Competición
Extreme E: una vuelta con una ganadora del Dakar
La aceleración y las suspensiones, los puntos más destacables de este todoterreno eléctrico que marca el camino futuro de las carreras
Si el futuro de la automoción se está orientando hacia la electrificación, el mundo de las carreras automovilísticas no puede ir en dirección contraria. Así lo han sabido ver las marcas que, como Cupra, se han apuntado a la primera edición del campeonato de Extreme E, las carreras eléctricas de todo terreno que se disputan en los escenarios más inhóspitos y difíciles de la tierra. Tuvimos ocasión de montarnos en este automóvil con Jutta Kleinschmidt: Una experiencia inolvidable y diferente.
Juta, piloto oficial de la escudería española, es un mito del automovilismo de todo terreno ya que ha sido la única mujer que ha conseguido imponerse, en el año 2001, en el rallye más duro del mundo, el París-Dakar. Y subirse al pódium del Lago Rosa de las afueras de Dakar venciendo a todos los pilotos oficiales de las marcas rivales. A sus 58 años, Jutta sigue manteniendo el mismo espíritu de competición y superación que le hicieron estar en la élite de pilotaje. Y las mismas manos que controlan todos los movimientos del coche e improvisan trazadas en cada segundo.
¿Cómo es el Cupra Extreme E?
Como el resto de los vehículos que participan en estas competiciones, sus características principales se basan en unos motores totalmente eléctricos montados sobre un vehículo todo terreno, que ofrece unas altas cifras no solo de potencia sino, sobre todo, de par. El conjunto del Cupra presenta una línea muy aerodinámica, ya que mide 4,40 metros de largo y 1,86 de alto, que contrasta con su anchura, que llega a los 2,30 metros. Los tres metros de su distancia entre ejes le permiten comportarse especialmente bien al abordar irregularidades del terreno y los saltos provocados por las diferencias de nivel habituales en las careras de todo terreno. Sus 45cm, de altura al suelo hacen que se superen todos los baches sin llegar a tocar el chasis.
Este está compuesto por una estructura tubular de acero reforzado con niobio y que integra asimismo toda la “jaula” de barras antivuelco que, además de asegurar la integridad del piloto en caso de accidente, refuerzan la rigidez del automóvil. Y parte del éxito de su comportamiento se debe igualmente al conjunto de las suspensiones, formadas por una doble horquilla que se complementa con unos enormes, casi desproporcionados, amortiguadores ajustables en tres posiciones. El recorrido de este conjunto es de 385mm. gracias a los cuales los saltos y otras irregularidades del camino son absorbidos sin ninguna incomodidad o violencia para los ocupantes.
Pero lo más importante es el corazón de este Cupra, Su motor eléctrico que ofrece una potencia de 544 caballos y, sobre todo, un par de 920Nm que le hace salir disparado de las curvas y conseguir aceleraciones que te dejan pegado al asiento, ya que es capaz de pasar de cero a cien por hora en solo cuatro segundos y medio y llegar a una punta de doscientos por hora. La relación peso/potencia es muy favorable, ya que da en la báscula 1.650 kilos. Y para asegurar la frenada se ha recurrido a pinzas de frenos de seis pistones. Es decir, un coche de carreras de absoluta élite.
Jutta al volante
Tuvimos la muy exclusiva oportunidad de poder compartir varios kilómetros en el asiento de copiloto de este Cupra Extreme E con Juta Kleinschmidt al volante. El escenario fue asimismo excepcional: la pista de pruebas que, especialmente preparada para probar este tipo de vehículos, tiene otro “dakariano” de referencia como es Nasser Al-Attiyah, tres veces ganador del Dakar en los años 2011, 2015 y 2019.
Un recorrido muy selectivo en el que Jutta fue capaz de sacar todo el rendimiento posible al Cupra Extreme E, que mostró su eficacia en una pista que reúne todas las dificultades posibles para poner a prueba las características de estos vehículos. El Cupra se muestra especialmente brillante en curvas rápidas, donde los largos derrapajes controlados por la piloto hacen que el coche avance de lado a alta velocidad a la vez que las suspensiones van absorbiendo todas las irregularidades del terreno. Su gran distancia entre ejes segura una buena estabilidad, aunque le perjudica en las curvas lentas, donde el giro es más problemático. Ante ello, Jutta aprovecha la respuesta casi instantánea de los motores eléctricos, que ofrecen su potencia desde el principio sin tener que subir de vueltas como sucede en los motores atmosféricos. Con ello logra derrapajes del tren posterior que hacen que el Cupra se inscriba sin titubeos en el interior de la curva para asegurarse una salida brillante.
Los desniveles no son un problema para un coche preparado para superar cuestas de hasta 130 grados y, cuando llegamos al cambio de rasante, comienza un vuelo largo que termina con un suave aterrizaje que sorprende a quien no está acostumbrado a ello y espera un choque violento contra el suelo. La amplitud del recorrido de las suspensiones y la acción de los grandes amortiguadores evita cualquier reacción violenta al posar de nuevo las ruedas sobre la tierra. Tras varios kilómetros de ritmo de carrera volvemos al inicio del circuito con la satisfacción de haber montado en uno de los todo terreno más rápidos del mundo y, por supuesto, más ecológicos. Y con la experiencia de haberlo hecho guiados por la única mujer ganadora de un Dakar y que, como nos ha demostrado, sigue pilotando como cuando se coronó en el Lago Rosa hace ahora ya veinte años.
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