Opinión

La alianza militar europea

Para descubrir dónde reside el éxito de una alianza militar quizás no haya que remontarse hasta la batalla de Lepanto; bastaría, por ejemplo, fijarnos en lo conseguido por la OTAN hasta el año 1990. Dos son los factores básicos imprescindibles para que una alianza pueda triunfar: perseguir una clara idea estratégica y tener un liderazgo nítido. Esta idea era en la OTAN –hasta el mencionado año– contener a la Unión Soviética, para que las naciones democráticas europeas pudieran sobrevivir. El liderazgo –sin discusiones– era el suministrado por los EEUU. Por cierto, parecido a lo de Lepanto, cuando la Santa Liga decidió cortar la expansión turca por el Mediterráneo con el liderazgo de España materializado en D. Juan de Austria . ¡Qué poco cambian ciertas cosas con los siglos!

Si algún día la UE consigue organizar una alianza militar eficaz será por haber encontrado esa idea estratégica concreta y aceptado que surja un liderazgo en su seno. Mientras esto no llegue, todos los intentos de optimizar las industrias militares europeas o establecer Cuarteles Generales operativos no son más que iniciativas desde abajo hacia arriba –convenientes pero insuficientes– para tratar de unirnos en tiempos de adversidad. Como los que se avecinan para nosotros los europeos. Optimizar la base sin acordar la meta, nos puede llevar de victoria en victoria hasta la derrota final. Como la abstracción excesiva suele conducir a cierta frustración, quisiera aventurar aquí cuál podría ser esa misión estratégica y ese liderazgo con el que unirnos algún día en alianza. El estabilizar África, evitando unas inmigraciones masivas –dolorosas para los africanos, angustiosas para los europeos– evitaría un grave riesgo para Europa acerca del cual los EEUU no muestran clara motivación. Emigraciones causadas por las ansias económicas de mejorar, pero también por el empuje despiadado de Al Qaeda y el Daesh, que aprovechan los vacíos de poder allá donde se producen. La UE está especialmente bien dotada para este ambicioso cometido estratégico de estabilizar y desarrollar África, combinando integralmente su capacidad económica, su «soft power» y un futuro brazo militar. El que Europa admita un liderazgo militar se presenta especialmente difícil. Pero a la guerra no se va en comité; habrá que aceptar un líder que concite confianza y que proponga decisiones que pueden llegar a ser difíciles. En la Europa real actual sólo veo a Francia capaz de representar esa función. Nación sin remilgos para emplear la fuerza –cuando cree que le asiste la razón–, miembro permanente del Consejo de Seguridad de NNUU, dotada con armas nucleares y que despliega tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo; e incluso más allá. Y con experiencia africana reciente. Especialmente para Alemania –también para Italia y España– aceptar un liderazgo militar francés en el ámbito europeo puede resultar duro. Pero una Alemania que a su hegemonía económica uniera una supremacía militar haría revivir viejos recelos. El reto principal inicial que tendría que afrontar una alianza militar europea efectiva vendría –sin duda– de los propios EEUU. El que albergue alguna duda, sólo tiene que repasar las intervenciones de los líderes norteamericanos en la reciente Conferencia de Seguridad de Múnich. La administración Trump –como las anteriores– quiere que los europeos invirtamos más en Defensa... pero con las prioridades que ellos fijen.

Creo firmemente que una futura Alianza europea debería complementar –pero no sustituir– a la OTAN en determinados teatros y misiones. Por ejemplo, para contener y disuadir a la revanchista Rusia del presidente Putin en Europa, deberíamos admitir que la OTAN por sus medios (especialmente los norteamericanos) y experiencia, es la organización ideal. La futura alianza europea debería aquí aceptar un papel subordinado de apoyo a la OTAN. Pero en reciprocidad, los EEUU deberían acceder a que los europeos ejerciéramos el liderazgo en la ambiciosa misión de estabilizar África –económica y militarmente– apoyándonos, pero no dirigiéndonos en algo en lo que nos jugamos mucho más que ellos. Evidentemente no es únicamente África el origen de las emigraciones masivas incontroladas con potencial para desestabilizar Europa. En Oriente Medio hay situaciones tan desesperadas –especialmente en Siria– que muchas personas arriesgan todo para llegar aquí. Algún día los europeos deberemos actuar integralmente en Oriente Medio especialmente si se confirma el retraimiento estratégico de las últimas administraciones norteamericanas. Pero de momento creo que la estabilización de África es un objetivo lo suficientemente ambicioso para un instrumento que los europeos tenemos sólo en papeles. Las ambiciones de algunos líderes comunitarios están limitados por los políticos que dirigen las Naciones europeas donde reside el verdadero poder militar. Resumiendo: la UE debería aceptar que las ovejas tendrán que desarrollar colmillos para sobrevivir en un mundo de lobos. Que el intento de suprimir los conflictos en las relaciones internacionales, extrapolando la experiencia europea al resto de la Humanidad, no era más que un sueño ingenuo. El emplear los colmillos exige una idea clara y sencilla de como emplear la fuerza y aceptar un jefe del grupo. Lecciones duras pero nítidas que la Historia ha enseñado a los que han logrado sobrevivir. Ha llegado la hora de despertar.