Opinión
Agotar la Legislatura... o no
Solía decir Ricardo García Damborenea que no es cierto eso de que un adelanto electoral lo decide el presidente de Gobierno, sino que en realidad quien toma tan relevante decisión es el CIS. A «Dambo», dirigente socialista vasco después metido a eventual telonero electoral de Aznar, no le faltaba razón. No es el cumplimiento íntegro o en alto porcentaje de un programa, ni siquiera una puntual coyuntura económica o una crisis de estado lo que empuja a un jefe de Gobierno a volver a repartir cartas, sino los datos demoscópicos que arroja el Centro de Investigaciones Sociológicas a propósito de la popularidad de un gobierno, la aceptación de sus medidas y la intención de voto. Esos datos que tan valiosos se queda Moncloa para su anáisis sin necesidad de pasar por la cocina. Tal vez por ello cuando escuchamos o leemos que Pedro Sánchez intentará agotar los casi dos años que le restan a la legislatura, probablemente es porque no se están teniendo en cuenta otras variables, esas que le permiten a un presidente manejar los tiempos en función de la gasolina de vaya consumiendo su equipo de gobierno a la hora de prodigarse en su elenco de medidas mediáticamente populares y antes de la inmisericorde llegada de la hora de la verdad, los problemas y desafíos irrenunciables, contantes y sonantes en esa acción de gobierno. Será el CIS y no otro elemento por ponderar –ahora que tanta relevancia adquieren los estrategas que asesoran al presidente con su jefe de gabinete Iván Redondo como estrella– el que decida a propósito de si el mandato se alarga hasta 2020 o se queda en unos pocos meses.
El Gobierno ensamblado por Sánchez tiene como gran objetivo desde el punto de vista del interés de partido recuperar el espacio perdido especialmente en el flanco izquierdo con Podemos y en menor medida por el centro con Cs y en honor a la verdad hay que decir que mal no ha empezado. Al partido de Iglesias se le han tapado sus principales banderas, tanto la del feminismo, como la de la disposición al dialogo con el independentismo catalán, la memoria histórica, el medio ambiente y la inmigración aun teniendo doble filo. Un viejo partido de la casta les ha pisado la merienda a los «morados», el mismo que también a Albert Rivera le puede estar arrebatando el discurso europeísta. Pero el presidente y secretario general del PSOE sabe mejor que nadie que todo eso tiene fecha de caducidad. A la vuelta de la esquina aguardan las comparativas con el Gobierno anterior en la lucha contra el paro, la imposibilidad de cumplir las expectativas de los colectivos a lo que ahora se señala como prioritarios o sobre todo las aspiraciones de un secesionismo catalán que tras el buenismo de una nueva «operación dialogo» difícilmente acabará acomodándose en el hogar constitucional. Ergo, tal vez las generales no estén tan alejadas en fecha de municipales autonómicas. Si a Pedro le garantiza los suficientes dividendos apretar el botón del adelanto, lo apretará.
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