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Medio Ambiente
2030
Las cosmovisiones son un intento de previsión del futuro de la vida humana en el planeta, y en esa línea se inscribe el libro «2030» (Deusto) del profesor Mauro F. Guillén, catedrático que es de Gestión Internacional en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, y muy pronto en la Universidad de Cambridge.
En «2030» se tocan con gran precisión temas como el del futuro de África y su «baby boom». Se analizan los efectos del feminismo en el mundo del trabajo y de la propiedad. Se toma en consideración el calentamiento global. Y sobre todo, se estudian los avances tecnológicos que lo impregnan absolutamente todo, y que están cambiando nuestras vidas.
Hace 2.500 años, Esquilo dijo algo así: «Esfuérzate lo que quieras para prever el futuro, pero puedes estar seguro de que va a ser distinto de lo que tú te imaginas». En ese sentido, de cara a 2030, las previsiones del profesor Guillén, creo que deberían combinarse con los pensamientos de Kant de 1795, en su ensayo «Sobre la paz perpetua» a cuyos ecos, que resuenan siempre, me referí la semana pasada en esta misma columna citando mi discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas en 2013, acto que fue presidido por la Reina Sofía.
En definitiva, la tendencia mundial a la globalización y a una cooperación política más intensa entre las grandes potencias (EE UU, China, UE, Rusia, India, etc.) debe reforzarse, con persuasiones para el resto del mundo a fin de lograr un entendimiento multipolar que aleje el peligro atómico y frene el cambio climático; amén de establecer una sanidad internacional eficaz y eficiente. Por la sencilla razón de que la alternativa a un nuevo orden mundial, como el del «2030» del prof. Guillén, no puede ser otra que la destrucción del propio planeta en que vivimos.
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