raros, elementos tóxicos, el peso equivalente a unas 9 millones de personas) terminan en un vertedero…y allí quedan, durante siglos. Cada año.