Opinión

Tener y no tener

Tener y no tener, como la novela de Hemingway o, si lo prefieren, como la película que protagonizaron Bogart y Lauren Bacall. O también ser o no ser, como la disyuntiva de Hamlet. Es igual. Tener y no tener vergüenza torera, como Sánchez y ser o no ser honesto, de lo que blasonaba cuando pegó el golpe de mano que lo empujó hasta la Moncloa. He ahí la cuestión. No hemos parado esta semana con la dimisión de Montón ni con la tesis del presi. ¿Será que hay crisis en las conciencias o será que la verdad está sobrevalorada? Ya nadie tiene escrúpulos, ni dignidad, ni valor para afrontar que son poca cosa y así toman por el camino del medio engordando el curriculum a base de títulos falsos, de masters falsos –que, de ser verdaderos, tampoco valdrían de mucho–, de tesis plagiadas... Todo eso es peor que ser feo o bajito, porque feos y bajitos han llegado muy alto a base de estudio y de esfuerzo, a base de mucho trabajo, empeo y del desarrollo de su talento y los blufs tarde o temprano acabamos por verles el plumero de su engaño, porque la verdad casi siempre sale a relucir. Dicen que el crimen perfecto no existe, pero nadie se atreve a asegurarlo porque si bien es cierto que siempre hay un cadáver en el armario de cada quien, no lo es menos que los muertos acaban siempre oliendo y por ahí empezamos a conocer los crímenes de quienes se pretenden puros.

La exministra Montón no sólo no había asistido a las clases del máster, sino que plagió sus trabajos. Sánchez se doctoró siendo calificado sobresaliente cum laude con una tesis que ya de antemano Miguel Sebastián, titular de Industria con Zapatero, se refirió a ella como un trabajo firmado por su jefe de Gabinete. A la hora de escribir estas líneas el presidente del Gobierno sigue insistiendo en emprender acciones legales para defender su honor y su dignidad, cuando todas los medios españoles han sacado reportajes con documentos comparativos probando que las investigaciones periodísticas son ciertas y demuestran que hay plagio, autoplagio y hasta un patchwork de conceptos que ha ido cortando y pegando para sacar ese inconcebible cum laude, que el tribunal de la tesis tendrá que explicar de igual forma que lo hizo el rector de la Juan Carlos I y sus profesores cuando estalló el asunto del máster de Cristina Cifuentes.

Vanitas vanitatis et omnia vanitas, un claro mensaje que mandó San Bruno acerca de la inutilidad de la vanidad humana frente a una gran certeza: estamos aquí de paso. La muerte nos alcanza a todos y hemos de vivirla de forma íntegra a nuestros valores. Pero la mastermanía es un mal de nuestro tiempo aunque tengamos en cuenta que distraer la atención con este tipo de pecados da para mucho, porque en el bar, en el taxi, en el mercado no se habla de otra cosa. En cambio existe otro tipo de problemas más difíciles de asumir por un Gobierno inconsistente, un Gobierno de la señorita Pepis como el que estamos padeciendo, presionado por el Geyperman del independentismo, de los presos del lazo amarillo, de las exigencias y manipulaciones de Iglesias y del acercamiento de los presos etarras, o sea, lo peor de cada casa.

A muchos de quienes escribimos en los periódicos nos gustaría hablar de otra cosa, y así ha de suceder la semana próxima cuando, si hay suerte, salga a relucir lo que hoy se encuentra encerrado bajo siete llaves entre los muros de una universidad que lleva el nombre de un premio Nobel español y que nació con la pretensión de la excelencia. En estos momentos no podemos por menos que resaltar lo bajo que ha caído.