Opinión

Chantajes y ritos de purificación

La llamada huelga general feminista ha sido un buen ejemplo de las nuevas formas de hacer política que se van imponiendo en los países desarrollados. Se trata de movilizar a un sector de la población y convertirlo, mediante la interiorización de unas señas de identidad en apariencia indiscutibles, en el agente de un cambio que afecta al conjunto de la sociedad.

Poco antes de esta movilización tuvo lugar otro hecho significativo de este nueva política, como fue la retirada de la estatua del marqués de Comillas de Barcelona, ciudad que sin él sería muy otra cosa, porque el marqués, empresario de primera categoría, salido de la nada, promocionó como nadie la industria, la finanzas y la cultura catalana, labor continuada por su hijo. Gracias a él, por ejemplo, Verdaguer escribió «La Atlántida», el poema que Falla se empeñó en convertir –y convirtió de hecho, a pesar de su inacabamiento– en una de las obras maestras del arte español.

La retirada de la estatua –fenómeno generalizado en buena parte de Occidente– es fruto de una política encaminada a borrar nuestra realidad de cualquier rastro de culpa. Como hemos alcanzado el ápice de la (buena) conciencia moral, nos permitimos juzgar el pasado. De este sólo puede sobrevivir aquello que se ajusta a nuestros criterios morales, o a los de aquellos que detentan el poder en cada momento. Se trata de depurar la cultura y el espacio de lo público, y dejar en él solo aquello con lo que nos identificamos, sin tener en cuenta lo que es propio de cada época, ni la deuda que tenemos contraída con quienes nos precedieron. La perfecta inocencia recobrada anula la diferencia y la alteridad.

La caza de brujas retrospectiva tiene efectos en el presente. Se advirtió en la fiesta celebrada en Barcelona durante la retirada de la estatua del marqués de Comillas, un acto inspirado en un auto de fe antiguo. Como pequeños dioses omnipotentes, sus protagonistas anularon el tiempo, se absolvieron ellos mismos y renacieron a nueva vida, puros y ejemplares. (Y todo con una agenda de ultra izquierda y anti PP que nadie contrarresta.)