Opinión

Sánchez, el escorpión

Rescataba Pérez Reverte una frase de Amadeo de Saboya en el momento de abdicar que ahora viene pintiparada: «Si fueran extranjeros los enemigos de España, sería el primero en combatirlos; pero todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra, agravan y perpetúan los males de la nación, son españoles».

Es desolador comprobar el grado de traición de que somos capaces. ¿Cómo es posible que, en pleno riesgo de destrucción de España, con la mitad de los catalanes en vesania colectiva, el mismo PSOE que pacta un frente constitucional con el Gobierno le presente una moción de censura ¡aliado con los rupturistas!? Es para no creerlo. ¿De qué está hablando Sánchez con ERC o PDeCat, de qué hay que hablar con los que rompen la nación? Espero que todos los socialistas de bien se abstengan en adelante de votar PSOE con semejante espécimen al frente.

Luego está Podemos. Con varios jefes untados en Venezuela. Con otro que se presenta por Madrid tras ser inhabilitado por la Universidad de Málaga. Tipos que replican la vieja lucha de clases – ahora con nombre de «castas»–, que arengan a los pobres y critican sus casas a los ricos y se reservan dachas hermosas en la mejor tradición soviética. Con esos quiere gobernar Pedro Sánchez.

En tercer lugar va Bildu, con Otegui al frente. Y queda el PNV. Vuelvo a lo mismo ¿Cómo es posible que pacte con el Gobierno 540 millones de los presupuestos, dejando en la estacada a sus secuaces catalanes, y diez minutos después se apunte a la facción de Cayo Bruto? Pero qué asco, madre mía.

Espero que Pedro Sánchez pase a la Historia como Judas. No es posible que volvamos a creer en un PSOE leal bajo su mando. ¿De veras va a apoyar una vigilancia minuciosa de Torra este señor? ¿O amparar una transformación de los mossos al servicio de la ley, o la democratización de unos medios de comunicación catalanes voceros de los partidos independentistas?

Pobre España. Ojalá el enemigo fuese el islamismo árabe. Ojalá lo fuese el capital chino. O los robots rusos. Pero una y otra vez el traidor es el hermano español. Y no podemos hacer como Amadeo de Saboya. Creímos que los viajes por Europa habían templado a Sánchez, pero qué verdadera la fábula del escorpión. Convence a la rana para que le permita cruzar el río a sus espaldas y, en pleno trayecto, la pica. Van a morir ambos ahogados, pero el escorpión explica a la rana, estupefacta: «Picar está en mi naturaleza». Quiero creer que esto nunca se olvidará. Los españoles detestan la corrupción, pero es posible que odien más la ruptura y la destrucción de su país.