Opinión
La cabra catalana y la sangre caliente
Puigdemont se ha apresurado a publicar un tuit en alemán explicando que los tribunales belgas se niegan a extraditar a sus consejeros huidos de la Justicia «porque quieren garantizarles un juicio justo». A una le gustaría que Mariano Rajoy sacase tuits sobre las ideas de Quim Torra, por ejemplo citas del artículo «El PSC y la cabra catalana», en el que lamenta la «degeneración racial» del socialismo catalán por el «mestizaje» con el socialismo español. Pero no lo puede hacer. Lo malo del populismo es que constituye una pasta pegajosa, difícil de manejar, que se te queda adherida a los dedos. El nacionalismo supremacista utiliza un calibre que le está prohibido a la democracia.
En declaraciones al digital «El Mon» decía el lunes Elsa Artadi: «No nos limita el hecho de tener un Estado opresor que mantiene rehenes, si quieren sentarse a negociar, nosotros allí estaremos. Pero nosotros no podemos negociar si tenemos derecho o no a la autodeterminación, porque es un derecho de los ciudadanos». O sea, los representantes democráticos han de atenerse a las leyes pactadas y al fair play. Los separatistas pueden inventarse derechos y mentir llamando «rehenes» a los golpistas presos.
Es una batalla infernal. La Historia nos ha demostrado que los totalitarismos pueden filtrarse por las grietas de la democracia. Es un gran éxito que Pedro Sánchez y Mariano Rajoy pacten un 155 más duro para el primer momento en que Quim Torra se salte la normalidad. Ojo a las grietas, sin embargo, que son los mil matices de Iceta desde el PSC o los golpes de pecho de Rivera por un 155 del que abominó en su día. O Ada Colau e Iglesias.
Lo único bueno de esta vuelta al pasado reciente en Cataluña es que Quim Torra no tiene demasiado espacio para moverse.
Ha prometido la restitución de las iniciativas que el TC proclamó ilegales, y la CUP no le va a permitir andarse por las ramas. Más pronto que tarde el de la cabra catalana se echará al monte. Lo suyo no es la sutileza. Abrevado en las doctrinas fascistas de Estat Catalá y el racismo de Feuerbach, a Quim Torra le va la acción. Hay fotos de su rebelión contra los mossos de escuadra, cuando cumplieron la sentencia y devolvieron los bienes de Sigena sacándolos del museo de Lérida. También las hay de su presencia entre los alborotadores que apoyaron a Sánchez en Ferraz cuando sus compañeros le cortaron la cabeza. «Por el federalismo», escribía en sus tuits.
En esta foto de Ferraz posaba además con su mujer y su hija. La familia que se manifiesta unida, permanece unida. Éste tiene la sangre caliente. Ya verán lo que tarda en dar una patada al código penal.
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