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Rosa Pardo: «Ahora mismo la transición energética es un pelotazo»
Rosa Pardo imparte Historia Contemporánea en la UNED, aunque su experiencia con un proyecto energético en su pueblo la llevó a formar parte de la Coordinadora de la Alianza Energía y Territorio (Aliente) desde donde defiende otro modelo de transición ecológica
¿Cómo son los proyectos que llegan a pueblos como el suyo?
Llegan los comerciales, ofrecen a propietarios arrendar sus tierras pagándoles por hectárea 10 veces más de la renta agrícola, que puede ser verdad en un principio, pero los contratos son de una enorme inseguridad. La gente firma; los políticos dicen «esto es buenísimo», crea empleo y ayuda a la despoblación (sabiendo que es falso) y estas empresas, que pagan una miseria respecto a lo que van a ganar, revenden el proyecto y dan el primer pelotazo. La segunda empresa lo vende a un fondo de inversión y entra en el circuito financiero. No hay interés por hacer una transición ecológica, es puro negocio consentido por las administraciones que sólo ven inversión sin valorar el impacto ambiental o territorial con la industrialización de zonas donde había proyectos de desarrollo rural alternativos. Los partidos, sean del color que sean, dicen que no se puede poner puertas a la iniciativa privada. A empresas de 3.000 de capital que no van a producir energía se les da capacidad de expropiar. Se implantan en territorios donde no van a tener contestación y se les permite saltarse la protección ambiental y no se les obliga a incluir mecanismos para estabilizar la red.
¿Por qué modelo apuestan?
Hay dos modelos de implantación: uno distribuido y descentralizado (Alemania, Australia o Sudáfrica) donde priman las comunidades energéticas y el autoconsumo. El otro es el de las macro renovables. En Alemania cuentan con 70 GW instalados gracias al autoconsumo y en España estamos en 25,6. Y si hacen falta grandes plantas, planteamos que se haga en terrenos degradados o industriales y no invadiendo zona rústica y arrancando olivos. Hay informes que afirman que aprovechando tejados o terrenos baldíos no se tendrían que utilizar hectáreas agrícolas, pero se está instalando en áreas fértiles y protegidas. Se eliminan hasta 20 centímetros de capa vegetal, que ha necesitado siglos para formarse y que no se recupera. Además, ¿qué va a pasar con los paneles o molinos cuando finalicen los proyectos porque no son reciclables y la gestión de sus residuos es carísima? Existe la posibilidad de que se queden en los territorios y la responsabilidad será de los ayuntamientos o de los particulares. Se tiene que planificar la transición, porque ahora mismo es un pelotazo.
¿Es aún posible planificar?
Los proyectos que ya están aprobados o gestionándose, sobrepasan los objetivos del plan del gobierno de energías renovables para los próximos años. El plan es llegar a 160 GW, para lo que habría que duplicar los 30 eólicos que hay y los 25 solares, pero los proyectos ya están por encima de esos 160. Ahora mismo, es más difícil sacar adelante una comunidad energética que una macroplanta. Por ejemplo, Aragón cuenta con una sola comunidad energética.
¿Hay CC AA más afectadas?
Hay mucho desequilibrio territorial. Gran cantidad de proyectos en Extremadura, Galicia, Castilla y Andalucía y ninguno en Madrid, Cataluña y País Vasco, las comunidades con más consumo.
Italia ha prohibido ocupar suelo agrícola y defienden la agrovoltaica de la que también oímos hablar en España, ¿podría ser una solución?
Cualquier agricultor al que preguntes, te dirá que es imposible meter las ovejas en una planta fotovoltaica porque se van a comer los cables. No es real. En España no existe agrovoltaica; existe en países que la han legislado y donde el 70% de la instalación es agricultura y el 30% de la superficie es agrovoltaica. Es decir, fotovoltaica colocada en altura para que se pueda trabajar la tierra debajo. Aquí no hay ningún proyecto más allá de algún piloto que sirve de propaganda. Lo que sucede aquí (expropiaciones de terrenos) en países como Francia sería impensable. Esto pasa en Grecia, Portugal, España. Hay una desprotección total del paisaje y, además, aprovechando la guerra de Ucrania se ha retrocedido en legislación medioambiental. Es contradictorio que en el mismo sitio donde hay planes aprobados para la protección de aves esteparias se permitan estos desarrollos.