Opinión
El enemigo en casa
El trato protocolario a Pedro Sánchez en el sevillano teatro de la Maestranza fue el esperado. Esto es, sentado en primera fila, junto al vicepresidente de la Junta de Andalucía. No quedaba otra. Si algo tiene grabado Susana Díaz es que en ningún caso iba a darle argumentos a Sánchez para alimentar ante las bases la existencia de «un enemigo interior». A pesar de los pesares. Porque la presencia del secretario general del PSOE en la entrega de medallas de Andalucía fue filtrada y vendida por Ferraz como un gesto de acercamiento a la presidenta andaluza, aunque en San Telmo estuvieron lejos de interpretarlo de esa manera, toda vez que se enteraron por las redes sociales de lo que llegaron a denominar como una «autoinvitación». El trágala, sin embargo, se impuso y Sánchez colocó este miércoles con su asistencia el recado de que él es el líder del socialismo en toda España, también en Sevilla. Así lo asumió la propia Díaz quien, horas antes de hacerse pública la decisión de ese desembarco, ya dejó entrever en una entrevista que la relación entre ambos sigue siendo mala. La escenificación de una nueva etapa en la cual la batalla quedaría definitivamente atrás fue enterrada en el último Comité Federal del PSOE, que aprobó el reglamento interno. Díaz no asistió y de su delegación acudieron solo tres de sus 40 representantes. Además, ninguno votó.
Pero la tensión se destapó definitivamente con el veto a Elena Valenciano como aspirante a liderar a los socialdemócratas en la Eurocámara, complicando la imagen de unidad que quería escenificar Sánchez, por ejemplo, con su escuela de gobierno. Una «calculada marcha atrás», según describían fuentes socialistas. A día de hoy, Díaz, junto a Javier Fernández, son los únicos barones territoriales que no han confirmado su presencia en un foro en el que el secretario general aspiraba a borrar su imagen de látigo de las élites del PSOE.
✕
Accede a tu cuenta para comentar