Economía circular
Una segunda vida para el coche
Los centros autorizados de tratamiento son los únicos legalmente capaces de sacar todo el provecho a automóviles definitivamente dados de baja. Una fórmula imprescindible para extraer de un vehículo que no volverá a circular piezas aún válidas
La senda hacia la descarbonización y la economía circular conduce a reutilizar cuanto más, mejor. Electrónica (los teléfonos móviles son buen ejemplo), plásticos, cartón, vidrio, baterías, ropa… Los recursos del planeta son finitos y el consumo creciente y elevado, aunque cada vez son más los que apuntan a impedir acabar con los recursos disponibles. Sucede en automoción: muchos fabricantes avanzan (y en la práctica trabajan) nuevos materiales reciclados y sostenibles, algunos más corrientes de lo que pensamos y hasta la fecha insospechados en este ámbito, y todos persiguen alargar la vida de sus productos o llevarlos a una nueva vida.
Algo parecido sucede con los CAT o centros autorizados de tratamiento de vehículos al final de su vida útil, popularmente conocidos como desguaces, los únicos legalmente autorizados para tratar un automóvil al final de su vida útil. Antes de nada, lo dan de baja total en Tráfico sin coste para el usuario para después tratarlo de manera medioambientalmente responsable. En España la principal asociación que los agrupa es Aedra, la mayor de Europa con cerca de 700 socios y 30 años de trayectoria. En gran medida, ha encauzado un sector que recicla de arriba abajo vehículos de todo tipo, poniéndolo en el centro de la diana de la economía circular.
De la importancia de su actividad habla, por ejemplo, el acuerdo de buenas prácticas recién suscrito con la Confederación Española de Talleres de Reparación de Automóviles y Afines (CETRAA). ¿Motivo? “Conseguir que la reparación de cualquier automóvil se realice en talleres autorizados y no "piratas", competencia desleal donde no cabe reclamación alguna ante posibles problemas y que operan al margen de la legalidad, incluida la medioambiental. Queremos que si un taller legal opta por utilizar piezas usadas garantice que proceden de un CAT”, explica Rafael Pardo, director general de Aedra. “Hacerlo así es clave para garantizar la seguridad vial y los derechos de los consumidores, con todo el amparo profesional y administrativo que supone. Luego, ante un posible defecto, se puede reclamar, con responsabilidad y garantía incluidas”, añade. Por ley los CAT cuentan con instalaciones y profesionales adecuados para el tratamiento de esos coches y la extracción de los componentes que aún puedan servir, lo que no sucede cuando las piezas se sacan de forma descontrolada. Cualquier automóvil contiene ácidos, aceites y gases tóxicos para el entorno que no deben verterse en cualquier sitio. Y eso por no hablar del residuo que suponen los restos no reciclables.
Por otra parte, un CAT asegura que una pieza reciclada ha sido preparada para reutilizarse, lo que evita problemas de seguridad en los coches que las reciben y que, a fin de cuentas, van a seguir circulando. Hay otra forma de verlo: el recambio recuperado equivalente es una alternativa a mejor precio al original, no siempre al alcance de todos, por lo que aumenta la oferta, propicia contrapesos en el mercado y evita que los costes de reparación se disparen, mientras contribuye a un mundo un poco más sostenible.
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