Opinión
El puticlub de Susana
La abolición de la prostitución que desea Carmen Calvo tendrá que esperar. A no ser que quieran perder las primeras elecciones a las que se enfrenta el PSOE tras el advenimiento de Pedro Sánchez. También podría ir la vicepresidenta a dar cerrojazo en persona en una parodia del Ejército de Salvación. Pero a mi Carmen la veo más en las palabras que en los asuntos. A las puertas de los bares de carretera aparcan más coches que en las sedes de las ongs, aunque alguno vaya por solidaridad consigo mismo. No son de adorno, como el toro de Osborne, con los testículos listos para revista, o las botellas de Tío Pepe, augurio de un revolcón de feria al amanecer. Decía Umbral que las putas son de derechas, y digo yo que los clientes votan depende de donde descarguen. En la Junta de Andalucía es para la izquierda.
Los burdeles rezan para que el PSOE mantenga el Gobierno, que con el paro que hay y las paguitas exiguas, sólo los señoritos de toda la vida, y estos advenedizos de la progresía pueden mantener su negocio. El #MeToo andaluz se cobija en un tocamiento y enmudece ante funcionarios que, de ser coherentes, adornarían las estaciones de trenes con un «se busca» digno del auténtico «Billy el niño». Susana Díaz será muy santa y devota de la Semana Santa, pero a su alrededor pululaban sinvergüenzas que le hacían una peineta a su manera de entender el feminismo con el dinero de los desempleados. No estamos ante uno más de tantos casos de desvío de fondos. Andalucía es esclava de un régimen que, como cualquiera que dure 40 años, acaba en corrupción. Lo irónico es que sea un burdel el escenario de la comedia. La California española parece que vive aún en tiempos del «Pay pay», el garito gaditano en el que los travestis eran libres y las prostitutas daban para una novela que hoy estaría prohibida.
«Las mil noches de Hortensia Romero». Un sistema envilecido no puede más que volver sobre sus pasos y acabar en una bacanal de despilfarro. Lo malo es que la pasta se ha ido por el desagüe moral, lo peor es la ayuda del bidé mientras nos dan lecciones puritanas sobre el sexo. Que pregunten si esas meretrices pagadas por la Junta habían consentido. Las urnas deberían hacerse una «Lisístrata», huelga de catre, pero es de esperar que se abran a la pócima socialista con la que el pueblo escucha un discurso mientras se practica lo contrario en un eterno gatillazo. Susana Díaz ha convocado antes de que se conozca el futuro de Chaves y Griñán. Inteligente ardid al que habría recurrido cualquier político en su pellejo. En la lista de la compra había putas y farlopa. Una manera de traducir el programa electoral.
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