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Sáhara: sembrado de renovables iluminaría todo el Magreb
Los recursos naturales del desierto y sus condiciones climáticas hacen del Sáhara Occidental una zona con un gran potencial de desarrollo económico. Solo con la instalación de renovables se calcula que se podría iluminar todo el Magreb
Puede parecer solo un desierto; sus condiciones climáticas son indiscutibles. «En la zona central del Sáhara Occidental la tasa de evaporación anual de agua alcanza los 2.500 litros, mientras que la lluvia aporta de media unos 30 litros al año. En la costa se calcula una evaporación media anual de 732 litros, mientras que el volumen de lluvia se fija en unos 45 litros al año», explica Constantino Criado, profesor de Geografía Física e investigador del grupo de Estudios en Ordenación Territorial y Riesgos de la Universidad de la Laguna (Tenerife). Sin embargo, detrás de la arena del desierto se esconde un patrimonio natural (oro, fosfatos, petróleo y gas, entre otros) que, en cierta manera, explica un conflicto internacional activo desde 1975. «El gran problema del Sáhara Occidental son sus recursos. Si fuera un desierto donde no hay nada, no seguiría este conflicto tras casi 40 años», afirma a su vez María López Belloso, investigadora de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Deusto.
Se trata del territorio menos densamente poblado de la tierra. Su extensión alcanza alrededor de 225.000 km² y su población no sobrepasa el medio millón de personas. Eso supone dos habitantes por kilómetro cuadrado. Y además de ser el paso natural entre el Magreb y el África Subsahariana, ha tenido y tiene un enorme potencial de desarrollo económico.
La pesca se considera el primer gran recurso que se ha explotado en esta parte occidental de África. Por un lado, tiene una plataforma continental extensa, es decir el agua es poco profunda durante bastantes kilómetros. Por otro, «las corrientes de aire, etc., hacen que haya un ascenso de las aguas más profundas que traen más nutrientes. Esto unido a estas aguas que cuentan con más oxígeno y sol produce una explosión de fitoplancton y, por tanto, gran riqueza y abundancia de peces. También está ese polvo que llega desde el desierto. Cuando se producen estas llegadas de calima como las vividas hace unas semanas en toda la Península, el mar recibe un extra de nutrientes como el fósforo y el hierro», dice el investigador canario. Estas aguas ricas en especies como sardinas, corvinas o cefalópodos llevan siendo explotadas desde hace siglos. De hecho, los canarios, dice Criado, llevan faenando en estas aguas desde el siglo XVI.
En la actualidad, los acuerdos de pesca se firman entre la UE y Marruecos. El último, firmado en 2019 hasta 2023, permitía 128 licencias de buques europeos, 92 españoles. «La mayor parte de las sardinas y el pulpo que se consume en España proviene de aquí», concreta López Belloso. Sin embargo, una sentencia de finales de 2021 del Tribunal de Justicia europeo desbarata este último acuerdo sobre todo en lo que refiere a la pesca en aguas saharauis.
En este territorio, pendiente de descolonización según la ONU, también se esconden gran cantidad de fosfatos. La mina de Bucraa se descubrió en 1947 y es la mayor mina a cielo abierto del mundo. «Marruecos a día de hoy es el segundo exportador de fosfatos del mundo, por detrás de Rusia. Con el conflicto de Ucrania, el gobierno de Rabat aspira a fortalecer su situación internacional, ya que se calcula que controla el 70% de las reservas del mundo» detalla la investigadora de la Universidad de Deusto.
Los fosfatos se utilizan en varios sectores industriales, aunque el más relevante es la fabricación de fertilizantes para los cultivos. Desde la mina, los fosfatos se llevan hasta la costa a través de una cinta transportadora de más de cien kilómetros (se considera la más grande del mundo). De aquí salen hasta 2.000 toneladas de material cada hora que terminan en todo el mundo, desde India a Nueva Zelanda, Brasil, etc. La entidad Wester Sahara Resource Watch (WSRW) vigila desde Bruselas las exportaciones que salen del Sáhara Occidental cada año y que controla la empresa estatal marroquí OCP. Según sus datos, en 2020 se exportaron 1,12 millones de toneladas de fosfatos que generaron 155 millones de dólares. Se calcula que los ingresos por la venta de este material representan hasta un 6% del PIB de Marruecos. En la web de WSRW se hace referencia a este punto: «Una delegación de las Naciones Unidas que visitó el antiguo Sáhara español en 1975, como parte de la descolonización del territorio, declaró que “con el tiempo el territorio estará entre los mayores exportadores de fosfatos del mundo”. Según su evaluación, un Sáhara Occidental libre se convertiría en el segundo mayor exportador, por detrás de Marruecos».
Incluso las dunas que crean belleza en las extensiones de desierto son en sí mismas un recurso. Del Sáhara salen áridos para la industria de la construcción y arena fina que llega hasta las playas canarias. «Las primeras exportaciones conocidas de arena a las Canarias se produjeron en 1955, cuando el territorio era considerado provincia española. Las Teresitas en Gran Canaria (1971-1973)... En 1998 se volvieron a exportar 140.000 metros cúbicos de arena», señala WSRW en su web. Además, dice la entidad, la empresa estatal marroquí de petróleo y minas Onhym ha mostrado interés por extraer uranio, oro o diamantes.
Futuro
Aparte de las dunas, las condiciones climáticas extremas también le dan unas perspectivas de desarrollo interesantes a este territorio. «Los vientos casi siempre son de componente norte. Esto lo convierte en una zona con un enorme potencial eólico. Por otro lado, la extensión de la plataforma continental permitiría la instalación de eólica offshore. En cuanto a la insolación, la región cuenta con 3.500 horas de sol al año lo que supone un enorme potencial para el aprovechamiento fotovoltaico. Todo esto podría convertir a Marruecos en un exportador de energía renovable a otros países de su entorno o incluso a la UE, apunta el investigador canario. De hecho, según datos de WSRW el potencial de generación serviría para alimentar a toda la región del Magreb de energía renovable: «El desarrollo de renovables empezó en 2012, cuando Marruecos lanzó una licitación para la construcción de cinco parques eólicos: tres en Marruecos propiamente dicho y dos en el Sáhara Occidental, uno de 100 MW en Bojador y otro de 300 MW en El Aaiún».
La posibilidad de generar energía renovable, además, hace posible obtener agua desalada y cultivar en medio del desierto. «A día de hoy entre el 7 y 14% del tomate que sale de Marruecos a la UE sale de Sáhara Occidental. Ahora Marruecos está planteando la creación de 5.000 hectáreas de cultivo hortofrutícola . Teniendo en cuenta que los costes de producción son menores aquí, representaría una competencia importante para el sector español», dice Constantino Criado.
Petróleo
El año pasado un grupo israelí cerró un acuerdo con Marruecos para hacer prospecciones de gas y petróleo en la zona. «Las evaluaciones apuntan a que podrían extraerse 14 millones de barriles de petróleo en terreno saharaui (o bajo el mar) y unos 2.150 millones de metros cúbicos de gas. No es un gran volumen si pensamos en los números del comercio a nivel internacional, pero sí puede ser interesante para generar beneficios económicos en un país pequeño como podría ser el Sáhara Occidental y su medio millón de habitantes», afirma Criado.
Estos días, el largo conflicto del Sáhara Occidental vuelve a estar de actualidad por el cambio de posición del actual Ejecutivo español que, por primera vez, ha manifestado públicamente que la autonomía que propone Marruecos para el Sáhara Occidental (una propuesta que lleva desde 2007 encima de la mesa) es la mejor opción para resolver el conflicto, en vez de un referéndum. Sin embargo, «el territorio del Sáhara Occidental es un Territorio No Autónomo, y por tanto, según las resoluciones de Naciones Unidas su naturaleza solo cambiará cuando el pueblo de la colonia o el territorio no autónomo haya ejercido su derecho de libre determinación», afirma la investigadora López Belloso.
Este cambio de parecer de España se interpreta entre los expertos como una forma de aliarse con EE UU y Francia. «El conflicto del Sáhara Occidental es bastante poliédrico y tiene muchos actores e intereses. Lo curioso es que como vemos en Ucrania y otros conflictos modernos, las políticas exteriores siguen siendo bastante inamovibles a pesar de los cambios internos de los gobiernos», concluye Criado.
La dependencia española del gas de Argelia
«Hay expertos que consideran que con este cambio del Gobierno español se ha solucionado un problema diplomático para generar otro» dice María López Belloso, investigadora de la Universidad de Deusto. Y es que el otro gran actor en este conflicto es Argelia, el principal valedor del Frente Polisario. No hay que olvidar que hasta el 45% del gas natural que llegó hasta España en 2021 provenía de este país. Tras la publicación de la famosa carta del presidente del gobierno Pedro Sánchez, Argelia ya ha manifestado su intención de revisar los acuerdos que tiene con España por considerar inexplicable que desde Madrid se respalde ahora el plan marroquí para la antigua colonia.
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