La contra
«La paleontología fascina porque es viajar en el tiempo»
Pedro Piñero Paleontólogo y director del yacimiento de Quibas
El yacimiento de Quibas (Abanilla. Región de Murcia) se descubrió por casualidad. Una antigua cantera dejó al aire libre los restos de huesos que cuando se empezaron a investigar convirtieron este yacimiento paleontológico en uno de los más importantes de Europa. Quibas es una ventana abierta a un pasado de hace un millón de años, un mundo pleistocénico por el que pasaron dientes de sable, bisontes, ardillas voladoras, licaones, macacos y los primeros linces ibéricos. Pedro Piñero lo dirige desde 2014 y gracias al estudio de los fósiles de este ancestro del lince ayuda a su conservación (a través del Life Lynxconnect)
¿Porqué es especial Quibas?
En el año 94 quedó expuesta una cueva llena de sedimentos y cargada de fósiles. Se empezó a estudiar y hasta ahora hemos descubierto varias singularidades que lo hacen único a nivel internacional. Una de ellas es su edad. No existe en Europa ningún yacimiento con una antigüedad entre 1.100.000 y 900.000 años que, además, tenga restos de vertebrados continentales. También hemos visto que es el último refugio de animales subtropicales o tropicales de Europa. La región de Murcia fue el último refugio de especies que venían de épocas más cálidas. Además, hemos descubierto siete fases climáticas -glaciales e interglaciales- que nos permiten saber cómo evolucionó el clima y el paisaje en el sur de Europa en ese tiempo.
Vuestro descubrimiento estrella es un lince ¿por qué es tan importante?
Porque es el esqueleto más antiguo que se conoce. En Rusia hay un fragmento de cráneo algo más antiguo, pero nosotros hemos obtenido hasta 60 piezas del mismo individuo. Esto nos permite saber si era más grande o más pequeño que el actual, si ya cazaba conejos o tenía otra dieta. Además, nos abre una ventana para entender cómo era la Península Ibérica hace un millón de años y cómo afectaron los cambios climáticos a la fauna. El yacimiento compite en edad con los lugares donde se han hallado las presencias humanas más antiguas de Europa, como la Sima del Elefante, en Atapuerca. Nos ayuda a imaginar en qué ambiente vivieron los linces y los primeros humanos.
¿Estudiar fauna y flora de hace tanto puede dar información sobre el cambio climático?
La paleontología no sólo sirve para conocer el pasado, sino también para establecer medidas de conservación. Si sabemos cómo reaccionó la vida ante los cambios climáticos del pasado, podemos entender cómo hemos llegado hasta aquí y predecir qué puede ocurrir en el futuro. Estudiando cómo reaccionó el lince ibérico ante fluctuaciones ambientales antiguas , podemos aplicar ese conocimiento a su conservación.
¿Qué diferencia esos antiguos cambios del actual?
Los del pasado eran mucho más lentos. Ahora vivimos una situación inédita, con una inestabilidad ecológica muy rápida y acelerada. Esto lo podemos extrapolar a la conservación futura de especies como el lince: saber en qué hábitats vivía mejor, etc., y así entender si ante el cambio climático actual podrá adaptarse o no. Las pistas están en el estudio del pasado.
¿Cuántos años más puede haber de estudio en Quibas?
Mientras haya fondos, hay trabajo para décadas. Pero no queremos quedarnos solo en la investigación. Queremos que la sociedad lo conozca y esperamos que pronto la gente pueda disfrutar de un «safari por el Pleistoceno» y conocer las ochenta especies que hemos identificado.
¿Está aumentando el interés por la paleontología?
Sin duda. La paleontología nos permite viajar en el tiempo, algo que fascina a todo el mundo. La Tierra tiene memoria, y la guarda en sus fósiles. España, además, es un paraíso. Tenemos yacimientos excepcionales, desde los de Atapuerca hasta los de dinosaurios en los Pirineos y y equipos muy buenos en universidades y centros de investigación.
¿Qué preguntas quedan por responder?
Una de las grandes preguntas es cómo se originó la vida y queda por entender las causas de extinciones masivas. Hace 250 millones de años desapareció el 95% de la vida. Hay hipótesis, pero todavía no está resuelto. Tampoco lo está el origen de los vertebrados o el de nuestra propia especie.