Opinión
Caballo de Troya
¿Negociación? ¡No queda nada por negociar!» La conclusión pertenece a Irene Montero tras ceder Pablo Iglesias ante Íñigo Errejón en prácticamente todas sus exigencias: la convocatoria única de primarias de candidato y lista; disponer de total autonomía con un comité de campaña a su antojo; y capacidad para desarrollar un proyecto diferenciado...
El candidato in pectore de Podemos a la Comunidad de Madrid ha venido batallando por blindarse, ante el temor de acabar con «el caballo de Troya dentro», en palabras de uno de sus afines. Incluso ha pedido capacidad ante la Junta Electoral para vetar tanto las marcas (en un intento de condicionar las confluencias, pensando sobre todo en su estigmatizada IU) como el orden de la lista que él mismo encabezará. Un puesto, por cierto, que tanto tardó Errejón en digerir cuando Iglesias se lo ofreció.
«Lo de Íñigo es un intento de demoler la estructura orgánica del partido», alertaba un pablista que describe esa pretensión como una «locura». De hecho, a ojos de Pablo Echenique esa vía es imposible de transitar porque es un «precedente» al que querría sumarse «hasta el lucero del alba». Hay próximos a Iglesias que ya alertan de una deriva «absolutista» de Errejón y hablan abiertamente de un conato desbocado de «fagocitar a Podemos». Las cartas están sobre la mesa.
Más tarde se descubría el borrador de un documento de pacto de Bescansa para Errejón con el objetivo de moverle la silla al secretario general que aún ha agitado más las aguas de por sí revueltas de Podemos. La ex secretaria de Asuntos Políticos y Sociales, antes de su purga por el líder, ha tenido el descuido de poner negro sobre blanco, en ocho puntos y en su canal de Telegram, su «plan de asalto» a la sede de la madrileña calle Princesa.
En Podemos el liderazgo de Pablo Iglesias y la dirección parlamentaria de Irene Montero cada vez son más cuestionados. Hace tiempo que las críticas internas al líder se dirigen sobre todo a su entorno, a los que acusan de haberlo situado en una suerte de «torre», donde cualquier discrepancia es percibida como una «traición». Los últimos acontecimientos prometen un repliegue más acentuado aún de Iglesias en su círculo de confianza y un contraataque en toda regla.
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