Opinión
«Susana traga y está a merced de Pedro»
Quién lo iba a decir. De enemigos irreconciliables, rivales en las primarias socialistas, a buenos amigos escenificando la unidad. Algo que solo ha logrado la fecha del dos de diciembre, elecciones andaluzas, las más reñidas desde hace treinta y siete años de poder absoluto del PSOE en esta tierra. «Susana Díaz traga quina y está a merced de Pedro Sánchez». Es el análisis de destacados dirigentes socialistas en la dirección federal de Ferraz y el palacio de San Telmo, sede de la Junta autonómica. No le queda otra, y mucho menos ante los malos augurios de las encuestas. Según ha sabido este periódico, la interlocución entre Moncloa y Sevilla es total, entre el jefe de gabinete del presidente del gobierno, Iván Redondo, y el secretario general de la presidencia andaluza, Máximo Díaz Cano. Ambos diseñaron el acto de proclamación de Susana con presencia de Sánchez, y negocian la agenda de un calendario de actos para dar sensación de fortaleza y unidad. «Susana y Pedro han fumado la pipa de la paz», aseguran en el entorno de los dos líderes.
El pacto se produjo en la última reunión del presidente y la «sultana» andaluza en Moncloa. Así se lo comentó la propia Susana Díaz a algunos «barones» socialistas durante la recepción del pasado doce de octubre en el Palacio Real de Madrid. Hasta el punto de que uno de ellos definió la situación: «Ahora, Susanita tiene un ratón...». Es decir, al igual que en la canción del gran cómico Miliki está como una niña con zapatos nuevos, aunque no sabe si comerá el turrón y las bolitas de anís en San Telmo. Lo intentará desligándose de la corrupción de los ERE o la investigación de los prostíbulos, que sacuden con fuerza la campaña bajo la daga implacable de Ciudadanos, su hasta ahora socio de gobierno que se ha conjurado para no volver a apoyarla. Las encuestas otorgan al partido naranja la mayor subida y el propio Albert Rivera ha sido tajante: antes repetir elecciones que dar su respaldo a Susana. La cosa se le pone fea ante la posibilidad de mirar hacia la rama podemita andaluza de Teresa Rodríguez, con quien la lideresa socialista se lleva a matar.
El interés de Pedro y Susana es mutuo, según reconocen en sus respectivos equipos, aunque el presidente del Gobierno parte con ventaja. Para Sánchez, las andaluzas son la antesala de las autonómicas, municipales y europeas del mes de mayo, pero si Susana obtiene un mal resultado la culpa será únicamente de ella. Por eso, en Moncloa diseñan una cuidada presencia de Sánchez en la campaña, una especie de «ni contigo ni sin ti», que dicen sus estrategas. Para colmo, si Susana se ve forzada a entenderse con Adelante Andalucía, la rama de Podemos liderada por Teresa Rodríguez, Sánchez verá respaldados sus pactos con Pablo Iglesias, de los que la lideresa andaluza ha sido siempre una feroz opositora. Como bien dijo en su día Manuel Fraga, y hoy recuerdan algunos en el PSOE, la política hace extraños compañeros de cama.
El masivo acto de proclamación celebrado ayer en un hotel de Sevilla, con la presencia de Pedro Sánchez en el Comité Director del socialismo andaluz, su máximo órgano entre congresos, pretendía una imagen de inquebrantable unidad. «Hay que sacar músculo», dice un colaborador de Susana Díaz, preocupada por los últimos escándalos de malversación de la Fundación andaluza de Formación y Empleo, de los que la juez quiere abrir una causa separada y la fiscalía acusa de malversación. Además, en su entorno no ocultan también cierto temor por la presencia en campaña de Inés Arrimadas, la lideresa catalana de Ciudadanos nacida en Jérez, que va a tener gran protagonismo. No obstante, los socialistas insisten en que serán la fuerza más votada, frente a lo que ellos llaman «meteduras de pata» de la derecha. La potente red clientelar con la que gobiernan desde hace casi cuarenta años está ahora en pleno juego. Además del PSOE, los otros partidos, Ciudadanos, Partido Popular y los podemitas tienen en Andalucía su particular termómetro electoral.
Susana Díaz también ha cedido en la confección de las listas electorales que están elaborando el secretario de organización, José Luis Ábalos, y su homólogo andaluz, Juan Cornejo. La lista de Sevilla es indiscutible, encabezada por «la sultana», con gentes de su núcleo duro como Manuel Jiménez Barrios en Cádiz, y Mario Jiménez por Huelva. Según fuentes del partido, se están procediendo a algunos encajes en otras provincias como Almería y Córdoba, dónde la vicepresidenta Carmen Calvo, enemiga política de Susana, quiere colocar a personas de su confianza. No obstante, la paz está sellada al más alto nivel, por lo que no se prevén enfrentamientos. «Es mucho lo que nos jugamos», admiten dirigentes andaluces sabedores de que el resto de partidos harán una campaña frontal contra el PSOE.
O todo, o nada. Una vez más, Susana Díaz se enfrenta a este dilema como en las primarias socialistas. En aquella pugna política Susana Díaz Pacheco deshojó la margarita, se enfrentó a Pedro Sánchez y perdió. Ahora, le necesita. «Va a ser una lucha sin cuartel», advierten en el feudo andaluz hasta el dos de diciembre. Dicen que la Esperanza de Triana inspira a Susana y nunca le ha fallado. Es la frase de un cercano colaborador de esta mujer cuya trayectoria viene totalmente marcada por la política. Hija mayor de un fontanero del Ayuntamiento de Sevilla, José Díaz, y una costurera en el barrio de Triana, Susana siempre fue ambiciosa, mandona y trianera. No tuvo reparos en renegar de sus dos grandes mentores, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, cuya sombra la persigue. Ella, asegura su entorno, «no caerá en el barro», en medio de una campaña que se avecina sangrante. Veremos si un régimen de cuatro décadas llega su fin, ante la atenta mirada de Pedro Sánchez. Frente al divorcio anunciado de sus adversarios, no le queda otra que su matrimonio de conveniencia.
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